Hace dos años Martín tenía pólvora en las venas. Metro ochenta, cuerpo espigado, voz de tango y sonora como un trueno. Con su ¡bienvenidos! el silencio caía sobre la carpa. Era el amo de la pista. Ahora pasa las mañanas sentado junto a su caravana en una silla de jardín. Aunque acaba de cumplir los cuarenta, parece un anciano. El sol le calienta las piernas y sus ojos se achinan para observar el paso de los artistas camino del entoldado para la sesión matutina. Hoy es domingo el único día que le permiten fumar. Martín lía con parsimonia su cigarro y lo enciende. Entre el humo, no ve que la barra de la troupe de equilibristas casi le roza, ni el saludo de Marcela, la trapecista. Tampoco las muecas que Mario el payaso le hace a un palmo de la cara. Igual que el día que se quedó en blanco en medio del espectáculo, sin saber donde estaba. Fue él, con sus trucos de payaso viejo, quien se hizo con la situación y entre aplausos llevó al flamante jefe de pista a su carromato durante la actuación de la manada de elefantes. Mario no pasa de largo todavía falta mucho tiempo para su número. Se sienta en el suelo junto a su amigo y compañero de fatigas mientras el pitillo se consume. Quiere hablarle de los días de gloria en los que resonaban los viva y bravo al final de la función y el público les bombardeaba con fotos mientras saludaban. Quiere recordarle las horas y horas en la caravana comentando como mejorar el show. Rememoraría los primeros años cuando eran dos aprendices, tan difíciles y tan felices a la vez. Daría todo lo que tiene para volver a reír juntos y que Martin volviera a ser el que fue... Sabe que todos sus esfuerzos son inútiles, “como si le clavaran aguijones muertos” le dijo el médico más prestigioso de la ciudad. Pero él no puede dejar de vigilar su ausencia, es lo único que puede ofrecerle. Mario consulta su reloj, faltan pocos minutos para salir a pista. Le quita el pitillo de las manos para que la colilla no le queme los dedos, abraza a su amigo y le dice. −Me voy un ratito, la función tiene que continuar.
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Hola Ma. Jesus! Como estas?
Paso a decirte que me gusto mucho tu pequeño relato. Es mas descriptivo, pero en esas palabras hay mini-historias y emoción. Un gran trabajo!! Saludos y nos leemos (N°34)
Hola M Jesús. Tu relato me gusta por su claridad y sencillez. Creo que no tiene errores ortográficos salvo alguna coma. Es una bonita manera de ensalzar la amistad y generosidad.Saludos. Nos leemos.
Hola María Jesús.
Más allá de que se trata de una escena descriptiva, coincido con José María Moreno Pelayo en rescatar el valor de la amistad por encima de todo.
Mis saludos.
Hasta la próxima propuesta.
Laura (24)
Hola M.a Jesús,que decirte que no te hallan contado,lo de la ortografía no es lo mio,pero tu relato me ha gustado que ha pesar de lo triste destacas por encima de todo la amistad ,algo muy valioso en estos días .Un saludo y nos leemos
Paola y K. Marce muchas gracias por haber leído con tanta atención mi relato. Vuestros comentarios me son muy útiles y los tendré en cuenta para los proximos meses. Nos leemos.