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Diluvio literario - Helena Sauras - (R)

Las clases de literatura nunca me las saltaba. Prefería hacer campana en otras asignaturas. Hoy el cielo estaba a punto de romperse. Decidí resguardarme en el aula. Al menos podía sentirme afortunado porque este año me había tocado una clase sin goteras.

El profesor empezó a leer un poema y, mientras lo leía, entró en trance: “Con una cuchara, arrancaba los ojos a los cocodrilos…”. Me imaginé en Nueva York como poeta y me prometí que algún día iría allí. La voz grave del profesor retumbaba por toda la clase. La oda del rey de Harlem que recitaba sin detenerse me trasladó a un mundo oprimido. Experimenté dolor y pena. Cuando me di cuenta, mis ojos habían empezado a llover y se habían mojado los apuntes.

Avergonzado, miré a ambos lados, pero nadie se había dado cuenta de mi debilidad. Todos seguían atentos a la última estrofa: "Las barbas llegaban al mar". Se me puso la piel de gallina. Mi piel tostada por el sol a fuerza de trabajar en el campo. Por eso, me había matriculado en aquellas clases. Quería aprobar el último curso del bachillerato y empezar a cambiar mi destino.

El cielo empezó a expulsar la gran sobrecarga que llevaba. Me sentí nube pesada por unos instantes. Las gotas empezaron a ser más densas y caían a gran velocidad. Era una tromba en toda regla. Las cañerías no daban abasto y el patio se empezó a inundar. ¿Sobresaldría el barranco que estaba a pocos metros del instituto? Nunca había visto llover así, con tanta fuerza. Tanta intensidad desplomarse en tan poco tiempo. ¿Se desbordaría el río que rodeaba la ciudad?

Mis miedos empezaron a acelerarse. No sabía nadar. En mi mente, se encendió un triángulo rojo, anunciando la situación de peligro en la que nos encontrábamos. El resto de los alumnos se habían subido a las sillas y el agua había empezado a entrar en el aula.

El profesor lamentó no haber suspendido las clases. Gesticulaba con las manos y creo que veía nuestro final. Moriríamos por un puñado de palabras, dichas con puro sentimiento.

Oímos un fuerte ruido. Alguien derribó la puerta. Respiramos aliviados al ver un casco amarillo. Un equipo de bomberos venía a rescatarnos.

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