Mira por donde a Pablo cuando se acuerda de aquellos sujetos se le revuelven las tripas.
Resulta que cuando trabajaba en la empresa cada Fin de Año Nuevo a todos los trabajadores de Oficinas el jefe acompañado del Director Comercial los convocaba individualmente a una reunión en la que se le mostraban las calificaciones obtenidas durante el año.
La escala de colores era desde Azul hasta Rojo pasando por Verde, Amarillo, naturalmente el
Azul era de alta calificación y el Rojo deficiente, el documento de la composición de colores que le mostraban aquellos cabrones trataba de pasar por los ámbitos de trabajo que ellos consideraban:
Calidad del trabajo, cantidad, conocimientos técnicos, relaciones con los compañeros y la empresa etc.
De la calificación final nacÃa la subida de sueldo que a cada uno le asignaban y lógicamente como las calificaciones resultantes no eran todo lo buenas que según ellos tenÃan que haber sido la subida de sueldo siempre era cicatera.
Ningún Azul, algún verde, mayorÃa amarillos y abundantes rojos. Esa era la calificación final tan subjetiva que olÃa a algo raro.
El motivo según ellos era que el rendimiento estaba en un 80% del normal de un trabajador.
Nunca 100%. Pablo decÃa que el juicio de valor que ellos esgrimÃan era lo que le perdÃa la aceptable subida de sueldo. En aquellos años Pablo con 20 años y el Servicio Militar próximo, ahora con la perspectiva del tiempo le queda ese consuelo que seguramente era joven y además tenÃa que marchar a la mili.
Con los años y por diversos conductos se entera de que el Director Comercial que tanto lo atormentaba con los colores y el sueldo habÃa trabajado en otra filial de la misma empresa desempeñando un cargo para el que no estaba preparado o no le gustaba y su trabajo no lo desarrollaba bien.
Lógicamente sus jefes estaban muy descontentos.
De modo que aquel sujeto habÃa sido un inútil y por cosas de la vida ahora estaba desempeñando un puesto que puede que estuviera preparado pero hacia polvo a gente que por ser joven seguramente y no caerle bien lo fastidiaba año tras año.
Con el tiempo Pablo con más responsabilidades en la empresa alguna ocasión hablo con el Director, ahora ya el trato era diferente y Pablo conocÃa más cosas del sujeto acordándose lo que le habÃa hecho pasar ocupando un cargo con poder y empleándolo, Pablo pensaba que era injusto.
También era una opinión subjetiva paralela a un juicio de valor por parte de Pablo, aunque los recuerdos a pesar de los años pasados estaban a flor de piel.
En alguna reunión con personas ajenas a la empresa el Director se jactaba de que tenÃa una Guardia Pretoriana y efectivamente durante su gestión en la empresa disponÃa de su Guardia Pretoriana que no eran otros si no los responsables de departamento y el que no pertenecÃa a esa elite poco pintaba en las grandes decisiones de la empresa. Seguramente eso pasa en la mayorÃa de las empresas.
Aficionado a leer libros de ficción a veces se expresaba con algún comentario temerario leÃdo en los libros que leÃa.
Fantaseaba de conquistador de mujeres pero las malas lenguas decÃan que bajo cuerda le pagaban a las que según el conquistaba, el representante de la zona por ejemplo que la empresa tenÃa en las provincias del Norte y si viajaba le conseguÃa mujeres que le hacÃan creer que las habÃa conquistado en la cafeterÃa del hotel donde se alojaba lógicamente ignoraba como habÃa conseguido la “conquista “ y el precio acordado por el representante.
En el fondo lo que este representante querÃa conseguir era pertenecer a la Guardia Pretoriana que tantos beneficios conseguÃan los que estaban a su lado. Nunca lo consiguió. Roma no paga a traidores.
El resumen de la gestión de este Director al frente de la empresa se puede valorar en algún color Verde, abundancia de Amarillos y gran cantidad de Rojos.
***