Mi desafío: El uso de los signos ortográficos
El inquilino de la casa más famosa del mundo echa chispas, su calendario se agota, tiene la sensación de que todos se alegran. Considera una burla que alguien no comparta su opinión, nota (o imagina notar) como la atractiva camarera reprime una sonrisa, el chófer alude una próxima mejoría del tiempo: una evidente indirecta.
«No saben quién soy yo, ni idea de con quien están jugando».
Se dirige a su despacho, ¡lo va a hacer!
«¡Bonito soy yo para que me roben lo que es mío! Ese fracasado ha aprovechado un pequeño despiste para reírse de mí y ¡eso no lo puedo tolerar!: yo la lío».
Interrumpe el monólogo mental para entrar en su aseo personal. Hay una nota de su esposa en el espejo: “NO TOQUES ESE BOTÓN”