—Se la llevaron vestida de blanco, compadre, el día de nuestra boda.
—¿Estás seguro de que es ella?
—Sí, fuimos novios por tres años. La conocía mejor que a la palma de mi mano, y su sonrisa es inconfundible.
—¿Y qué pretendes hacer?
—Tengo que rescatarla, sacarla de ese lugar donde se encuentra. Necesito de tu ayuda.
—¿Quieres que la robemos del Museo de Momias de Guanajuato? ¿Y qué harás con ella? ¿Acaso piensas llevarla a tu casa y decirle a tu esposa —mi amor, ella fue mi novia en mi otra vida, nos íbamos a casar. A partir de hoy vivirá con nosotros? Bueno, eso de “vivir” es un decir, pues ya ni oxígeno consume la pobrecita.
—Sí, me robaste las palabras. Justo eso pensaba decirle.
—Mira, mejor vámonos a echar unos alipuces, y lo pensamos con calma.
—Pero tiene que ser hoy, esta misma noche.
—¿Y por qué tanta pinche prisa?
—Hoy termina el invierno, y hay cambio de guardia, por lo que es el único día del año que el museo queda sin vigilancia por unas horas. Me lo tengo bien estudiado.
—¿Ya pensaste qué pasará si nos agarran en el auto con una momia? ¿Qué diremos? —Fíjese que se trata de quien fue novia de mi compadre en su otra vida. Se iban a casar y desapareció repentinamente sin dejar rastro alguno. La acabamos de encontrar y estamos rescatándola—. Por favor, compadre, acabaremos en la cárcel, o hasta en el psiquiátrico, si nos va mal.
—Ok, compadrito, te propongo lo siguiente: El día que desapareció, yo le regalé una liga nupcial para que la utilizara en nuestra boda. Era blanca y tenía una rosa roja, su flor preferida, grabada junto a la fecha en que íbamos a casarnos. —Tomó una servilleta y escribió una fecha—. Si la momia no la trae puesta, nos olvidamos del asunto. Por favor échame la mano esta vez.
—Está bien, pero me deberás una grande, y tú sabes que yo me las cobro bien.
Esa noche pasó por su compadre en una Suburban, para que no tuvieran problema al subirla.
Llegaron al museo y violaron el candado.
No había cámaras de seguridad ni alarmas. —¿Quién querría robarse unas momias?—, pensaba la mesa directiva
Se dirigieron, prestos, a donde se encontraba la novia.
—Alúmbrame con la linterna en lo que yo busco la liga, compadre.
Encontrándose en esta extraña posición, escucharon una voz:
—Pero, ¿qué rayos es esto? —increpó el velador, mientras se arreglaba su revoltoso cabello con un peine que sostenía en la mano izquierda, a la vez que encendía las luces con la derecha.
Lo que vio lo desconcertó sobremanera: Un tipo se encontraba acariciando los muslos de una momia, mientras su cómplice lo aluzaba con una linterna.
—Permítame explicarle —dijo el compadre mientras levantaba la vista, buscando los ojos del velador.
Al hacerlo, vio que este llevaba, en el cuello, la liga blanca con el grabado de una rosa roja y una fecha.
—Te lo dije, compa, esa es la liga de la que te hablé. ¿Se puede saber qué diablos hace usted con esa prenda en su pescuezo?
—Por favor, no me delaten. Estoy próximo a casarme y no tenía forma de comprar una. Hace unos días, mientras limpiaba la momia, ví que tenía esta puesta, y como nadie la notó antes, pensé que no la echarían de menos —suplicó, angustiado, el joven velador.
Conmovidos, decidieron contarle toda la historia.
—Yo estoy seguro de que el bebé momia fue mi hijo en otra vida —confesó—. Por eso acepté el trabajo, que nadie quería, de velador del museo, con tal de estar cerca de él todos los días
Acordaron, entonces, que lo mejor sería que el velador le permitiera visitar, todos los días, por la noche, a su antigua novia.
Lo único que le preocupaba al compadre, era toparse una noche con su viejo amigo, mientras visitaba la momia de quien, estaba seguro, había sido su padre en otra vida.
-FIN-
*
Hola Berumen
Me ha gustado tu relato, aunque he tenido que releerlo varias veces, quizá por el lenguaje que muchas palabras son bastante distintas. Efectivamente me ha sacado una sonrisa. Tampoco entiendo lo del bebé. Felicidades y nos volveremos a leer.
Hola BERUMEN, el relato me sacó una risa por lo que creo cumplio el cometido. Me imagino la cara del velador al ver la escena de los amigos con la momia y me vuelvo a reir.
Lo único que no me quedó claro es la parte de las reencarnaciones.
Porque se habla de un bebé?
Bueno saludos te invito pases por mi relato, es el último.
Wanda
Hola, A. Berumen:
Descacharrante pareja de compadres, me ha hecho mucha gracia el diálogo absurdo y las situaciones que plantea… seguro que esos dos ya llevaban varios “alipuses”. No conocía esta última palabra, pero te la compro para mi repertorio.
En cuanto a lo formal, los signos de puntuación en diálogos nos enredan a todos un poco. Te dejo mi opinión a ver si alguien más puede ayudarnos.
—¿Quieres que la robemos del Museo de Momias de Guanajuato? ¿Y qué harás con ella? ¿Acaso piensas llevarla a tu casa y decirle a tu esposa —mi amor, ella fue mi novia en mi otra vida, nos íbamos a casar. A partir de hoy vivirá con nosotros? Bueno, eso de “vivir” es…