Amanecía en Tanumshede, una ciudad de Suecia que en el siglo XIX fue famosa por sus grabados rupestres. Un día de principios del siglo pasado, sin mucho para asombrarse en un pueblo de tan pocos habitantes, empieza esta historia tan singular.
Soy el médico del pueblo, Gustav, un poco orate pero no neófito, por lo tanto con mucha experiencia en las enfermedades frecuentes del lugar, bienquerido por los moradores de la ciudad.
La historia que les relataré es la de Gertrudis, una hermosa joven de quince años, sonrisa amplia, ojos vivaces y voz cantarina; hija única de un matrimonio sin hijos, los tres se encargaban de atender una abacería de ramos generales. Sus padres me llaman esa mañana muy asustados para que revise a su hija porque hace varios días que no puede hablar, sólo balbucea suavemente. Estaban tan alterados que les dije:
- ¡Basta de tanta perorata! ¡No se aflijan tanto, en un rato iré! Estaban tan nerviosos que dejé de desayunar y me dirigí a su casa en mi carromato. Ahora viene lo mejor:
Revisé a la joven con ahínco, suspiraba a medida que yo controlaba su presión arterial, sufría de hipotensión, un síntoma muy delicado que provocaba soponcios con frecuencia. Las mejillas estaban descaecidas, unas ojeras hundidas y oscuras daban un mal aspecto al hermoso rostro, en suma, su cuerpo estaba enclenque. Al revisar su faringe, estaba blanca y húmeda por lo tanto no había motivos de mudez.
Llamé a los padres y les dije que necesitaba hacerle una sangría, que permitiría una desintoxicación de todo su cuerpo. Fue entonces que la madre me llama para hablar conmigo a solas:
- Estimado Gustav, tengo que confesarle algo muy delicado. Hace varios meses que mi hija se encuentra con un joven llamado Gilbert en las ruinas rupestres del pueblo. ¡Todos sabemos los riesgos que esto puede provocar! Es un lugar sibilino y sobre el que se tejen muchas leyendas horripilantes. Mi esposo no sabe nada.
Entonces recordé a Gilbert, un mozo barbián, despierto, vago y arrollador, manos fuertes y grandes que ayudan a su padre en la granja. Hablador y con un buen sentido del humor.
-Esperemos que pasen unos días y luego veremos si mejora, le daré estas pócimas que deberá ingerir con premura- les dije con tranquilidad.
Les confieso que las medicinas que le receté eran agua aromatizada con hierbas medicinales. Como les dije antes, conozco todas las dolencias de la gente de la ciudad, en este caso no había dudas.
Ahora estoy con Gertrudis y Gilbert, que gozan de perfecta salud. Desde la otra habitación se escucha un dulce vagido.
*
¡Gracias Jesús alias Berumen!
Estoy de acuerdo con las correcciones.
Nos seguimos leyendo.
Abrazos
Crisha
¡Hola Laura!
Gracias por lo del título, me costó decidirme; me encanta cuando escribís que se paladea.
Coincido en mis problemas con los verbos. ¡Ay, qué vergüenza!
Te mando cariñosos saludos
Crisha
¡Muchas gracias Chaval!
Volveré a leerlo en vos alta para controlar tus sugerencias.
Nos seguimos leyendo.
Cariñosos saludos
Crisha
¡Buenos días Luis!
Gracias por leerme.
Me parecen adecuadas tus correcciones. Es cierto lo de los guiones, lo corregiré. El único hasta ahora que encontró el término descaecidas. ¡Bravo!
Te mando un fuerte abrazo.
Crisha
Gracias Jorge por la ternura con que realizas tu comentario. Te mando un fuerte abrazo.
Crisha