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Estoy tirada en la hierba, rodeada de dientes de león, uno de mis recuerdos de infancia era soplar los frutos para que volaran hacia todos lados, dulce inocencia creer que eran panes diminutos.
Desde el campamento oigo los ruidos de mis otros compañeros, pasé toda la mañana ayudando con el orden y la limpieza. Hoy algunos que sólo haraganean, fuman y toman. Cuando veo a los niños pequeños, no puedo dejar de colaborar con sus madres, son tan tiernos y dulces que es una tarea que puedo hacer con gusto. ¡Qué fecundo es mi país!
Esta noche hay baile, me pregunto si tendré ganas de ir, es extraño porque siempre me gustó bailar, mis primeros compañeros de baile fueron mi padre, tíos y primos; más tarde los chicos de la escuela. Es la primera vez que me separo de ellos, me pregunto si será por eso que no siento deseos.
Salgo a caminar por la orilla del mar, es tan azul y me gusta sentir la arena en entre los dedos de los pies. No conocía el mar, me parece tan fascinante, aunque un pensamiento fiero me nubla esta alegría. Me encuentro con otra adolescente como yo, ni siquiera me mira, está tan distante que no me atrevo a dirigirle la palabra, sin embargo, ya pude hacer amigos, tres chicas y un chico de casi mi edad con los que nos turnamos para ayudar, jugamos a las cartas e intercambiamos historias.
Las carpas están en el bosque cercano, esta tarde hay mucho bullicio, oigo los preparativos del baile, vuelvo a sentir miedo y desgano. Mis amigos me reciben con entusiasmo, me contagian su alegría. Les pregunto si pudieron comunicarse con sus padres y me dicen que es imposible desde el campamento, quizás si subimos al cerro podríamos tener alguna señal. Desde que salimos las comunicaciones fueron muy difíciles, yo nunca pude.
¡Y empezó el baile! Junté valor para cambiarme de ropa y pintarme un poco, no tenemos mucha comodidad, pero nos arreglamos como podemos, escasea el agua y la luz sólo hasta las once de la noche. Bailé con mis amigos, pude perder esa sensación de angustia que me acompañó todo el día. nos reímos a carcajadas. A pesar de tanta alegría no pude dormir, miles de recuerdos se agolparon en mi mente, no pararon las puntadas en el vientre, como tambores indios dentro de mí.
¿Por qué? Porque mañana vienen las barcazas a recogernos de este campamento de refugiados, hacia lo que creo un funesto destino.
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Gracias Toñi, Tirma, Estrella, Helena, Isan y Pepe por las palabras y la indicaciones, ya corrijo los errores. Tenía miedo de leer los comentarios porque me parecía que era muy simple, Fue escrito con el dolor que siento por el drama de los refugiados. Los leo y les comento. Abrazo fuerte para cada uno.
Crisha
Hola Crisha, buen relato, bien llevado desde el principio hasta el final. Consigues poner al lector de parte de la adolescente y más todavía con el inesperado final.
Hasta pronto, Vibe(20)
Todo un acierto la primera persona para este relato, Crisha. Si lo hubiera contado un relator omnisciente no tendría un efecto tan cercano, humano y sensible.
El comienzo es delicioso, como te han dicho, no hace intuir para nada la situación real de una refugiada.
Habla una joven adolescente (con la voz apropiada), que siente nostalgia de los tiempos felices pasados, y también incertidumbre, miedo al porvenir. Nos haces, Crisha, el maravilloso regalo de enfocar la vista y mirar el mundo a través de la experiencia de esta adolescente, y de una manera tan sencilla que resulta encantadora. No queda otra que ponerse de su lado.
Te felicito por este trabajo tan bien hecho.
Hola, Crisha:
Me ha gustado no solo la habilidad con la que has sabido construir la estructura y trama de este relato, sino también la reflexión de su contenido.
Ayudándote de un narrador en primera persona que trata de atraparnos en una realidad un tanto engañosa, creando falsas expectativas que luego poco a poco terminarán desinflándose como un globo, también nos muestra la cruda realidad de quienes sufren las consecuencias de la violencia en el mundo que habitamos.
He aquí un buen relato, escrito desde la experiencia en el buen uso del lenguaje y por supuesto construyendo una fluida y coherente trama bajo el pretexto de crear conciencia sobre esta problemática de los refugiados.
Un cordial saludo.
Estrella (2)
¡Buenos días, Crisha!
Un relato que sacude conciencias al final con ese giro inesperado. Con pequeñas pinceladas te guía por un camino que parece uno y al final es otro. Has preparado unas expectativas en forma de fiesta para escondernos una dura realizar que se desvela en el último párrafo, poniéndonos los pies en la tierra.
Me ha agradado que empezara con recuerdos inocentes de la infancia de la protagonista, despertando una delicada ternura en el lector.
Revisa algún error pequeño de puntuación como empezar con mayúscula la frase: “nos reímos a carcajadas”.
Un gusto leerte