La foto (A) podría evocar “El paraíso perdido”.
Hoy, cuando tras levantarme he echado un vistazo al espejo de la entrada, he visto a un hombre envejecido, desfigurado y lleno de miedo, sin esperanza. He pretendido dirigirme a él para preguntarle que le pasaba, por qué ese decaimiento y, avergonzado de su cobardía, entre sollozos ha escondido la cara y se ha marchado. Todo ello me ha hecho reflexionar.
Al poco ha regresado y cubriéndose la cara con las manos me ha confesado que de aquél que hace unos años rompió de un puñetazo el espejo al intentar romperle los morros al fulano que al otro lado del cristal le hacía momos y la burla, no queda nada. Todo el ímpetu y la resolución que le embargaban cuando sin dudarlo dejó la casa y se marchó a pescar al Delta del Ebro, ha desaparecido, al igual que el brazo de tierra al que llaman El Trabucador.
En aquella ocasión hubo de luchar contra una maldita lubina que pretendía burlarse de él haciendo que quedara empapado y como el gallo de Morón. Solo pescó un tremendo enfriamiento que a base de coñá y sudor, combatió. Hasta el coche le gastó una mala pasada (me dice otra palabra que no me atrevo a escribir) pues las ruedas se fueron hundiendo en la arena. A pesar de ello, todavía tuvo ánimos para al volver a casa y tras comprobar que el desgraciau que le hacía momos refugiándose al otro lado del espejo, seguía allí, como el dinosaurio de Monterroso, se marchó a la Puerta del Sol de Madrid a meter bulto y apoyar a las gentes que la tenían armada en el 15 M.
Pero ahora todo es diferente, los años no pasan en balde. Más todavía cuando desde todas partes no dejan de bombardearte con la misma cantinela: “Hoy han muerto más que ayer pero menos que mañana” “A los mayores de ochenta, ya los dejan a su suerte” “El ochenta por ciento tenía más de setenta años”, y así van desgranando todas las noticias positivas en un afán de protagonismo indignante por parte de la televisiones y los diarios. Y como las desgracias nunca vienen solas, los delincuentes políticos de la oposición, lejos de apoyar, se dedican a malmeter, o como diría mi abuelo, a tocar los cojones.
Así que estoy muy desmejorado, la moral por los suelos pues no le veo fin a esto. Por cualquier motivo me emociono, se me pone un nudo en la garganta y las lágrimas las tengo a punto de emerger e invadir mis ojos. No sé qué va a ser de mí, no hay lugar en el cual esconderse o arrimarse a esperar que todo se aclare. Porque ahora estamos confinados en cuarentena y cada día, a pesar de llevar casi tres semanas de cautiverio, las muertes van en aumento y los contagiados también.
¿Qué pasará cuando liberen a la jauría tras cuatro o cinco semanas confinados? Un desastre, vuelta a empezar. El virus seguirá a la espera de colonizar cuerpos indefensos; los curados o fuera de peligro camparan a sus anchas y los grupos de riesgo, entre los que nos encontramos no lo olvides, o bien nos quedamos en casa confinados pa seculá seculorum o indefectiblemente acabaremos en el hospital o en una urna.
Y a las ocho, cuando la ovación, la emoción me impide articular palabra. Escucho la canción “Resistiré”, y las gafas se me empañan. Tengo a mi madre encerrada en su casa a cal y canto. Hace más de quince días que no la veo, aunque hablo por teléfono con ella. Lo de mi suegra es más difícil, pues está clausurada la residencia de ancianos donde está hospedada y no se pueden realizar visitas; mas como está como una tapia y solo se puede hablar con ella en persona personalmente, hay que llamar de vez en cuando para que te digan como siguen todos. Menos mal que allí no se ha contagiado nadie que por ahí ha habido verdaderos dramas y mortandad en algunas residencias. Así que ¿cómo quieres que me encuentre?
—Tienes razón, a mí me pasa exactamente lo mismo. Y nos fundimos en un profundo abrazo.
Nota de Café Literautas:
Nuestro compañero, Amilcar Barça, penosamente ha tenido problemas en poder realizar comentarios a los compañeros, responder a los realizados en su propio texto. Por lo que él ha tomado la decisión de no continuar en el blog, por los múltiples problemas que se le han presentado y que han sido imposibles de solventar.
Esperamos que a futuro podamos tener su regreso, ya que este espacio siempre estará dispuesto a recibirle.
Hola Amílcar.
Me alegro que hayas vuelto, aunque pareces algo "bajoneado", como se dice por estas tierras.
Me encantan las expresiones coloquiales, dan color al texto.
No dejes de escribir, aunque tengas problemas con los envíos. Seguramente desde algún lado se te tirará un "pial".
Tal vez mi situación sea diferente a la de ustedes. Vivo en una pequeña ciudad, en Argentina, donde hay cuarentena desde una semana luego al inicio de la de España, donde no hay mucho contagio y sòlo hubo dos casos que ya han sido dados de alta. Nuestro problema (como en todas partes) es económico, y nos cuidamos.
Amílcar, no desfallezcas. Todos estamos en el mismo barco. Si te cansas de remar, no dudes en…
Un saludo Amilcar:
Es una alegría leerte por estos barrios. Te pediría por favor que no sea la última, pues se te echa de menos, licencias "ácratas" incluidas.
Esta vez nos has hecho una reflexión sobre una crisis sanitaria, que es prólogo de otra económica, casi más cruel puesto que sería evitable si no fuese el egoísmo una característica muy frecuente en el género humano. En fin, saldremos de esta, y como siempre tendremos que apoyarnos en los de siempre. Solo el pueblo salva al pueblo.
Un abrazo
Hola Almicar.Es un gusto el leerte como en un relato con un solo personaje describes la horrible verdad que estamos pasando ¿como quieren que estemos, con lo que hay metió?Por otra parte quizás de esta saldremos más concienciados y avanzamos algo en el camino no hace falta tanto para ser felices.Un abrazo
Hola Amilcar, tu relato comienza con la imagen en el espejo, que al principio no es más que eso, un hombre que se ve envejecido.
A medida que avanzas en la historia la imagen envuelve al personaje y lo transporta al otro lado del espejo. No sé, me recuerda a Borges, que logra expresar ideas muy profundas con los espejos.
Sin duda que tu lo has logrado. Sigue escribiendo. Siempre sale el sol aunque a veces no lo veamos.
Saludos , Esther.
Hola Amilcar, tu relato comienza con la imagen en el espejo, que al principio no es más que eso, un hombre que se ve envejecido.
A medida que avanzas en la historia la imagen envuelve al personaje y lo transporta al otro lado del espejo. No sé, me recuerda a Borges, que logra expresar ideas muy profundas con los espejos.
Sin duda que tu lo has logrado. Sigue escribiendo. Siempre sale el sol aunque a veces no lo veamos.
Saludos , Esther.