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CIENCIA FICCIÓN FICCIÓN-MT ANDRADE



Tengo idea de haber pensado en este relato hace varios años. También que lo comenté y no gustó.


Dentro de cien años: Hay ciudades de hombres y ciudades de mujeres… un chico y una chica salen de ellas y casualmente se encuentran…


ELLA

René5121, distraída, miraba llover por la ventana de su pequeño apartamento cuando llegó el mensaje: “ha sido seleccionada para ser madre de una niña, si está interesada responda”.


René5121 tenía veinticinco años y conocía todas las opciones que le brindaba la sociedad. En realidad no le interesaba demasiado, nada le interesaba. Puede que le sirviera para cambiar, y, si no resultaba, ¿que es lo qué podía salir mal? Elegiría una imagen que se le pareciera, y ya. Poco tiempo después vendría bajo la forma de una bebé rozagante y un robot para cuidarla.


¿Para qué? Para que formule las mismas preguntas que hice a mi madre y que no supo contestar, como no sabré tampoco yo. ¿Por qué nos inventaron a las mujeres? ¿Para qué estamos?

Después irá a la escuela virtual y aprenderá cuando Julia César invadió las Galias y que se yo cuántas idioteces más.


Se dirigió al aparato y dijo: “respondo sí”. Escuchó la respuesta que no se hizo esperar: “Muy bien. Procederemos. Mientras espera le hemos planificado una recorrida por el lado exterior de la ciudad donde podrá apreciar las cosas naturales. Irá en un vehículo automático. Le recordamos que no podrá descender de él”.


EL

René8710 sentado en su sofá predilecto, mejor dicho, en el único que tenía, miraba llover por la ventana esperando un comunicado positivo. Finalmente llegó: “de acuerdo a su solicitud habrá una capsula disponible para usted y lo llevará a recorrer el exterior de la ciudad donde podrá apreciar las cosas naturales. No podrá descender. Se trata de un lugar peligroso”.


«Eso es lo que quiero, ¡que peligroso ni peligroso!» pensó «quiero justo eso, ver que cosas son naturales, quiero abandonar esta fantasía. No quiero una excursión virtual.

Espero que el viaje sea real. No que entre y salga de un simulador que ha estado quieto todo el tiempo. Tampoco quiero que me pasee por un parque de diversiones como los que existieron alguna vez.


La capsula partió de la plataforma ubicada sobre el piso 250 del edificio que habitaba. Se movió en línea recta y atravesó el muro que limitaba las construcciones y descendió hasta unos diez metros de altura. Hacia afuera se encontraba una enorme zona de tierra seca. Inhabitada e inhabitable. Después de 100 km, según indicaba la pantalla, apareció un cartel: “si desea puede abrir la ventanilla, ver de manera directa y respirar el aire exterior”. «Bien» dijo y desapareció una lámina semitransparente que le permitió estirar su brazo y sentir el viento.


LOS DOS

Él la ve caminando en círculos, deteniéndose, observando en todas direcciones. Permanecer inmóvil, volver a comenzar. «Es extraña. Quizá sea una mujer, de las que me contaron que viven en ciudades rosadas» pensó. Con lentitud se acerca, la acecha con curiosidad. Experimentando sensaciones que no conocía. Entonces le habla.


—¿Necesitas quien te ayude?

—Ayude. ¿Qué significa?

—Nada. ¿Qué sucede? ¿No funciona el propulsor?

—Funciona perfectamente. Se ha detenido la función GPS. No sé donde estoy ni hacia donde dirigirme.

—Mi GPS solo me permite ver doscientos kilómetros con centro en donde vivo. Pero tu, claramente, no eres de ahí. De dónde eres.

—¿Cómo de donde soy? Me preguntas en que edificio vivo, en que piso, cual es el número de mi apartamento. Donde yo vivo no hay hombres. Es más nunca había visto uno, ni siquiera de manera virtual.

—Me sucede lo mismo, a la inversa claro. En mi ciudad solo viven hombres. Espera, me dices que vivimos en la misma ciudad, solo que en pisos o edificios diferentes y con información diferente.

—No sé, no dije eso. Muéstrame lo que registró la cápsula en que viajas.

—No comprendo, vivimos un engaño, como todo. Pensaba que vivíamos en ciudades diferentes, pero no. El registro de tu ciudad se corresponde con el viaje que acabo de hacer. ¡Vaya es el mismo sitio!

—A menos que ambos sean sitios virtuales. ¿No crees?

—No podemos resolverlo. Caminemos un poco aprovechando esta circunstancia tan particular.

—¿Por qué me tomas de la mano?


Resultado: Experimento fracasado. A pesar de su formación no han aprendido a mantenerse independientes. Por lo tanto, al unirse, tenderán a formar un cambio riesgoso para nuestro estadio. Conclusión: postergar las modificaciones que les permitirían interactuar.


Final del relato.

Tom4532

***




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