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LOS DIÁLOGOS (II) Realista, no real


Hola, queridos compañeros de letras. Nos encontramos nuevamente con el tema de los diálogos.

En esta segunda entrega, profundizaremos con el diálogo. En la entrada anterior señalé que el diálogo debe ser realista, pero no una copia de la realidad, porque en la misma encontramos multitud de situaciones del habla que no conducen a nada, y que nos perjudican como escritores.


Mencionábamos anteriormente, que si queremos que nuestros diálogos suenen coloquiales te inspirarás en la vida misma. Sin embargo, encontrarás que en la forma natural de hablar existen oraciones incompletas, interrupciones, frases cortas, muy breves que acompañamos con gestos y movimientos del cuerpo, momentos vacíos, muletillas, silencios, idas y vueltas, rodeos, cambios de tema, etc.


Nosotros podemos escribir diálogos coloquiales, pero teniendo en cuenta dos detalles:


Las oraciones deben ser cortas pero concisas: En la vida real no es usual conceder el uso de la palabra por tiempos extensos.

No olvidemos, no obstante, que nuestra historia puede tener situaciones de intensidad dramática o contextos especiales que requieran oraciones y parlamentos largos.

Por supuesto, hay lenguaje acorde con la época, vocabulario o expresiones específicas y modismos de los personajes que enriquecerán tu texto.


Progresión temática: Debemos tener en cuenta que nuestros personajes dialogan con un fin determinado (dar a conocer algo, preparar un plan, presentarse a un trabajo, etc.) Con esa finalidad en mente debes reflexionar cómo lo vas a desarrollar, cómo van a ser las intervenciones, las reacciones corporales, los movimientos que realicen, los silencios y los pensamientos, lo que dicen y lo que no.


Una cuestión de tiempos y modalidades: En literatura, el diálogo tiene un ritmo, donde cada uno interviene en el momento más adecuado (a diferencia de la vida real en la que muchas veces hablamos a la vez, los más tímidos suelen guardar silencio mientras los más extrovertidos acaparan el diálogo).

Como escritores debemos reflexionar sobre quiénes van a participar del diálogo y de qué modo lo van a hacer. No te olvides que un diálogo es una escena, en la cual debes mostrar a tus personajes, sin limitarte a lo que dicen.

Por supuesto, no todos los personajes intervienen por igual. Las diferencias de personalidad se deben reflejar, así como las certezas, dudas y, por supuesto, su intencionalidad.


Y ahora, un detalle que no debes olvidar: el diálogo es comunicación, y la comunicación no es tan solo un emisor, un receptor y un mensaje. Debes considerar la comunicación no verbal, y aquí entran en juego las acotaciones narrativas donde insertas el movimiento del cuerpo, las posiciones, distancias, ubicaciones, y todo lo que no se dice pero es parte de la comunicación.


El receptor puede reaccionar:

  • Con diálogo

  • Con silencio

  • Con emoción

  • Con acción

  • Combinando los elementos anteriores del modo que más que guste.


A modo de práctica, prueba varias respuestas de un receptor a un enunciado del emisor, te sorprenderás.


¿Deseas participar de ese ejercicio? Elige entre las opciones y da respuesta a este diálogo:


—Roberto... estoy embarazada de Felipe.



Y hasta aquí, es todo por ahora con el diálogo.

Cuenta, ¿te resulta interesante? ¿Tienes para aportar? Comenta, no te olvides que esto lo hacemos por ti y entre todos para aprender.


Muchas gracias por tu atención, te espero próximamente para que continuemos explorando este tema.



Laura

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