La lluvia torrencial
La tormenta llegó de pronto con truenos y relámpagos desatados con furia. Las calles se transformaron en ríos crecidos que no dejaban nada a su paso, todo se lo llevaban en un torbellino.
Desde la ventana se veían las hileras interminables de coches y motos, levantando abanicos de agua; el ir y venir de la gente tan apresurada. Algunos se guarecían bajo los toldos, a la espera de un cambio.
Era de tarde, estaba muy oscuro y las luces estaban encendidas.
Se acercaba la hora en que él vendría...¡pero llueve tanto!…
Me senté en el sofá a contemplar la tormenta, no tenía ganas de leer.
A veces pienso, qué va a suceder con lo nuestro; por lo difícil que se nos presenta el día a día con tanto trabajo, que nos deja sin tiempo para el amor, el descanso...
Cuando nos conocimos había una llovizna muy fina, recuerdo. Fue al salir de la biblioteca del instituto; abrí mi paraguas amarillo; él me miró y yo a él. Pensó, creo, que era una invitación para protegerse y con un “qué tal” como si nos conociésemos, se puso a mi lado.
Todo fue muy natural, espontáneo.
―Gracias, muy amable.―dijo.
―Las circunstancias obligan ―le contesté.
―¡Qué llovizna persistente! No traje paraguas a pesar de haber visto el cielo gris.
―¿Qué libros llevas ahí? —pregunté por curiosidad.
—De matemática, lo que estudio; ¿y tú?
—Literatura, hago un profesorado de idioma español.
—Raro que nunca nos vimos antes, ¿verdad?
—Sí. ¡Somos tantos!...Mi nombre es Carla ¿y el tuyo?
—Federico.
Así continuamos una conversación amena, que los dos aceptamos muy a gusto.
No sé cuánto tiempo caminamos bajo aquella llovizna ligera, que sin darnos cuenta nos atrapaba, creando una atmósfera íntima muy agradable.
Al llegar a una plaza nos detuvimos y sin preguntarnos nada nos sentamos en un banco.
Sentí un escalofrío y al instante, el brazo de Federico me abrigó.
Entonces comprendí que la felicidad llega sin aviso, que hay cosas que no se explican, no tienen lógica, ni lugar, pero elevan el ser a otra dimensión, lo hacen sentir diferente. Así me sentí aquella vez .
Pasaron varios días con esa llovizna que vuelve transparentes las cosas y más luminoso el paisaje.
Federico y yo seguimos saliendo, nos sentíamos contentos, agradecidos por habernos conocido en esa circunstancia trivial.
A veces, tomando un café, sentados frente a una ventana del bar, hacíamos planes de futuro:
―¿Tú qué opinas de nuestro relación? ¿Será siempre así, cargada de afecto, de ternura? ―decía Federico, mientras, en su mano izquierda la cuchara, daba vueltas y más vueltas dentro de la taza, acompasando sus palabras.
―Yo creo que no se apagará algo que nació tan espontáneo, que los dos aceptamos con agrado y cultivamos día a día —le contesté—. Esto se parece mucho al amor, ¿no crees?
―Sí, de veras, siento que no solo se parece, sino que es amor. Y con el tiempo, ¿qué pasará, con el tiempo?
―No sé, será como la lluvia, a veces tranquila , leve, otras, fuerte y torren tosa, pero que siempre volverá― dije, uniendo nuestras manos con fuerza.
Los golpes en la puerta me sacaron de aquella evocación tan nítida y placentera.
Abrí, y allí estaba él, empapado, sonriente y cariñoso, como siempre.
Aunque la lluvia no era igual, sentí de nuevo aquel escalofrío, colmado ahora con un abrazo intenso y prolongado...
Casi no hablamos esa tarde, pero el amor que disfrutamos fue maravilloso, cálido, pleno de ternura, sintiendo palpitar el torrente de nuestra sangre.
Ya no tenemos más dudas, vivimos un presente dichoso, compartiendo tareas, vivencias, disfrutando salidas, encuentros con amigos. ―Tengo una noticia para darte Federico, que nos hará más felices : dentro de unos meses llegaremos a ser “el triángulo perfecto” tan soñado...
Hola Maria Esther:
Gracias por pasarte por mi relato y comentario.
Al tuyo llego con bastante retraso pero contento de haberlo leído.
Bonita y entrañable historia de amor que refleja además la zozobra de la protagonista por la ausencia del ser amado, ante la inclemencia del tiempo que presagiaba una posible hecatombe. Para culminarla con la buena nueva de la espera de un hijo.
Me ha gustado y por ello te felicito.
Hola María Esther,
ya metidos en febrero, vengo a comentar tu relato. Es tierno, como dicen los compañeros, y algo que me gusta mucho, sencillo. Aunque no es pobre en vocabulario. Por otro lado, aquí hay una idea que se defiende durante todo el texto, el amor que estos dos encontraron, y que se siguen profesando. Pero no se hace pesado, no nos has "machacado" con eso.
Hay un detalle que creo que nadie ha comentado. Igual es casual, pero yo lo he tomado como que no. El hecho de que uno esté estudiando Matemáticas y el otro Literatura, ¿hay algo que se pueda extraer de ahí? ¿Es que en este amor se juntan la razón (representada por las Matemáticas,…
Estoy un poco atrasada en los agradecimientos a estos compañeros que también me han visitado:
Leonardo, Jesús, Clara, Juana, Pepe, Isan, Laura, Jorge. A todos,
mi agradecimiento por la lectura y sus valiosos comentarios.
Qué bueno que es esto de leer las diferentes opiniones de los compañeros, cómo ayuda a la hora de mejorar el relato, ver los errores cometidos.
Otra cosa interesante son las diversas interpretaciones de los hechos.
En general hay coincidencias que es un relato de amor, tierno, romántico, bien escrito, donde la lluvia ambienta y colabora en la expresión de sentimientos.
De nuevo gracias a todos.
Hasta dentro de unos días.
Hola, Esther. Has escrito un relato apacible y cargado de amor y romanticismo. Estuve esperando en todo momento el momento en el que la coaa se truncaría, pero, asombrosamente, la trama se amasó y dio lugar a un texto apacible, tierno y muy bien escrito.
En lo formal, creo que ya te han dicho todo.
Solo el titulo que no acabo de entender, aunque es porque a lo mejor estoy mirando de ver las seis patas al gato, je, je.
Me gustó. Enhorabuena y un saludo.
Hola Esther,
Gracias por pasar por mi relato y por tu comentario. Este mes no he tenido mucho tiempo para leer a los compañeros. Tu historia es tierna y amable, la mejor parte de los amores, pero como ya te han dicho merece una buena revisada no solo en cuanto a detalles de gramática, y hasta de apuros al escribir, sino en cuanto a la estructura.
¿Una lluvia torrencial para el momento de la noticia de un hijo en camino? ¿ Ni una insinuación al lector que esas dudas aparecen cuando tiene algo importante que compartir? No es necesario romper el efecto sorpresa. Con que quede la duda de si se trata de un título, un premio, un viaje, es…