Entre las brumas y el vaho de la madrugada puedo verlos. Sé que estarán agradecidos por siempre, los he salvado de la captura segura de sus perseguidores. Por eso sonrío cada vez que florecen, es verdad que son tan hermosos e imponentes que estoy orgullosa de mi decisión.
Recuerdo ese día que tan desesperados me llamaron: ¡MadreTierra, Pacha mama! ¡Ayúdanos! Los caciques de ambos mandos habían mandado a buscarlos y volverlos a su tribu, no podían amarse. Huyeron en la oscuridad, los cerros los protegieron.
La solución fue transformarte, Kewayl, en una planta de cardón, con grandes espinas para defenderse y un cuerpo firme y jugoso que soporte las sequías y los vientos. A tu amada, Paskana, en una flor blanca, a veces con algo de bermejo que se abre a la noche y recibe a los insectos ellos serán los responsables que nazcan vuestros hijos en toda la puna; Tú protegerás a tu amada con espinas y ella alegrará los cerros que habían perdido su encanto.
Nota del Editor:
Cuenta la leyenda que los cardones que hay en los valles, en especial en Amaicha del Valle, (Tucumán, Argentina) los cuales son indios, que convertidos en plantas, aún vigilan los valles y los cerros. Ellos velan por la felicidad de sus habitantes que, de esta manera, nunca más serán perturbados por extraños en conquista de tierras.