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CUANDO EL NARRADOR SE HACE A UN LADO...

Hola, queridos compañeros de letras. En esta entrada nos vamos a encontrar con una técnica narrativa en las que el narrador cede su lugar, en toda la obra o en fragmentos, a los protagonistas, para expresar su vida interior. Entrada a la que he llamado:


Pero ¿qué es el monologo interior o flujo de conciencia?

Conocido por varios nombres, el flujo de conciencia, monologo interior o sililoquio es un estilo narrativo que intenta capturar de manera realista la forma de pensar de un personaje.

Es un monólogo interior, pero también es más que eso. Como está imitando la forma no lineal en la que nuestro cerebro funciona, la narración de flujo de conciencia incluye mucha asociación libre, repeticiones que se reproducen, observaciones sensoriales y la puntuación y la sintaxis raras (o incluso inexistentes): todo lo que nos ayuda a comprender mejor el estado psicológico y la cosmovisión de un personaje.


Con ello el autor lo que pretende o busca es lograr una mejor exposición de los sentimientos y emociones del personaje , así como del devenir de su pensamiento. El monólogo interior o el soliloquio tienen una mayor organización que el fluir de la conciencia. Los autores que usan esta técnica están apuntando a la verdad emocional y psicológica del personaje: quieren mostrar una panorama de cómo el cerebro realmente se mueve de un lugar a otro. El pensamiento no es lineal, según estos autores; realmente no pensamos en frases lógicas, bien organizadas, o incluso completas.



Aquí algunos ejemplos:

«De acuerdo, el señorío no se improvisa, se nace o no se nace, es una de esas cosas que da la cuna, aunque bien mirado, la educación, el trato, también puede hacer milagros, que ahí tienes, sin ir más lejos, el caso de Paquito Álvarez, un artesano cabal, no vamos a decir ahora, que de chico trabucaba las palabras que era una juerga, bueno, pues le ves hoy y otro hombre, qué aplomo, qué modales, yo no sé qué maña se ha dado, pero los hombres es una suerte, como yo digo, si a los veinte años no estáis bien, no tenéis más que esperar otros veinte. Y, luego, esos ojos. Hay que reconocer que Paco siempre les tuvo ideales, de un azul verdoso, entre de gato y agua de piscina, pero ahora como ha encorpado y tiene más representación, mira de otra manera, como con más intención, no sé si me explico, y, además, como no se apura al hablar, que habla sólo lo justo y a medio tono, con ese olor a tabaco rubio, que es un olor, que a mí me chifla, resulta, es uno de esos hombres que te azaran, fíjate, quién se lo iba a decir a él. Yo daría lo que fuese porque tú fumases rubio, Mario, que te parecerá una tontería, o por lo menos emboquillado, hace otra cosa, y no ese tabaco tuyo, hijo, que ya no se ve por el mundo, nunca he podido con él, que cada vez que en una reunión te pones a liar uno, me enfermo, como lo oyes, que luego ese olor, a pajas o qué sé yo, a saber qué gusto puedes sacarle a esa bazofia, que si siquiera fuese elegante o así, vaya, pero liar un cigarro, lo que se dice liarlo, ya no se ve más que a los patanes, ni los hijos de las porteras, si me apuras, que te queman la ropa y te pones hecho un asco, como yo digo. Claro que dirás tú que a ti la ropa qué, que ésa es otra, que nunca te dio por ahí, que me has hecho pasar unos apuros que ni imaginas, hijo, siempre hecho un adán, que yo no sé qué arte te das que a los dos días de estrenar un traje ya está para la basura, que ni sé cómo me enamoré de ti, francamente, que el traje marrón aquel, el de las rayitas, me horrorizaba, que yo me hacía ilusiones de cambiarte, pero ya, ya, genio y figura, a esa edad ya se sabe, romanticismo pero ni tanto ni tan calvo, Mario, calamidad, que bien poca suerte he tenido contigo en este aspecto, que me has hecho sufrir más que otro poco.»

Cinco horas con Mario, Miguel Delibes.

En este libro la viuda de Mario lleva a cabo un monólogo a través del que podemos asomarnos a su historia, ideas, pensamientos y sentimiento.


“Ser o no ser, esa es la cuestión. ¿Cuál es más digna acción del ánimo, sufrir los tiros penetrantes de la fortuna injusta, u oponer los brazos de este torrente de calamidades, y darlas fin con atrevida resistencia? morir es dormir ¿no más? ¿Y por un sueño, diremos las aflicciones se acabaron y los dolores sin número, patrimonio de nuestra débil naturaleza?… »

Hamlet, de William Shakespeare.



«…el día que estábamos tumbados entre los rododendros en Howth Hesd con su traje gris de tweed y su sombrero de paja yo le hice que se me declarara sí primero le di el pedazo de galleta de anís sacándomelo de la boca y era año bisiesto como ahora sí ahora hace 16 años Dios mío después de ese beso largo casi perdí el aliento sí dijo que yo era una flor de la montaña sí eso somos todas flores un cuerpo de mujer sí ésa fue la única verdad que dijo en su vida y el sol brilla para ti hoy sí eso fue lo que me gustó porque vi que entendía o sentía lo que es una mujer...»*

Fragmento de Ulises, de James Joyce


Nota del Editor*


Otros autores que utilizaron esta técnica:

- Virginia Woolf: La señora Dalloway, Las olas, Al faro

- James Joyce: Ulises, El ruido y la furia, Absalòn, Absalòn

- William Faulkner: Mientras agonizo

- Samuel Becket: Molloy

- -Jack Kerouac: En la carretera

- Fiodr Dostoievstky: Memorias del subsuelo

- Calderón de la Barca: La vida es sueño


Hasta aquí todo por ahora, queridos compañeros. Cuenten, ¿han empleado estas técnicas para reflejar la vida interior de los personajes?

Mientras comentan, los espero en la próxima.


Saludos,


Laura
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