Sentado en la mecedora fumaba mi cachimba bajo la sombra del árbol del cual me
protegÃa del Sol, sentà que me golpeaban suavemente en el hombro y me di la
vuelta, no vi a nadie, pero alguien me habÃa tocado.
—será el tabaco que me tiene adormilado.
Tome un sorbo del Gin Tonic y me arrebuje tumbado pensando en mis cosas.
Al anochecer salà con mis amigos y en medio de las conversaciones y ruidos que hacÃamos los
unos y los otros me fijé en el árbol verde y vi al Hada con su varita mágica señalándome el cielo y sonriendo.
Me despedà de mis amigos hasta el dÃa siguiente que habÃamos quedado en ir a la playa, era
Sábado y el Domingo lo empleábamos en pasar el rato entre las olas, el Lunes ya era dÃa de trabajo.
Al entrar en mi pequeño apartamento en ese momento a oscuras algo me sorprendió, frente a mi tenÃa al Hada que habÃa visto en el árbol de la terraza donde estaba con mis amigos.
No le hice demasiado caso, pero durante el dÃa ya me habÃa tropezado con el Hada dos veces y alguien me habÃa tocado el hombro durante la siesta.
—Debe ser la alucinación que tengo cada vez que el tiempo cambia.
Por la mañana al recoger el coche aparcado en la calle ya que no tenÃa garaje donde guardarlo me di cuenta de que me lo habÃan robado, me habÃa quedado sin coche.
En la parada del autobús que me llevarÃa al trabajo nuevamente alguien me toco el hombro y
me volvà a ver quién era, nadie no habÃa nadie detrás de mà me empezaba a mosquear con
tanto toque.
Llame a la aseguradora para dar el parte del robo de mi coche, se limitaron a tomar nota y ya
me avisarÃan de momento estaba sin vehÃculo y con el parte dado.
Estaba bastante enfadado con el robo del coche y las alucinaciones que de momento me
acosaban sin saber el motivo.
Después del trabajo y subiendo al autobús el Hada me hacÃa señas de que entrase deprisa ya que arrancaba con grandes vaivenes.
Por supuesto al Hada nadie la veÃa nada más que yo, su presencia aparecÃa y desaparecÃa
como por arte de encanto dejándome sorprendido.
Abrà la puerta de mi apartamento y un haz de luz me cegó los ojos, no era luz de las lámparas
sino una luz cegadora y me di de bruces con el Hada que estaba conociendo y fastidiándome con sus apariciones.
—En nombre de Dios te pido, que quieres y a que vienes—le dije.
El Hada no me contesto limitándose a sonreÃr y desaparecer entre la luz cegadora que soltaba en sus apariciones.
—Que me pasara que tengo estas alucinaciones asà de pronto.
No le di mayor importancia a lo que veÃa y además de fantástica el Hada era una descarada.
Sucedió un dÃa, el Hada ya olvidada, paseando por una zona ajardinada de pronto se me apareció de nuevo esta vez con su varita mágica me indicaba que la siguiera, con la varita señalo un terraplén al que me dirigà siguiendo la señal luminosa de la varita.
Nada más estar frente al borde tropecé con una piedra y con el miedo en el cuerpo vi en el fondo a mi añorado coche, robado por un maldito ladrón y según estaba contemplando lo habÃa recuperado el Hada indicándome donde se encontraba.
Baje por un camino y me encontré con el coche que aparentemente estaba impoluto, ni un arañazo, ni roce, limpio en su interior como antes del robo, me di cuenta de que las ruedas eran cuadradas, las llaves puestas me invitaron a arrancar el que era mi vehÃculo, en marcha y con precaucion por las ruedas, manipulando la palanca de cambios salà de allà a toda pastilla.
Ni rastro del Hada que me habÃa ayudado a recuperar mi coche, habÃa desaparecido y me
habrÃa gustado agradecérselo, aunque desconocÃa como hacerlo.
En mi apartamento y exhalando el humo de mi pipa con figuras me sentà agradecido al
Hada, yo que nunca creÃa en algo que no fuera material este suceso me convenció de que lo
Sobrenatural existe.
*