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Ismael Tomas

El medico del espejo - Ismael Tomas- (R)



Remigio Pérez había terminado, por fin la carrera de medicina cuando tenía la edad de treinta y nueve años.

Por varios motivos tuvo que interrumpirla en diversas ocasiones. Un par de asignaturas le costaron demasiado tiempo de aprobar, repitiéndolas en más de una ocasión.

Durante el periodo universitario, a causa de no disponer algo de dinero sobrante, intervenía en un grupo musical donde además de encargarse del teclado del órgano electrónico le gustaba mucho cantar, y no se lo hacía nada mal. Algunos días, después del estudio, en la habitación de la universidad, hacían los ensayos para después intervenir en alguna boda o evento como animación, sobre todo en fines de semana.

Por contactos de la familia, pudo empezar a trabajar ejerciendo de médico de familia en varios pueblos de Castilla la Mancha como médico rural, alrededor de Guadalajara. Tenía su consulta en un pequeño pueblo aunque, varios días a la semana, se desplazaba por los del alrededor para visitar a algún paciente que no podía ir a su consulta. Así atendía en más de seis pueblos, por lo que parte de su tiempo lo pasaba viajando. Por supuesto, su afición a la música quedo en el olvido por falta de tiempo, aunque en lo añoraba mucho.

Antes de terminar la carrera su abuelo, antes de morir, le regalo un maletín de medico, muy antiguo, que estuvo usando durante su ejercicio al igual que haría Remigio en el futuro, de pueblo en pueblo.

Dicho maletín, de cuero negro, con un pesado broche de cierre, contenía algún instrumento de observación y un curioso espejo de mano, enmarcado en madera de ébano, realmente bastante feo.

Su abuelo le indicó que el espejo tenía poderes mágicos, que cada vez que tuviera alguna duda en el diagnóstico de un paciente, sacara el espejo del maletín y se mirara en él, que prontamente encontraría un remedio.

En principio, Remigio no creía lo que su abuelo le había indicado pero, un día, con un paciente que llevaba varios años con una dolencia que le tenía muy preocupado, ya que ningún médico había sabido diagnosticarle acertadamente, Remigio sacó el espejo del maletín y se quedó mirando su reflejo muy atento, quizá para verse la cara de ignorancia que tenía en ese momento.

De pronto, una idea le vino a la cabeza, se trataba de una enfermedad muy rara y fugazmente le pasó por la imaginación el remedio, a primera vista absurdo, proponiéndole un tratamiento muy específico, que después, y en muy poco tiempo, habría dado con la solución de la dolencia.

Poco tiempo después, este paciente visitó de nuevo a Remigio, eufórico, dándole la enhorabuena. Sus males habían desaparecido.

Remigio empezó a usar el espejo cada vez que tenía alguna duda en su trabajo, acertando siempre, de pleno, en los diagnósticos.

Este hecho se repetía cada vez más asiduamente, otorgándole una fama extraordinaria.

“El medico del espejo”, como le llamaban muchos colegas y pacientes, resolvía ya muchos diagnósticos de otros médicos que, al ir enterándose, le llamaban para consultarle alguna dolencia a lo que este, con solo mirarse en el espejo, daba a su compañero la respuesta, siembre acertada.

Tal fue la fama que adquirió en la zona que, a su muerte, a los casi ochenta años, el ayuntamiento del pueblo natal erigió una estatua de bronce en honor a Remigio, en la plaza principal del pueblo. Su figura, apoyada en un bastón que ya se vio obligado a usar al final de su vida, estaba acompañada al lado de sus pies por un maletín también de bronce del que asomaba un pequeño espejo.

Hoy todavía sigue presente en la vida de mucha gente, debido a que cuando alguien en el pueblo, se cura de una larga o complicada enfermedad, por la noche se ve un pequeño haz de luz que sale desde el espejo asomado a su maletín.

*





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7 Comments


Chido tu relato, Ismael. Me recordó a Maclovio. Nos estamos leyendo. ¡Salud!

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Hola Ismael

Muy recursivo tu cuento con el asunto del espejo. El cuento está bien redactado, con un narrador en tercera persona, que va llevando el ritmo del relato. Es fluido y coherente. Me queda al final que pasó con el espejo, dado que el que hay en el monumento, entiendo es una réplica, al igual que el maletín. Si fuese el original, no habría durado un día al pie de la estatua, porque todo médico o cualquier tegua quisiera tenerlo. Considera esta posibilidad y le daría más solidez al cuento.

Algunos asuntos de tildes:

El medico del espejo El médico, MÉDICO LLEVA TILDE.

Un par de asignaturas le costaron demasiado tiempo de aprobar, repitiéndolas en más de una ocasión.…


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Saludos Ismael en primer lugar darte las gracias por haber leído mi relato y tomo nota de tus observaciones las tendré en cuenta para los próximos.

Leyendo tu relato me ha gustado como describes la utilización del mágico espejo y las soluciones que le vienen a la cabeza.

Los detalles técnicos ya te los han indicado mis compañeros y a mi me hubiera gustado saber quien heredó el famoso espejo.

Confío en seguir leyéndonos.

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Pepe Espi Alcaraz
Pepe Espi Alcaraz
Sep 20, 2022

Hola, Ismael. Me resulta un relato muy entretenido, a la par que imaginativo. La de un médico con su maletín mágico, uno que a priori, con la primera frase se antoja holgazán, pero que después resulta que no.

En cuanto a forma señalarte varias cosas:

->Tema comas: Remigio Pérez había terminado, por fin, la carrera de medicina cuando tenía la edad de treinta y nueve años.


Por varios motivos, tuvo que interrumpirla en diversas ocasiones. Un par de asignaturas le costaron demasiado tiempo de aprobar; repitiéndolas en más de una ocasión.


-->Repetición de palabras que suenan muy próximas: intervenía en un grupo musical donde además de encargarse del teclado del órgano electrónico le gustaba mucho cantar, y no se lo…


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Jesus Felix Gomez
Jesus Felix Gomez
Sep 19, 2022

Hola, Ismael. Muy buen relato, aunque coincido con lo que ya te dijeron con anterioridad. Creo que en la oración “demasiado tiempo de aprobar…”, debería ser “demasiado tiempo en aprobar…”. La falta de varias tildes es muy notoria, no solo en “médico” ( palabra que, por cierto, se repite mucho), sino en varias palabras más. También noté un “siembre”, que debería ser “siempre”. Por último, en lo personal no creo que tener un espejo “mágico” sea precisamente un don. Espero te sirvan mis humildes observaciones. Enhorabuena, mucha suerte y un abrazo.

(A BERUMEN, 5).

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