Joven poeta y narrador (a veces ilustrista) español que falleció a la edad de solo treinta y cuatro años por tuberculosis.
De él yo no sabía absolutamente nada, cuando a los once años, mi hermana llevó a casa un libro, con lectura obligada en el colegio.
La veía panza abajo suspirando, ella con trece años, mientras yo escribía a escondidas una novela de terror, con sangre y tripas por todos lados.
Ella me vio escribiendo y me preguntó que era aquello, así que orgullosa se lo mostré. Eran las diez de la noche y una hora después ella lanzaba de sus manos el cuaderno, gritando de pavor. Y yo me sentí tan orgullosa de causar en ella tremendo susto. Y dijo las palabras que me congelaron: «Eres una niña, no deberías escribir sobre cosas tan feas. ¿Porqué no escribes sobre princesas y unicornios?». Me mató mi pasión. Yo no quería escribir sobre unicornios y mucho menos de princesas. Dejé mi novela inconclusa y decidí no escribir, algo que duró unos cinco años.
Pocas días después ella terminó de leer su librito; en pasta azul, con letras blancas: Rimas, Gustavo Adolfo Bécquer. Y me dijo: «¿Te gustaría leer este libro?» Yo le pregunté que sobre qué era, y ella dijo: «es poesía...»
Blah! Me empalagaba la idea. Pero aburrida sin nada que hacer lo leí.
Y comencé a pensar... «¿Cómo lo hace? ¿Cómo puede decir tanto en tan pocas palabras?» Por lo que me interesé en la poesía.
Tomé la enciclopedia de la casa y busqué al autor. Un caballero de cabellos rizados y ojos soñadores... y descubrí que murió demasiado joven, aunque para una niña de once, alguien de treinta es casi viejo. Y sentí una enorme perdida, como si lo conociera. Pensaba qué tanto podría haber escrito si hubiera vivido más. Pensé en todas las palabras no dichas, en los suspiros que nunca salieron del pecho y todos los sentimientos que se perdieron con ese silencio.
Me enamoré no del autor, sino de las palabras, las emociones, la lírica de esas oraciones, y cada poema que leía era una historia completa para mí en mi pequeña cabeza... y aunque nunca escribí nada de princesas, sí pensaba que un hombre puede enamorarse profundamente de una mujer. Y que hay mucha fuerza en todas las emociones, las nobles y las pecaminosas, que merecían ser contadas.
Han pasado casi ciento cincuenta y dos años desde la muerte de este poeta; y se sigue hablando de él. Unos no creen que haya merecido el título de "romántico contemporáneo", con poesía "muy ligera" e incluso infantil; pero otros lo aman como lo amo yo. Para mí Bécquer es un gran poeta, (confieso que no me gusta Neruda, ni Rubén Darío), y solo puedo compararlo con Lord Byron al que también amo y admiro su lírica.
Bécquer murió joven, sin haber visto la profundidad de su prosa, su influencia en otros y un mar de fanáticas a través de las eras. Siento profunda tristeza, cuando un artista no alcanza el nivel de su grandeza, sino hasta que se vuelve inmortal con su muerte, como Van Gogh (que no puedo hablar de él sin llorar). La vida a veces no paga en esta, dará sus recompensas en la otra...
Solo espero que si un día alguien alcanza a juntar mis escritos, esos guardados en el cajón, los lea y los disfrute... y no me importaría ser inmortal después de morir.
Confieso, que Bécquer me influyó, me hizo creer que cuesta mucho describir lo más sencillo, y que cualquier sentimiento, sí o sí, merece ser descrito como si fuera un poema... y cuando retomé la escritura a los quince años, comencé a escribir sobre las emociones... al final, esas todos las compartimos.
Por eso, siempre digo, el que ama escribir, nunca deje de hacerlo.
Tal como lo dice el último fragmento en una de sus poesías...
allí, donde el sepulcro que se cierra
abre una eternidad...
¡Todo cuanto los dos hemos callado
lo tenemos que hablar!
Gustavo Adolfo Bécquer -
🌹
Hola.
Lamentablemente, no soy lectora de poesía. Me falta la paciencia para leerla. Es una materia que tengo pendiente. Pero no todo está perdido.
Por un lado considero a la poesía como una gran forma de expresión.
Y por otro, quiero compartir con ustedes esta poesía que desde hace años tengo presente. Me llega al alma porque soy gran respetuosa de la naturaleza, incluyendo la vida vegetal a la que admiro por la capacidad que tiene de volver a la vida incluso en las condiciones más trágicas (vean, si no, cómo el simple pasto crece en el cemento, cómo un árbol talado vuelve a brotar... y como ejemplo, basta un botón).
Va aquí mi homenaje a la poesía y a los árboles.
Noticia policial
El sol de septiembre
vio que lo mataron
pero—indiferente—
se quedó callado.
Todo el mediodía
oyó los hachazos
y cerró los ojos:
testigo asustado
Su cuerpo despierto
—pajarero manso—
con un sordo grito
cayó en el asfalto
—Era feo...—dicen.
—Enormes sus brazos
—Junto al rascacielos,
inútil su canto
Tampoco —cobarde—
supe yo salvarlo.
Hoy, en Buenos Aires,
Han matado un árbol
Elsa Bornemann