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PÁRRAFOS DE UN TEXTO - RESUELVE TUS DUDAS


Hola, queridos compañeros. ¿Cómo se encuentran luego del receso? Esperamos que se encuentren bien.

Hoy vamos a abordar un tema que suele presentar algunas dudas al momento de escribir textos literarios: la segmentación del mismo en párrafos.


Veamos lo que nos indica, con un par de ejemplos que ilustran el concepto.


La extensión de los párrafos debe ser equilibrada. Su configuración debe seguir dos pautas fundamentales:

Evitar los párrafos excesivamente largos. Un párrafo que ocupa una página da una impresión de pesadez y no invita a la lectura.

• Como norma general, conviene evitar también la coexistencia de párrafos muy largos con otros excesivamente cortos, porque la impresión visual que producen es de desequilibrio.


Esto no impide que en un texto argumentativo en el que queremos destacar una idea o la conclusión utilicemos deliberadamente un párrafo más corto. Así hacemos saber al lector que la información que ahí está contenida es altamente relevante. El lector se detiene más en ella.


Veamos un fragmento de una novela "No digas que fue un sueño", de Terencio Max:


Los oficiales romanos permanecían perplejos en cubierta. Y alguno decidió que se habían equivocado de ciudad o los alejandrinos de barco.

— Extraña manera de recibir a los derrotados — comentó Enobarbo.

Pero Antonio no contestó. Allí, en medio de la multitud, presidiéndola con los más fulgurantes destellos que jamás despidiese hembra alguna, estaba ella.

¡Cleopatra, al fin! La estrella que iluminaba el final de sus caminos.

No vestía el traje ceremonial. No fingía ser Isis, ni cualquier otra de las divinidades oficiales que tanto prestigio dan a cualquier ceremonia. Vestía un manto azul que le cubría la cabeza al modo de las castas esposas anhelantes de recibir en su regazo el último aliento del guerrero. Y en la distancia dijérase Penélope que acababa de abandonar su tapiz por unas horas.

Mientras avanzaba irada la reina, vio Antonio que estaba rodeada por sus íntimos y que tampoco ellos iban vestidos a la manera oficial. Más allá, junto al fiel Sosígenes. se encontraba el heredero del trono. Cesarión con sus frondosos y negros rizos parecidos a los del propio Antonio. Junto al muchacho, un joven sacerdote de Isis. según daba a entender la cabeza afeitada. Y aun dentro del aturdimiento que le dominaba. Marco Antonio pudo pensar: «Este debe de ser el violado». Pero no tuvo tiempo de ir más allá, pues acababa de descubrir a sus propios hijos, a los dos gemelos, y junto a ellos, a una robusta nodriza que sostenía en sus brazos al más pequeño de todos: el reciente Tolomeo Filadelfo.

Y, por fin, ella. Por fin sus ojos profundos, sus labios hinchados en un sesgo de éxtasis que ni siquiera había conocido en los momentos de máximo placer. Todo su rostro contraído en una expresión de entrega absoluta, en una sonrisa que la hacía parecer

la representación misma de la serenidad.


(Edición: Planeta.1986. pág. 255)


En este fragmento hay párrafos largos y párrafos más cortos. ¿Por qué? Para resaltar la información y transmitir una sensación, la emoción del encuentro con Cleopatra.

Uno de ellos está formado por una exclamación seguida de una estructura nominal, sin verbo.

Toda la atención del receptor se concentra en ella:

· ¡Cleopatra, al fin! La estrella que iluminaba el final de sus caminos.


Este efecto se refuerza con la sintaxis. En ese párrafo y el último (Y, por fin, ella) no hay oraciones con verbo, sino sintagmas resaltando todas esas características que describe.


Observemos, asimismo, que ella no tiene cercano su referente. Es decir, Cleopatra no aparece nombrada en el párrafo anterior, sino al inicio: la reina. Sin embargo, la disposición sintáctica, la exclamación anterior Cleopatra!) dejan claro el referente, no dudamos de quién es ella. Este pronombre adquiere toda la concreción de un nombre propio, un identificador claro.


Antes había dicho:

· Allí, en medio de la multitud, presidiéndola con los más fulgurantes destellos que jamás despidiese hembra alguna, estaba ella.


Seguida de la identificación:

· ¡Cleopatra, al fin! La estrella que iluminaba el final de sus caminos.


Y tras dos párrafos que describen la escena, vuelve:

Y, por fin, ella, en un enunciado, con la variación: al fin, por fin.

Como vemos, perfectamente cerrado.


• Si los párrafos tienen diferente extensión tiene que estar muy justificado ya sea temáticamente o por el tipo de texto.


En la siguiente columna de opinión se resalta una información que aparece ocupando el párrafo final, como conclusión que invita a una acción:


El dedo en la llaga

Javier Ortiz

El puño y la patada fáciles

Me disgustan las discotecas. Entre varios cientos de razones, porque me aturde su ambiente de luces sincopadas, porque ni sé bailar ni me interesa hacerlo, porque la música que escupen a todo trapo sus potentísimos altavoces no me interesa – de hecho, nunca he conseguido saber si ponen muchas canciones o si siempre es la misma— y porque es imposible mantener en ellas una conversación que no sea a gritos, con la consiguiente afonía posterior. Claro que todo va con gustos y si están llenas, por algo será.

De todos modos, por las obligaciones que impone la vida social. en media docena de ocasiones me ha caído en desgracia pisar alguna, incluyendo un par de la famosa marca Pacha, ahora tan en boga debido a su interés por contribuir al crecimiento de los pechos juveniles y otro par más de las recién cerradas en Madrid. No es una experiencia como para hacer estadísticas, pero, con ser pocas, me ha tocado presenciar varias escenas

estupefacientes. Contaré una: en cierta ocasión, una periodista accedió con un fotógrafo a hacer un pequeño reportaje en una de esas discotecas gloriosas, en el centro de Madrid. Un portero-armario de los habituales les puso dificultades para entrar porque nadie le había advertido de la visita, y ella se puso tirando a faltona e impertinente, en plan «Usted no sabe con quién está hablando». Ante lo cual, el portero, tras declarar enfáticamente que él jamás pegaría a una mujer... ¡le arreó un tremendo puñetazo al fotógrafo, que no había abierto la boca!

Es un personal que da miedo. Del mismo modo que en el Salvaje Oeste había matones que tenían el gatillo fácil, esta gente tiene el puño y la patada demasiado fáciles.

Algo debería hacer el sheriff.


(http://blogs.publico.es/eldedoenlallaga/424/el-puno-y la patada-fáciles/


En ambos ejemplos nos hemos encontrado con textos donde hay párrafos de una cierta extensión con otros más cortos, lo que permite resaltar aspectos diferentes del texto.


Es todo por ahora. ¿Tenías en cuenta que el tamaño de los párrafos se puede utilizar con diversos fines?


No dejes de comentar. Tu aporte nos sirve para seguir avanzando.


Hasta la próxima entrada.


Laura

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