El primer salto - Ismael Tomás - (R)
- Ismael Tomas
- 18 mar 2021
- 3 Min. de lectura
Caminando en línea recta no puede uno llegar muy lejos. El principito.
Ricardo había llegado al aeródromo de Ocaña, en la provincia de Toledo alrededor de las diez de la mañana. Estaba esperándole Andrés, el paracaidista profesional y monitor que le acompañaría en su primer salto.
La reserva estaba hecha desde hacía más de un mes, regalo de sus padres y hermana con motivo de la reciente graduación como ingeniero. Era el regalo que Ricardo llevaba años deseando, un salto en paracaídas. Después una buena comida con la familia pondrían el broche final a un día de aventura.
Al llegar, en la recepción del aeródromo, Andrés le facilitó unas sencillas explicaciones para que supiera todo lo necesario al realizar un salto en tándem.
Esto consistía en lo siguiente: Andrés, el instructor, iría unido a Ricardo con unos amarres, equipado con un paracaídas diseñado especialmente para soportar el peso de las dos personas. Era obligatorio que Ricardo no llegara al peso de cien kilos, pues no podrían realizar el salto. Afortunadamente, no pesaba más de ochenta y cinco kilos.
Disipadas todas las dudas y tras una pequeña charla para calmar los nervios, ambos embarcaron en el avión.
Tras una media hora de vuelo, a la altura de cuatro mil metros, Andrés preparó todo para el salto que harían unos momentos después. También saltaría con ellos Jorge, otro paracaidista profesional que se situaría frente a ellos con el fin de grabar las imágenes del evento. Ya le habían comentado a Ricardo que la cara de susto estaba garantizada.
Momentos después, una luz verde se encendió dentro de la cabina y se dispusieron para el salto. Andrés le preguntó en ese instante si estaba dispuesto a saltar, contestando este afirmativamente.
A Ricardo no le dio tiempo tan siquiera a pensarlo, cuando quiso abrir los ojos estaban volando, en caída libre, llegando en unos momentos a bajar a una velocidad cerca de los doscientos kilómetros por hora.
Enormemente emocionado no podía creer los que estaba viendo. Desde la altura se podía distinguir los campos de cultivo, cuadrados, perfectamente roturados, un arroyo en el filo de una gran vereda, algún camino que comunicaba los distintos campos, etc. En resumen un paisaje precioso a vista de pájaro.
También y a poca distancia Jorge, con una cámara en el casco y otra en las manos, grababa todos los movimientos. Un chorro de adrenalina subía por el cuerpo de Ricardo en esos momentos.
Al poco tiempo, vio como Jorge abría su paracaídas, de un color verde precioso. Sintiendo como un fuerte tirón frenaba su cuerpo. Ricardo pensó que enseguida sucedería lo mismo con el de su instructor que sujetaría a ambos.
Ricardo tuvo un enorme sobresalto cuando comprobó de inmediato que estaba solo en el aire. Nadie estaba tras él y no disponía de ningún enganche ni ningún paracaídas que pudiera amortiguar su golpe contra el suelo. No había notado que se hubiera desenganchado del instructor.
El pánico se apoderó viendo cómo se aproximaba rápidamente al suelo y no podía evitarlo, intentó gritar, pero debido al fuerte aire que golpeaba su cara no pudo emitir ningún sonido. Lo único que quedaba era cerrar los ojos y despedirse de este mundo para siempre.
Sintió un golpe; en todo el cuerpo notaba el contacto del frio suelo, boca abajo, con los brazos pegados al cuerpo, las piernas rectas y juntas. No sabía que pasaba, ni quería abrir los ojos. Pero una duda le atenazaba, si estaba muerto ¿Cómo podía sentir el dolor? También esperaba ver, de un momento a otro, como su espíritu se elevara pudiendo ver desde arriba su cuerpo inerte. Lo había visto en muchas películas.
Angustiado creyó oír una voz cercana y conocida.
–Ricardo, Ricardo, ¿Qué te ha pasado?, ¿Te has caído de la cama?
–Espero que no te hayas hecho daño. –Le indicaba su madre de pie junto a él.
–Vete vistiendo ya, recuerda que tenemos que ir a Ocaña. Hoy es el día de tu salto en paracaídas y estamos ansiosos de que disfrutes un gran día.
Ricardo no salía de su estupor. Todo había sido un sueño. Ahora dudaba si acudir a su cita o no.
¿Habría tenido algo que ver la cita del libro El Principito que recordaba de leerlo el día anterior?
*
¡Hola, Ismael!
Es la primera vez que leo algo tuyo y la verdad que me ha dado muy buena impresión.
Estoy de acuerdo con la observación que Jesús Ramos te ha planteado: el conflicto aparece muy tarde, por lo que la introducción debieras haberla reducido, utilizando un estilo más informal o como si tuvieras que explicárselo a un amigo, por lo que el diálogo hubiera sido un buen recurso para sintetizar y acelerar el ritmo de la historia, que resulta algo textual en esa primera parte.
En general se nota que tienes habilidad con las letras para crear la intriga suficiente como para atrapar al lector. Se aprecia también la práctica a la hora de documentarte para ambientar correctamente l…
Hola Ismael Tomás
Los sueños también pueden resultar peligrosos, depende de donde te hayas quedado dormido.
Una bonita aventura, qué, quien más quien menos nos gustaría hacer.
No es conveniente ser soso en la vida, esta es una situación de riesgo, como también lo puede ser en el trabajo, si el destino así está reservado.
Un cordial saludo(7)
Hola Ismael, muy bien logrados los efectos sorpresa de tu cuento. De la seriedad del principio pasas a la emoción del salto y de éste al susto de ir sin paracaídas (se me encogió el corazón por la sorpresa), para rematar con la inesperada caída de la cama( ahora se me agrandó el corazón de la risa) y la duda de si acudir al salto( normal después de semejante sueño)
Un abrazo. Vibe(11)
¡Vaya vaya, Ismael! qué sorpresa.
La sensación que he tenido en la primera parte es la de estar leyendo un ensayo sobre paracaidismo, para mi gusto excesivamente formal para un relato de ficción. Yo intentaría hacer esta parte, necesaria para lo que viene después, mas literaria, por ejemplo contándola como la experiencia de algún amigo intercalada en un diálogo, de forma que no sea tan lineal.
El conflicto aparece muy tarde, cuando se ve en el aire directo hacia el suelo. Ahí cambia el cuento y cobra interés.
Un par de detalles de forma:
"Después una buena comida con la familia pondrían el broche final a un día de aventura", sobra la "n" final en pondrían.
"como su espíritu se…
Hola Ismael
Cuento fluido, coherente y bien llevado en la trama. Me sorprendió el final, para mi fue inesperado y eso le da mucho valor al cuento. Sentí esa velocidad que tomó el cuerpo de Ricardo al estar si paracaídas. Con un narrador en tercera persona, a ratos nos cuenta en la distancia y luego se mete en lo que siente el personaje. Algunas observaciones con todos respeto:
Enormemente emocionado no podía creer los que estaba viendo. Lo que estaba viendo
Al poco tiempo, vio como Jorge abría su paracaídas, de un color verde precioso. Sintiendo como un fuerte tirón frenaba su cuerpo. CREO QUE ESE PUNTO SEGUIDO SNTES DE SITIENDO COMO…, ENTORPECE LA NARRACIÓN, SUGERIRÍA UNA COMA.
en todo…