—Buenos días, habla Brenda. ¿En qué puedo ayudarlo?
—¡Hola! Mi nombre es Brad Pitt y necesito un turno.
—¿Qué?
—Que necesito un turno, amor.
—Un momento por favor. — Y colgó el teléfono. La maldita colgó el teléfono. Luego de tres intentos que finalizaron de la misma forma, decidí que lo mejor sería ir personalmente. ¿Qué no sabía quién era? ¡Ja!
No me gustaba realizar esos trámites personalmente, no tenía tiempo para esas cosas. Pero Brenda me había hecho enojar y ya no me importaba sobrevivir a los paparazis o a los fans. Tomé las gafas más oscuras, una gorra y salí a la calle. ¡Maldito clima! Con esas nubes, las gafas llamaban aún más la atención.
Por suerte, todo estaba tranquilo. Ningún fotógrafo al acecho o mujeres persiguiéndome. Todo perfecto.
Pasé por el frente de un quiosco y noté que era un buen día para mis golosinas favoritas.
—¡Buenas tardes! Unos aguijones por favor.
—$47,50 —murmuró el vendedor con mal humor.
—¡Que día eh! ¡Solo dan ganas de dormir!. Tengo $45 ¿Está bien?
—Son $47,50.
—Es que salí apuradísimo…— dije mientras me sacaba las gafas— ¿No podrás perdonarme esta vez?
—No.
—Pero… «¡Pero vamos, hombre! ¡Si en esa misma revista brilla mi foto, diciendo que acababa de ganar un Oscar! ¿Es que ya a nadie le interesa el cine? ¿Ahora si no haces videítos nadie te conoce?» —¡Deja, gracias! Y me fui sin mis caramelos.
Había caminado varias cuadras cuando un joven alto vino corriendo hacia mí. No estaba de humor para tomarme fotos, o sonreírle a nadie.
—No, pibe, hoy no. — El joven, evidentemente sorprendido levantó una ceja. Luego de un intenso cruce de miradas, soltó una carcajada. —Bueno, está bien, solo una foto.
—Siempre me haces reír con tus boludeces. Dejate de joder y vamos. El Elefante nos espera.
Estaba claro que se trataba de una confusión, así que simplemente seguí mi camino. Instantáneamente, un pie en mi espalda me hizo rodar sin aire. El mismo joven me miraba desafiante. —Te dije que vamos.
—Estas confundido. No soy quien buscas. Me llamo Brad, Brad Pitt.
—¿Eh? —Y soltó otra carcajada. Esta vez, una más sincera. —¡Cierto! ¡Vamos galán! Vamos a Hollywood —Y me levantó del suelo sin ningún tipo de esfuerzo.
—¿A dónde vamos?
—Ya te dije. A ver al Elefante. ¿Así que sos pícaro y no pagas tus deudas?
—No soy quien pensas. ¡No conozco a Elefante, no le debo nada a nadie y estaba yendo al médico! —Esta vez, la sonrisa del chico se apagó, la situación parecía no divertirle más. En silencio siguió tirando de mi brazo. Me pareció un buen momento para negociar con él, explicarle que si me soltaba en ese mismo momento, no le iba a contar nada a la policía, de hecho, no le iba a contar nada a nadie y lo dejaría pasar. Pero cuando quise hacerlo su teléfono sonó y cuando colgó, me dijo algo así como el jefe había tenido un accidente, pero que me esperaba a las diez donde siempre y se fue corriendo «¡Pendejo boludo! Seguramente alguien le aviso a quien estaba maltratando y en el lio que se estaba metiendo».
Incrédulo de mi día y de muy mal humor, continué caminando hasta llegar a destino. El ascensor no funcionaba y tuve que subir tres pisos yo mismo. «¡Ahora sí que Brendita me va a escuchar!» No quise evitar entrar a los gritos. —¿Nadie sabe que me gané un Oscar ayer? ¿Nadie entiende que no tengo tiempo para estas cosas? ¡Solo quiero un maldito turno!
Mis gritos quedaron silenciados por los de Brenda. Que estaba cansada de trabajar así, que nadie le gritaba asi, y que ya quisiera verme como Brad. ¡¡La descarada!!
—¡Sara! ¡Te buscan! —gritó. Una mujer canosa se acercó para llevarme a un consultorio. Brenda estaba de suerte.
—Oscar, antes que nada, voy a pedir que te calmes.
—¡Es que me cortaba el teléfono! ¿Oscar? Si yo soy…
—¿Brad Pitt? —Y acercó un espejo a mi cara —. Vamos de nuevo: Todavía no sabemos porque, pero recientemente comenzaste a sufrir pérdidas de memoria temporales, a veces asumís personalidades que no son las tuyas. Hoy elegiste una muy curiosa— E hizo una larga pausa. —¡Y menuda personalidad elegiste!— dijo mientras se reía a carcajadas. —En fin, me alegro que hayas venido, pero vamos a hablar de otra medic…
Mientras tanto, yo solo veía el reflejo repetir una y otra vez “Pero si yo soy el maldito Brad Pitt…”
Hola Carla, muy ingenioso y divertido tu relato. Lo disfrute mucho, gracias por comentar mi relato y disculpa la tardanza en comentar el tuyo. Saludos.
Buenas, Carla.
Un relato muy original. Me ha gustado y me ha hecho querer leerlo hasta el final para saber si realmente era Brad Pitt. Muy bien llevado. Un saludo.
Hola Emerencia!
Gracias por pasar! Me alegra que te haya gustado el relato. Un saludo!
Hola Osvaldo!
Jajaja me hizo reír tu comentario! Los locos siempre son bienvenidos por acá! Gracias por pasar y por tu comentario.
Saludos a todos y nos reencontramos en Marzo
Hola Brenda.
Por favor lee mi comentario hasta el final no quiero verme en la necesidad de visitar tu casa.
Te voy a pedir de favor que ignores a Brad Pitt. Él sabe, que no es digno del Oscar que recibió y quiere de ti, como guionista de mentes que eres, el apoyo y tu anuencia. Con eso, se sentiría merecedor de dicho reconocimiento.
Sé que, él va en tu busca, anda como loco y trae mucha hambre. Tú, simplemente dale $ 2,50 que necesita para completar unos aguijones y mándalo al carajo.
Quien sí se merecía el premio era Tom Hanks.
Te comenta Joaquín Phoenix, el “Joker”
Hola Carla Daniela. La originalidad de tu texto: Excelso.
Te felicito y…
Hola Carla, qué divertida historia y el final genial, ¡ignorado el Brad!, eso no hay ego que pueda superarlo. Un abrazo