Aquella noche, como tantas otras, no había conseguido conciliar el sueño hasta bien entrada la madrugada. Pero a diferencia de otras, esa mañana no oyó el despertador y cuando despabiló había pasado más de media hora.
Contrariado por esa coyuntura, decidió no ducharse ni desayunar.
Se vistió rápidamente y cogió el táper amarillo que, junto a una cuchara, le había dejado preparados su esposa antes de marcharse, sobre la encimera de la cocina.
Para no demorarse esperando el ascensor resolvió bajar por las escaleras. Al llegar al tercero se encontró con que la vecina más habladora del edificio salía de su casa, y lo entretuvo algunos minutos preguntándole por la derrama acordada en la última reunión de la Comunidad. La señora no estaba de acuerdo con las decisiones tomadas aquel día, y se negaba a hacer tales ingresos esgrimiéndole sus argumentos.
Disimulaba su intranquilidad mientras escuchaba a aquella mujer, cuando comenzó a llover de forma torrencial. En su cerebro automáticamente vislumbró el atasco circulatorio que se iba a encontrar en la rotonda de salida hacia el polígono industrial.
Se dirigió hacia el garaje pensando qué podría hacer para evitarlo, y eligió tomar un camino alternativo que nunca antes había utilizado. También se propuso conducir deprisa para recuperar el tiempo perdido.
Ya en el coche, a medida que avanzaba en su recorrido, los cristales se iban empañando más y más; al tiempo que las escobillas desgastadas no eran capaces de eliminar la ingente cantidad de agua que caía por segundo. Un día más determinó que debía cambiarlas.
Se pasó casi todo el trayecto abstraído en los pedidos atrasados...; en el progresivo Alzheimer de su madre...; en los pagos extraordinarios a los que tenía que hacer frente...; en ese hijo deseado que no llegaba... Tantas cosas le venían a la mente, que no reparó en el triángulo de emergencia que había sobre el asfalto, alertando de la presencia de un vehículo averiado ocupando la calzada.
Cuando se dio cuenta lo tenía casi encima. Frenó, pero no consiguió detener su coche a tiempo…
Quedó aprisionado, perdiendo el conocimiento.
Los bomberos tuvieron que sacarle de entre un amasijo de hierros.
…
Hoy, sentado en una silla de ruedas, Felipe da charlas a conductores para concienciarles de la importancia de ir bien atentos al volante y jamás exceder los límites de velocidad.