top of page
nuevo logo trailorbrand.JPG
  • Facebook
  • Instagram

La dos caras de Peck - Ratopin Johnson - (R)

Aquel día lluvioso, qué ironía, fui a ver «Cielo amarillo», una película antigua de Gregory Peck. Asistí un poco calado, porque aunque anunciaban lluvia esa tarde, no suelo coger paraguas nunca. No me gusta. Vamos, casi me molesta. Además había ido caminando, comprobando como caía cada vez más agua encima de mí.

Es una buena película. Peck lidera una banda de forajidos, y aunque no es el bueno, acaba redimiéndose. Siempre me hizo pensar que todos dentro tenemos a alguien muy noble, pero también, agazapado, un ser ruin y malvado. Había encarnado tipos buenos, decentes, honrados, incorruptibles como en «Matar a un ruiseñor» y «Horizones de Grandeza», y también grandes villanos como en «Moby Dick» y «Duelo al sol».

La pequeña sala estaba repleta, y al terminar, la gente salía charlando en pequeños grupos. A la salida estaba Ángel, amigo mío de muchos años, paraguas en mano, esperándome. Habíamos quedado porque él vivía cerca de allí. Le había dicho que quería contarle algo, lo cual había le intrigado bastante como para sacudirse la pereza y acudir a mi encuentro.

Anduvimos metidos en su paraguas —Ángel insistió en que me lo llevara después, «yo estoy a un paso » dijo, y accedí solo para que se callara— hasta un bar no lejos de allí donde empecé mi relato.

Elena. La había conocido en el museo. Intentaba verle algo especial a la escultura «Mujer cuchara», cuando me di cuenta de que tenía una chica al lado. Nos miramos, y comprendí que trataba de hacer el mismo ejercicio.

—Nunca he entendido a Giacometti —dijo. —A mí tampoco me gusta mucho.

Hablamos durante un buen rato, sobre todo de arte. Salimos a la vez a la calle, y como ese mismo día, llovía. Yo no tenía paraguas, como siempre, y ella se ofreció a compartir el suyo hasta la parada de metro más próxima. Así anduvimos un rato hasta que yo propuse:

— ¿Un café? Invito yo.

Estuvimos otra hora charlando, esta vez de muchas cosas. Estaba casada también. Llegué a casa más tarde de lo previsto, no se ni qué mentira le conté a Sandra. Eso había ocurrido seis meses atrás, y Elena y yo habíamos seguido viéndonos. No había pasado nada: conversaciones, cafés…hasta un día.

—Entonces no le has hablado de ella a Sandra —preguntó Ángel. —No, no…Bueno, no ha pasado nada hasta el otro día —dije—. Me abrazó y me besó en la mejilla. Era la primera vez que lo hacía.

Ángel abrió los ojos.

—Sí, nos quedamos callados cerca el uno del otro. Y le devolví el beso, pero en la boca. Nos abrazamos y nos besamos. Nada más. Ella cogió el metro. — ¿La quieres? —No sé, estoy muy bien con ella. Empezó como algo platónico, pero ahora tengo un buen lío en la cabeza. — ¿Pero quieres a Sandra, no? —Sí, es mi mujer. Claro que la quiero. Nunca me ha pasado nada igual. Y ahora me veo envuelto en este extraño triángulo amoroso, que no se ni cómo ha empezado. —O cuadrado, no te olvides del marido.

Me aconsejó que ordenara mis ideas, antes de tomar una decisión si es que pensaba tomar alguna. Y que si de verdad quería a Sandra, debía dejar de ver a Elena, lo cual parecía lo más lógico.

Nos despedimos. Intercambiamos algunas palabras, y olvidando lo que habíamos acordado, se marchó él con el paraguas. Me había empapado lo suficiente ese día por lo que decidí coger un taxi.

Llegué a casa, y Sandra estaba seria. Me preguntó por la película y al poco dijo:

—¿Quién es Elena?

No podía mentirla. No en ese momento porque mi cara era un libro abierto. Le expliqué la historia omitiendo los besos. Le dije que no era nada.

—Entonces por qué me has mentido si no es nada —contestó—. Anda, vete, que no quiero verte ahora. —Pero quién… —Qué más da —dijo empujándome hacia la puerta.

Pulsé el botón del ascensor, y Sandra apareció con algo en la mano.

—Toma, te hará falta.

Era un paraguas. Pensé: solo podía ser Ángel. Él mismo nos había presentado hacía años. Era amigo de Sandra. Cuando empecé a salir con ella le pregunté, decía que no le importaba, que estaba bien. Y una mierda, siempre le gustó. Pero qué rápido había sido. Tenía que ser él. Como Gregory Peck, como cualquiera bajo ciertas circunstancias, como yo que había mentido, Ángel, mi amigo, también podía ser un hijo de puta. Al menos, esta vez no me mojaría.


58 visualizaciones11 comentarios

Entradas Recientes

Ver todo

El mensaje de las 10 y 10 - Amadeo- (R)

VOLVER A RECOPILACIÓN MAYO, 2023 Al atardecer, mientras corre en el parque un solo kilómetro, por su edad de setenta y uno años, el sobrepeso y antecedentes de salud según la recomendación del médico,

EL DEMONIO BAJO LAS AGUAS - PROYMAN1- (R)

VOLVER A RECOPILACIÓN MAYO, 2023 Últimamente el agua de la zona estaba contaminada y no conocíamos el motivo, las enfermedades asolaban a los habitantes del valle y los servicios sanitarios estaban de

La Revelación - Wanda- (R)

Sitio web: http://unrincondelalmablog.wordpress.com/ VOLVER A RECOPILACIÓN MAYO, 2023 Miré impaciente al reloj de la estación del tren que marcaba las 9:30. Contaba con el tiempo para llegar a la sala

bottom of page