Querido diario,
mañana empieza el Confinamiento y ya estamos casi preparados.
Los días antes de que empiece son divertidos; hacemos compras enormes y llenamos la casa de cosas ricas, suficientes para que nos duren todo el mes. Me gusta esta época del año. Te quedas en casa cuando hace frío y cuando sales ya es primavera y te das cuenta de que ya no necesitarás el gorro de lana. Gorro no pero un pañuelo al cuello sí, como es tradición. Mi padre dice que el pañuelo es para recordar el primer Confinamiento en 2020 cuando todos tenían que llevar mascarilla. Aquella primera vez fue por causa de un virus. Yo no había nacido pero mi padre me lo cuenta cada año:
«Mucha gente enfermó. Tanta gente que no cabían en los hospitales. Y los médicos también se estaban contagiando de sus pacientes, así que también faltaban médicos. Y mucha gente murió. Para intentar controlar los contagios sacaron una ley que cerraba tiendas, teatros y escuelas y mandaba a la gente quedarse en sus casas. Nadie se lo esperaba y no estábamos preparados. Hubo gente que se quedó sola dentro de sus casas, confundidos y sin saber que hacer. ¡O al contrario, familias numerosas obligadas a quedarse en pisos demasiado pequeños! A pesar de esto, –mi papá continua– según iban pasando los días la gente se dio cuenta de que la realidad había cambiado y que lo único que podíamos hacer era superarlo y adaptarnos. Muchas de nuestras penas y preocupaciones dejaron de tener sentido. Ese maldito virus nos recordó que hay que ser felices y disfrutar de los buenos momentos porque no sabes cuanto van a durar. Y comenzamos a charlar por los balcones con los vecinos que aún no conocíamos, compartiendo lo que podíamos, ideas para juegos, clases en línea, video-llamadas a viejos amigos. Las chimeneas de las fábricas dejaron de echar humo y los coches de circular. Los cantos de los pájaros comenzaron a llenar el silencio de la ciudad e incluso vieron ciervos por las calles de la Gran Avenida. El aire estaba más limpio y el agua corría un poco más clara.
Pensadores de todos los países se reunieron para analizar lo que había pasado. Llegaron a la conclusión de que la gente estaba un poco más tranquila y el planeta un poco más limpio. Hicieron un plan para que todos los países se pararan por una vez al año. Y todos nos recogeríamos en nuestras casas. Pero sin virus y sin miedo. Un periodo de reflexión para nosotros y de recuperación para el medioambiente».
Por eso cada año nos preparamos para recogernos en casa. ¡Este año incluso han venido los abuelos a pasar el Confinamiento con nosotros! Sé que no son unas vacaciones; mamá trabajará desde casa pero así tendrá más tiempo libre para jugar conmigo y ayudarme a hacer los ejercicios de la escuela digital. Papá ha actualizado su gimnasio virtual para mantenerse en forma, la abuela seguirá grabando sus tutoriales 3D desde nuestra cocina y el abuelo ha prometido que se encargará de sacar a Copo a pasear...
Todos los años a las 8pm salimos al balcón, allí vemos a los vecinos y nos saludamos. Siempre trato de hacer reír a mí a mi amigo de en frente tocándome la punta de la nariz con la lengua. Es divertido. Y después aplaudimos. Mis padres y abuelos siempre se ponen serios cuando aplaudimos. No me acuerdo muy bien por qué aplaudimos... pero seguro que mi padre me lo cuenta otra vez este año.
Hola Carlos,
Me ha gustado, está muy bien escrito.
Muy buena reflexión, que comparto. Es el lado positivo de tener que quedarse confinado en casa, porque es cierto: no es tan grave. Llenamos nuestros días de cosas y actividades que paradójicamente, no nos llenan. Tenemos que ver a personas que nos importan menos de otras a las que apenas vemos. En eso nos convertimos, en gente que trabaja y después consume.
Así es, el confinamiento en sí no es lo más grave de esta situación, lo peor han sido los fallecidos.
También se de gente que no se habían visto obligados a pasar tanto tiempo con sus hijos, y lo están llevando fatal. Creo que no saben lo que tienen…
Gracias a todos por vuestros comentarios! Charo e Ismael, tomo nota y corrijo.
Hola Carlos
Tu relato me ha gustado, aunque realmente es como un diario de lo que esta pasando por lo que lo veo poco original. Si es una buena idea que todos los años durante unos pocos días se hiciera un parón para dejar respirar al planeta, pero eso lo veo del todo imposible. Hay una cosa que no veo clara y es que todos los años a las 8pm salimos a aplaudir. Deberías concretar que son los días de confinamiento o son todos los días del año. Por los demás, muy bien. Felicidades.
Nos seguiremos leyendo
Ah! Se me olvidaba,
Este parrafo: Todos los años a las 8pm salimos al balcón, allí vemos a los vecinos y nos saludamos. Siempre trato de hacer reír a mí a mi amigo , falta una coma o es una repetición?
Hola, Carlos.
Tu relato me ha parecido muy dulce y evocador. ¿Sabes que yo he pensado muchas veces eso de hacer un parón una vez al año para darle un respiro a la tierra? Estos días estoy viendo un cielo muy limpio, muchos animales por las calles y la lluvia que corresponde al mes de abril, la que toca para que después los campos se llenen de verde.
Un abrazo