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HISTORIA DE DOS - Ocitore- (R)



Culpable.


Me voy con mi amante, dijo mientras me miraba con actitud retadora, habría querido mediar la situación, pero veinte años de casados y un camino recorrido a trompicones me convencieron de que era lo mejor. Puse la firma en el papel que me dio y fui a la habitación a preparar mis cosas. Tardé algunas horas en empacarlo todo. Al despedirme, me dio un pequeño álbum de fotos. Lo mire en el taxi mientras me dirigía a casa de mis padres. Todas estaban recortadas. Me pareció ridículo que Mariana quisiera anular lo que habíamos pasado juntos tantos años. Unas tijeras no eran suficientes, habría que olvidarlo todo para cumplir ese deseo y era imposible.


Pensé en las razones de su decisión. Supuse que ya estaba harta de los problemas que no podíamos resolver. Llevábamos mucho tiempo discutiendo por tonterías. A ella no le gustaba que mi trabajo fuera en casa, no lo consideraba como algo serio y me ponía trabas buscándome actividades que, según su criterio, sí eran importantes. “Ve a la tienda y consigue esto o lo otro, acompáñame a tal sitio, anula tu reunión, diles que es urgente, mañana voy al dentista, la próxima semana vamos con el dermatólogo…”. Para mí eso era desagradable, pero lo soportaba y, de alguna manera, me acostumbre a que mis clientes me vieran como una persona poco seria, superficial e irresponsable.


Había pensado siempre, que para mantener una buena relación había que ceder y ser solidario. Sacrifiqué mucho para tener buenas relaciones en el matrimonio. Por su carácter, teníamos rencillas, le gustaba hablar demasiado. No se le podía interrumpir porque se ofendía, repetía las cosas veinte veces y me obligaba a repetirlo para cerciorarse de que la había entendido. En lo que a mí respecta, le daba todo el dinero, ella decía que una mujer tiene demasiadas necesidades y que un hombre puede vivir con modestia. Mis compras eran esporádicas. No me reunía ni con mis amigos ni con mi familia porque las circunstancias no me lo permitían, sin embargo, mi ex mujer si llevaba vida social. Cada fin de semana nos visitaban su hermana y su madre. Tenía que permanecer con ellas mientras discutían de la moda o los artistas populares. Nadie me preguntaba mi opinión sobre los bulos y chismes que para ellas eran de gran interés.


En lo que se requiere a la fidelidad, he de confesar que tuve una que otra aventura durante esos largos años y no me arrepiento. No quiero justificarme, pero creo que fueron consecuencia de esa vida torcida que me empeñaba en cambiar. No apreció jamás mi buena voluntad y lo tomó como debilidad, tal vez tenía que haberla tratado con rudeza, pero siempre he sido enemigo de la fuerza e imposición. Siempre he pensado que la razón es lo primero, pero hay que ir induciendo la verdad hasta que el ignorante la comprenda. Con Mariana solo el sexo era bueno. Nos duró casi hasta el final y creo que su decisión fue más por su deseo de terminar con nuestra rutina que por insatisfacción en la cama.

Pasó el tiempo y mi vida mejoró en muchos aspectos. Primero, recobré mi libertad. Luego, le dediqué más tiempo al trabajo y mi situación económica fue a más y, por último, empecé a preocuparme de mi imagen y mis entretenimientos. Me empecé a cortar el pelo con más regularidad, dejé de llevar barba, cambié mis gafas por unas de marca y cambié mi guardarropa. Comencé a frecuentar restaurantes y lugares de prestigio. Entablé relaciones con las personas y comencé a salir con algunas mujeres que solo querían una aventura.


Un día me encontré a Mariana en un restaurante. Estaba con él. En otro momento me habría puesto celoso y me habría postrado frente a ese tipo para insultarlo u ofenderlo, pero me dio lástima y me vi reflejado en él. Me senté en una mesa que estaba a su derecha y los miré de reojo. Mariana estaba como siempre. Bien arreglada, un poco más acabada, pero en buena forma. Me miraba con insistencia. Traté de disimular, pero al final puse más atención. Supe que él se llamaba Jaime. Lo tenía sometido y bien domesticado. No hablaba mucho y contestaba con frases cortas. Comía bien y balanceaba la cabeza al degustar lo que le llevaban.


De pronto, ella se vino hacía mí y me dijo. “Seguro que estarás muy contento con tu nueva vida, ¿no? ¿Te das cuenta de lo que hiciste?”. No contesté y se marchó.

***






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15 Comments


Admon KMarce
Admon KMarce
Jul 22, 2022

Cierre conteo anual 21/22: Corazones: 1 por participación/ Comentaristas: 9

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Admon KMarce
Admon KMarce
Jul 01, 2022

Se cierra el conteo de comentarios del mes de mayo, obtuvo reacción de 9 participantes. Se obtuvo UN corazón por participación.

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Jorge García Labajos
Jorge García Labajos
May 25, 2022

Bueno... Hay un refrán que dice: "A enemigo que huye, puente de plata".

Saludos.

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Amadeo Belaus
Amadeo Belaus
May 23, 2022

Ocitore

Una historia común y bastante frecuente. No encontré tensión, sí un final demasiado breve. Tres observaciones.

Dices: de alguna manera, me acostumbre a que mis clientes… Falta el tilde en acostumbré.

Dices: pero siempre he sido enemigo de la fuerza e imposición. Siempre he pensado… Repetición cercana.

Dices: Un día me encontré a Mariana. Creo que lo correcto sería: Un día encontré a Mariana.


Estoy en el 5 por si quieres leerlo y comentar

Un cordial saludo

Amadeo

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Hola Ocitore más allá de quien hace qué, tu relato habla de la dependencia emocional que se puede dar tanto en hombres, como es tu caso, como en mujeres. ¿Qué hay detrás de ese aguante?, existe el divorcio o la separación de hecho. Aunque no toma el la decisión, tu protagonista se libera y eso le molesta a ella, pero no entiendo por qué ya que según cuentas, ha domesticado a otro hombre. Saludos, nos leemos.

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