El escorpión mágico -Kirby- (R)

Hay varias teorías sobre el origen del escorpión mágico, insecto cuyo pinchazo es capaz de resolver problemas y brindar felicidad. Algunos creen que su madriguera yacía cerca de una planta nuclear y esto lo habría dotado de tan extrañas habilidades, otros aseguran que es el regalo de un dios pagano a una muchacha mortal de quien se habría enamorado perdidamente. Pero yo conozco la respuesta, yo, poseedor de tan preciada criatura única en el mundo, o al menos eso creen todos. La verdad es que el original se me perdió hace varios años y tuve que salir de urgencia al campo a buscar otro ejemplar. Se preguntarán ¿tiene también poderes este escorpión impostor? No, ni este, ni el original, ni los otros cinco que tengo de repuesto. Es que no tengo ningún escorpión mágico, radioactivo o divino, solo bichos corrientes que capturo en la finca de mis primos y los uso para estafar crédulos. Simplemente monto una escena algo ritualista, pido a ingenuos clientes que se desvistan completamente y se acuesten en una camilla, prendo un par de inciensos baratos, pongo música africana y suelto al insecto sobre la panza de mis desnudas víctimas. Esta es mi parte favorita; tiemblan, sudan, lloran del miedo, ¡y el pobre bicho ni aguijón tiene! Se lo extirpé, obviamente, después de todo un cliente muerto no puede pagar. Simulo el mortal pinchazo del insecto clavando suave y disimuladamente un bisturí afilado en sus caderas hasta ver salir una gotita de sangre, luego retiro el inocente bichito y les convido un vaso de agua para evitar desmayos, pero he aquí la trampa. Verán, de joven no tuve las mejores influencias y probé algunas sustancias de las que no estoy orgulloso. Una de estas era un ácido que, tras consumirlo, despertabas con una intensa sensación de bienestar. Simplemente diluyo un poco de esta sustancia en agua y listo, mis clientes despiertan dos horas después sin recordar bien que hacían ahí, pero extasiados de felicidad. Esta sensación perdura entre una semana o dos, podría prolongarla más, pero prefiero no hacerlo para que vuelvan seguido. Y eso es todo, básicamente me pagan por drogarlos, ¡qué hasta les cobro por una foto con el bicho! Como si fuera uno de esos elefantes vietnamitas que están de moda ahora. De todas maneras, el verdadero negocio lo descubrí por accidente tiempo después de haber comenzado este oficio. Estaba atendiendo a una hermosa joven estudiante de derecho que vino porque tenía problemas para pasar sus exámenes; se sentaba a estudiar, pero miraba los libros por horas sin poder leer dos párrafos seguidos, que ya estaba desconcentrada mirando un punto fijo de la hoja o la pared, y pretendía que mi escorpión mágico la cure. Eso fue hace dos años, el tiempo que llevamos casados. Verán, nadie creería que una mujer como ella; rica, joven, bella, estaría con alguien como yo, y tienen razón, ella nunca me habría desposado voluntariamente y de hecho no lo hizo. La sesión iba como todas, ella estaba profundamente dormida bajo los efectos de los psicoactivos que le había introducido. La miré, se veía hermosa en esa burda escenografía de telas árabes e inciensos ordinarios… no me miren así, seré un estafador, pero no soy ningún enfermo como para aprovecharme de su inconciencia alimentando fantasías voyeristas. Busqué una manta, cubrí su cuerpo tapando esos redondos pechos que miraban al techo, me acerqué a su oído y le susurré: “Desearía que alguien como tú quisiera hacer el amor conmigo”. Al cabo de dos horas despertó, me miró y se abalanzó sobre mí con la lujuria de un soldado tras años de castidad. La verdad es que nunca logré que pase ningún examen, al parecer, por más susurros deseándole amor hacia las leyes y el derecho, mi poción no puede brindar inteligencia a quien no la tiene, así que opté por virar sus ambiciones profesionales en un profundo deseo por ser mi bella asistenta personal para este negocio que, al descubrir sus poderes hipnóticos, decidí modificar dejando de atender adictos depresivos y viejas con problemas de verrugas para controlar a empresarios, celebridades y políticos. Ahora tengo un enorme abanico de influyentes esclavos bajo mí manga, prácticamente soy el dueño de esta ciudad y no les sorprenda que, con la ayuda de mi escorpión mágico, algún día controle todo este bendito país.