Estoy muy emocionado, pues escuché decir a mi mamá que hoy vendrá a tomar el café su amiga Chelo. No es que me importe mucho ella, pero siempre que viene trae a su hija Gaby. Con su lindo pelo dorado que parece miel brotando de su cabecita, y ese moño rosa que lo adorna, parece princesa de Disney. Sus ojos claros me recuerdan a dos luceros, como los que se ven en el cielo por las noches, cuando empieza a meterse el sol. Un día le pregunté a mi mamá qué eran esos puntitos brillantes que se veían en el cielo, y me contestó que se llamaban luceros, y que son los encargados de anunciar que la luna ya va a salir. Entonces me pregunto: si los ojos de la dulce Gaby anuncian que algo más bonito va a llegar, ¿cómo será lo que vendrá? No puedo imaginarme nada más lindo. Lástima que siempre trae ese cubrebocas que no me deja apreciar su dulce sonrisa. Tan solo alcanzo a ver sus dientitos cuando se lo quita por un momento para comer una de las galletas que hizo mi mamá. No sé quién habrá inventado eso de tener que taparse siempre la nariz y la boca para salir a la calle. Mi mamá dice que antes de que yo naciera, todo el mundo podía salir sin tener que tapárselos y nadie te veía mal ni te decía nada. En cambio hoy, si te ven sin llevar un cubrebocas, te insultan y hasta te agreden. El otro día acompañé a mi mamá caminando a la esquina, a la tienda de Don Chuy por unos blanquillos que necesitaba para hacer unas galletas de esas que me gustan tanto, pues tienen chispas de chocolate, por lo que son mis preferidas. El caso es que se nos olvidó cubrirnos la boca, y todo el mundo se nos quedaba viendo feo, hasta el mismo Don Chuy no le quería vender nada, pues le dijo que si no había visto el letrero de la entrada a su tienda dónde decía que se prohibía entrar sin tapabocas, pero mi mamá lo convenció con solo sonreírle, mostrándole sus blancos dientes, igualitos a los de mi amiga Gaby. Ese día, un señor muy grosero le gritó a mi mamá en la calle: “¡Pos qué te crees, boluda, que nos vas a contagiar a todos, de no ser por el virus, te tapaba la boca con la mía!”. Yo no entendí qué le quiso decir. De seguro era un orate. Solo vi que mi mamá se puso roja y se volteó a verme, como esperando que yo le preguntara algo, pero preferí mejor quedarme calladito, pues cuando le digo algo que no le gusta, siempre me dice “calladito te ves más bonito” y eso de verse bonito a todos nos gusta, como ella dice es muy chévere. De grande, yo quiero ser un barbián. Y hablando de eso, me acuerdo otra vez de Gaby. Debe haber sido muy padre cuando nadie se tapaba la cara y podías ver los gestos de las demás personas. En cambio ahora tienes que ver muy bien a los ojos de los otros para adivinar qué están pensando. Mi mamá dice que antes, cuando platicabas con alguien, con ver qué cara ponía te podías dar cuenta si algo que le dijiste le había gustado o no. En cambio ahora tienes que adivinar muchas cosas. “Son cosas de la modernidad”, dice, algo que llaman pandemia, aunque yo no entiendo qué es eso. Volviendo a lo de Gaby, aunque no pueda ver toda su carita, me gusta mucho que venga a mi casa, pues cuando llega siento como cosquillitas en mi pancita. Un día que le comenté eso a mi mamá, me dijo que eso es sentir “mariposas en el estómago”, pero que aún era un pibe para entender de esas cosas. Yo creo que, como siempre, tiene mucha razón, pues no recuerdo haberme comido ninguna mariposa; debe ser que solo los adultos lo hacen.
Escucho, a lo lejos, un vagido. Debe ser el bebé de la señora que ayuda a mi mamá con la casa. A veces lo trae con ella pues no tiene con quien dejarlo. Su esposo trabaja en un hospital, y con esto de la pandemia, dice que ya casi no lo ve. Cuando sea grande, me gustaría ser médico. Ya veremos qué pasa.
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Buenas tardes A Berumen: Me ha gustado mucho tu relato. La interpretación del ¡nuevo mundo” de un niño pequeño. Me encanta cuando se censura él mismo, las preguntas que piensa que no le van a gustar a su madre. Siento verdadera la incomprensión cuando alguien se atreve a regañar a su madre. Deseo para este niño y para todos nosotros que esto termine pronto y que podamos hablar de esta pandemia en pasado.
Gracias por compartir tu relato con nosotros. Un saludo, Paloma, alias Menta
Oye, Jorge García: no se trata de un informe técnico, para exigirle tanta concisión. A mí me parece mucho más encantadora la lectura de "Con su lindo pelo dorado que parece miel brotando de su cabecita" o "Sus ojos me recuerdan dos luceros al atardecer". Así es más poético.
Cordial saludo.
Buenas tardes, A. Berumen:
Tu relato es cómodo de leer pese a lo que ya han comentado los compañeros. Pero yo añadiría que en ocasiones (sobre todo si nos ponemos poéticos) lo menos es más. Es posible acortar algunas frases para que respire el lector, pero también para que pueda imaginar, aportar algo a lo que está leyendo. Por ejemplo:
"Con su lindo pelo dorado que parece miel brotando de su cabecita, y ese moño rosa que lo adorna, parece princesa de Disney. Sus ojos claros me recuerdan a dos luceros, como los que se ven en el cielo por las noches, cuando empieza a meterse el sol."
Si su pelo parece miel no es preciso decir que es…
Hola Berumen
Lástima que tu máquina no tenga punto y aparte,--es broma-- pero está escrito muy atomizado y esto hace que no leas muy bien.
Antes de que yo naciera. El niño ha de ser muy muy pequeño, porque no encuadra mucho su forma de pensar y hablar , en las palabras del reto.
Aunque sea de corrido el escrito, está bien narrada la actualidad, que esperemos pase cuanto antes sin hacer más daño .
Un cordial saludo (10)
Hola vecino, tu relato me parece muy tierno y el enfoque, desde la voz de un niño muy interesante. Creo que refleja bien como puede ver lo que nos está ocurriendo alguien de corta edad. Para aligerar a lectura estaría bien poner puntos y aparte y las afirmaciones que pones entre comillas, por ejemplo,“¡Pos qué te crees, boluda, que nos vas a contagiar a todos, de no ser por el virus, te tapaba la boca con la mía!” tambien aparte y con guiones. Me ha gustado mucho, nos leemos.