Llueve desde ayer. Paró sobre mediodía. Mi hermana y yo salimos al patio, pero no duró. Un nuevo y fuerte chaparrón se desata. Bajo el alero se está bien. El calor húmedo hace que permanezcamos afuera, por lo menos hasta que comencemos a mojarnos demasiado.
El agua corre con fuerza, formando un pequeño torrente junto a la escalerilla de madera, cuyo travesaño inferior, desde ayer, está flojo. De pronto cede, gira y deja un hueco que de inmediato se llena de agua. Debajo, parece haber algo que brilla. Esperamos que pare y corremos a ver de qué se trata.
El extremo de una caja con forma de triángulo rectángulo, con fondo amarillo y tenues figuras rojas se hace visible. Con ayuda de la cuchara sopera, con la que comí el helado, escavo hasta que puedo extraerla.
—Ponla sobre la mesa —dice mi hermana y corre a buscar un trapo viejo.
La contemplamos antes de abrirla. Observamos dentro y quedamos inmovilizados. Sorprendidos nos miramos moviendo tan solo los ojos, sin desviar nuestras cabezas tiesas.
—Mira, ¡Un revólver con balas de verdad! Hojas de un diario antiguo. Fotografías en blanco y negro, un block y una nota manuscrita.
—¡Escóndela, ahí viene el abuelo! —dice mi hermana.
—¡No! —Respondo— Es él quien debe ver esto…
El viejo examinó su contenido y tomó la esquela. Un papel algo arrugado que contenía un breve mensaje: “22 de mayo de 1972…”. —Recuerdo esos tiempos. No ese día en particular… Esos días. —dijo moviendo la cabeza. Como si negara los hechos. —Abuelo, ahí dice allanar, ¿qué es…? —pregunto. —Escucha Juan, son situaciones que es mejor que no vean nunca. Hubo en este país una época de crímenes y asesinatos, después el ejército salió a la calle y buscando los responsables rodea una zona, ingresa en algunas casas, revuelve todo, se lleva algunas cosas y a veces, también algunas personas. Eso es allanar. Se dijo que destornillaban los bolígrafos, como quien va a cambiar el cartucho de tinta, para ver si había información oculta en el interior… ¡A que extremos llegaban! —¿Tu viste eso? ¿Allanaron tu casa? —Varias veces vi rodear y allanar casa por casa la manzana de enfrente y otras, esas que ven todos los días. Te preguntabas cuando vendrán a la tuya. Nunca me tocó. Al otro día se comentaba en el almacén, o con quien encontraras en la calle: allanaron lo de la maestra, se llevaron al hijo mayor, o allanaron lo de Carmen, se llevaron a su esposo. —¿Y qué hacías? —Esperabas a que pasara. Una larga espera que modifica tu vida. Algún día escribiré sobre ello. —¡Qué bueno! —No Juan. No fue bueno. —¿Y la caja? ¿Esta caja? Sí, pudo pertenecer a un guerrillero, o tan solo a un simpatizante del momento a quien gustaban las armas. O no, solo a alguien que las tenía para defensa personal… y viendo esto la única salida que le quedó fue enterrar ese contenido comprometedor. No porque lo fuera en realidad, por cómo podía ser interpretado. —Tú también tienes un arma. —Tengo varias. Imagínate si las hubiera tenido en ese momento. Hubiera tenido que hacer lo mismo que este hombre… o esta mujer. —El propietario de la caja no ha venido a buscarla, ¿quizá no pudo? —lo imagino agazapado, merodeando la casa para desenterrar la caja… quizá en la noche. Él vivió aquí… —Lo cierto es que muchos de los participantes, de uno y otro bando siguen vivos. La historia se ha escrito de manera tendenciosa y así continúa. Sería mejor que el contenido de esto se analizase dentro de unos cuantos años, digamos veinte. Cuando ya no quede nadie. —Dices que la entierremos de nuevo. —Sí, aunque no necesariamente bajo tierra. —Ah sí. Donde está el bloque flojo, detrás de la estufa, donde escondo… —Muy cerca de la estufa van a explotar las balas… —dijo mi hermana. —No es tan cerca. Tú no sabes cuál es el bloque. —Pero lo buscaré. —Sandra, lo vamos a sellar bien, para que no puedan abrirlo por varios años. Recuerden, cuando analicen el contenido, quiten de sus mentes toda idea preconcebida que tengan para ese entonces. Analicen intentando ver lo que dice, lo que se quiso decir, no busquen en esa triste historia sustento para sus propias ideas. —Entonces, cuando sea grande, lo voy a leer, buscaré los diarios de la época, y tantas cosas y luego escribiré un cuento verdadero, donde relataré la historia completa. También recordaré esta conversación. Hasta ese momento será un secreto.
Hola
Muchas gracias por los comentarios.
El "¡Qué bueno!" es por que el abuelo va a escribir. Sin duda debo dejarlo bien claro en el texto.
Generalmente corrijo con el aporte de todos y luego algunos textos los dejo en el blog.
Este va a resultar un cuento mucho más largo, por cierto. Final, distinto... Cada quien tiene su propio final y muy válido. Lo repensaré. Significaría elegir uno de los posibles...
Saludos
Hola M.T.
Creo que la gran mayoría de los que participamos hemos estado muy cerca de situaciones como la que describe el abuelo.
Coincido con Luis Fernando Escobar con el asunto del ¡Qué bueno! ya que por la respuesta del abuelo queda bastante ambiguo su significado.
Mis saludos.
Hasta la próxima propuesta.
Hola MT.Andrade buen relato hay algunos fallos como "entierremos" pero nada que no pueda arreglarse..Un saludo José María.
Hola MT Andrade. La historia me parece creativa y bastante fluida. Creo que describe muy bien situaciones que pasan en muchos de nuestros países, cuando los gobiernos se sienten amenazados e inseguros y quieren perpetuarse en el poder. Considero que se te fue muy largo lo del allanar y la palabra se utiliza en varias oportunidades, que más bien pudo dar paso a algunos sinónimos y eso enriquece el escrito.
El extremo de una caja con forma de triángulo rectángulo, con fondo amarillo y tenues figuras rojas se hace visible. SI LA FRASE SE HACE VISIBLE SE REFIERE A LA CAJA, ENTONCES HACE FALTA UNA COMA DESPUÉS DE FIGURAS ROJAS. AHORA SI ESA FRASE SE REFIERE A CON FONDO AMARILLO…
Hola MT Andrade, tu relato me lleva al pasado, que recordar no quiero, porque aún tenemos mucho dolor, muchas "cajas" que encontrar. Es difícil escribir sobre ese período cuando se han vivido situaciones tan inhumanas e injustas.
Tu trabajo está bien, solo que el final, opino , debería ser otro, no guardar la caja.
En fin, son puntos de vista, compatriota.
Saludos, nos seguimos leyendo