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En la maraña (CL1) - Leonardo Ossa C. (Medellín - Antioquia) - (R)


Laboré en la frustrada construcción de la carretera hacia la costa pacífica como Radio-operador en el campamento de obra civil, apostado en la selva Chocoana. Desde allá transcribí las bitácoras de avances topográficos y de laboratorio, reseñando la ubicación de las cotas y anunciando los hallazgos de material adecuado para ejecutar el pedraplén de soporte, en el tramo carreteable que va: desde la población Las Ánimas hasta Puerto Nuevo en el litoral oceánico.


Durante la ejecución de este contrato viví muchas anécdotas en el cruce de esa manigua, todas dignas de relatar, pero se omitieron en los reportes oficiales por carecer del carácter técnico.


Ya sin el rigor de los informes institucionales aprovecho para manifestar aquí, la perplejidad causada al personal de la compañía constructora, cuando alguno de los cadeneros que se abría paso por entre el follaje, nos dio a conocer un manuscrito hallado en el interior de una botella envuelta con harapos y utensilios embrollados entre matorrales de una selva considerada virgen. Por el estado en que se hallaban las cosas, era evidente que habían sido abandonadas uno o dos años atrás.


Sin ningún otro rastro del autor de la nota, llegamos a la conclusión de que al hombre se lo había tragado la tierra.


He aquí lo que dejó escrito:


“Habité durante las noches más oscuras la vereda trasera del viejo cementerio San Lorenzo de Aná.

Solía refugiarme entre contenedores grandes de basura llenos de flores pestilentes y ripio de ataúd. Nunca supe de otro ser, diría racional distinto a mí, que cruzara semejante paraje después de las siete de la noche.

Era el sitio perfecto para que un indigente temeroso como yo, se sintiera a salvo de las amenazas cotidianas del prójimo habitante de calle.

No es fácil vivir a la intemperie cuando se ha tenido en el pasado comodidades y una holgura económica pulverizada como la tuve yo.

Pienso que esos indigentes están poseídos y que sus demonios afloran con vigor en las horas de tiniebla. El camposanto presagia para ellos la muerte o el tránsito hacia las profundidades del infierno en donde las cadenas de la eternidad culminan la existencia. Por eso se alejan… queriendo intentar lejos del fin definitivo otro día de placeres.


Hubo una noche en la que creí ver el cielo como no lo había visto antes, hermoso, despejado, lleno de estrellas en espectacular contraste con las siluetas de los sepulcros, los mismos que repentinamente brillaron ante mí, impactados por un atronador relámpago desde un cielo sin nubes. Quedé absorto, sintiendo que tendría un cambio en mi vida a partir de tan formidable señal celestial.

Con las primeras luces del amanecer me encaminé al Centro Día del sector para recibir alimento, una ducha y ropa limpia de la secretaría de seguridad social del Municipio. Desde allí partí con la convicción de forjar una nueva vida en tierras lejanas. Me pregunté si tal decisión sería la obra de una mente desquiciada o la atinada resolución de un hombre en pleno uso de sus facultades mentales.


Arduas jornadas caminando y aventones en camiones me trajeron por el Suroeste hacia la selva inexpugnable que pretendo cruzar en busca del Pacífico, como un Vasco Nuñez de Balboa moderno.

En la posada, en la estación de gasolina o en algún camión, me obsequiaron artículos de viaje con los que he ganado un equipaje.

Pronto me he visto rodeado de selva. No hay camino para andar, solo samanes que oscurecen el entorno confundiendo mi sentido de la orientación. Sin embargo, avanzo con dificultad entre la maraña muy hambriento, además de fatigado por el desvelo de anoche. La plaga de mosquitos me devora y el calor resulta abrasador. Sé que debo llegar al mar para buscar la apacible población de Puerto Nuevo donde habitaré. Quisiera saber cuánto tiempo falta de camino o al menos si avanzo con certeza a mi destino.

Pienso en mi pasado turbulento y mi presente incierto. Me siento exhausto y escribo para saber que no estoy loco. Los días que he vivido han sido pésimos, pero pienso que quizás el día de mañana sea único y repito en letanía a viva voz: mañana será mejor.”


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