Todas las mañanas, salía yo de mi casa rumbo a la escuela. El recorrido, aunque en realidad era muy corto, lo disfrutaba mucho. Solo me inquietaba, cuando pasaba por un extraño triángulo amarillo pintado sobre la acera, frente a la vieja casa abandonada. No entendía en realidad qué quería decir, ni quién y por qué lo había pintado ahí. Cuando le preguntaba a mi mamá al respecto, solo me respondía; “eres aún muy pequeño para entenderlo, hijo, algún día lo harás”. Su respuesta, en lugar de tranquilizarme, me inquietaba aún más. Así pasaron varios años, hasta que un día, pusieron un letrero de “SE VENDE” en la casa abandonada. No pasó mucho tiempo antes de que alguien la comprara. A los pocos días, una cuadrilla de trabajadores, plomeros, carpinteros, jardineros y todo tipo de especialistas, se dieron a la tarea de remodelarla. Yo no entendía por qué la prisa en arreglarla, después de que tantos años había pasado prácticamente desapercibida. Un día, observé por la ventana y vi que a pesar de que estaba lloviendo, todos los trabajadores se encontraban laborando, pero en lo particular había uno de ellos que llamó mi atención, pues se encontraba agachado tratando de borrar del piso el famoso triángulo amarillo. Me puse mi gabardina y salí de la casa, dirigiéndome a donde se encontraba. Al llegar, logré ver que tenía una serie de recipientes con lo que parecían ser sustancias limpiadoras y desmanchadoras. Lo más extraño de todo, fue que noté que tenía una cuchara con la cual trataba de raspar el triángulo. Al preguntarle por qué utilizaba una cuchara en lugar de otra herramienta, solo me contestó: --No lo sé. Juraría que en la mañana, al salir de casa, eché a mi caja de herramientas un cincel y un martillo, pero al llegar aquí todo lo que encontré fue esta cuchara. De seguro con las prisas, dejé mis herramientas sobre la mesa y por error eché en mi caja esta cuchara, aunque lo más extraño de todo, es que no corresponde con el juego de cubiertos que yo tengo en casa. —¿Y por qué tanta urgencia en borrar este triángulo? —le pregunté. —Yo solo recibo órdenes —me contestó—, aunque existe el rumor de que hace muchos años un niño, mientras jugaba en el parque de la esquina, cayó de una resbaladilla golpeándose la cabeza, falleciendo al instante. Esta era su casa, donde vivía con sus papás y su hermanito. Dicen que su mamá enloqueció de dolor, y pintó este símbolo para que todo el que pasara por aquí recordara la tragedia, y así nunca se olvidaran de su hijo. Me quedé acompañando al hombre hasta que, después de varias horas, y con la cuchara como única ayuda, logró que el triángulo desapareciera por completo. Al día siguiente, al asomarme por la ventana, vi a un niño vestido de marinerito que se encontraba agachado pintando otra vez el triángulo amarillo. Salí corriendo de mi casa, pero para cuando llegué al lugar, el niño ya había salido corriendo rumbo al parque. Corrí tras él, y al llegar al parque lo perdí de vista; este se encontraba vacío por completo. Un par de días después, el mismo hombre se encontraba, una vez más, tratando de borrar el dichoso triángulo. Lo más curioso de todo, es que intentaba hacerlo con la misma cuchara que la última vez. ¿Será que una vez más olvidó sus herramientas sobre su mesa del desayunador? —pensé—. No lo sé en verdad, de lo único que estoy seguro, es de que aunque la casa fue remodelada por completo, y ocupada por sus nuevos dueños, han pasado ya muchos años y el triángulo amarillo permanece, impoluto, en el mismo lugar. -FIN –
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A Berumen, tu cuento misterioso y atractivo,se lee de corrido sin problema. Como tiene un origen trágico se creó la leyenda. Tal vez al ser narrada de boca en boca se ha ido transformando.
Bien escrita, cumple el reto. Saludos, Esther(49).
Muy buen cuento Berumen, ¿acaso se pueden borrar los recuerdos?
Está bien hilvanado dando un sentido mágico a la cuchara que ayuda a crear intriga y a mantener la tensión en el texto de principio a fin.
Te felicito
Verso suelto (41)
Buenas tardes, A. Berumen:
¿Hay algo más atractivo, para un escolar, que una casa abandonada de camino al colegio? Tuve la suerte de disponer de una, con entrada de verja incluida. Naturalmente, mis amigos y yo no pudimos vencer la tentación de allanarla. Inolvidable la bronca que nos echaron nuestros padres...pero mereció la pena.
Nos encontramos con al menos dos misterios en un corto relato, de los cuales el de la cuchara, me parece un poco forzado, como para cumplir con el reto. Las otras dos palabras triangulo y amarillo, estaban predestinadas en algunos casos a simbolizar una advertencia.
También he encontrado alguna obviedad, (observé y vi, sustancias limpiadoras y desmanchadoras...). Me puse mi, suena algo cacofónico, así como alguna…
Un buen relato donde me queda la duda de quien pinta el triangulo amarrillo. Un saludo José María.
Muchas gracias Emerencia y Amadeo por sus comentarios. Este relato es la continuación del que publique en el reto anterior (diciembre), y espero continuar con el cuento en los siguientes retos. Me alegra les haya gustado. Un abrazo.