“Te lo dije, mamá, y nunca me hiciste caso. ¿Recuerdas aquella foto en donde aparezco sentado sobre un elefante? Nunca me creíste que era real, pensaste que todo era resultado de un fotoshop, muy bien logrado por cierto. Una mañana, de repente, la foto desapareció. Él se la llevó, a quien llamabas “mi amigo imaginario”. Salía todas las noches de mi armario para jugar conmigo, pues se sentía muy solo en ese mundo tan oscuro y silencioso. Un día, le dije que quería conocer su mundo, entonces me prometió que me llevaría con él, pero que para que eso fuera posible, tenía que subirme a la resbaladilla del parque, a la que tú me habías prohibido siquiera acercarme. Yo te desobedecí y me subí. No contaba con que al llegar arriba, mi amigo me iba a empujar, y al golpearme la cabeza con el suelo, me transportaría a otro mundo; su mundo, y mi traje preferido de marinerito, se teñiría de rojo. Ahora ya es demasiado tarde. Desde entonces, los dos vivimos en el armario, y nadie nos quiere sacar. En verdad está muy oscuro aquí, y muy silencioso. Solo me permitieron salir de la casa el otro día, cuando tuve que repintar aquel triángulo amarillo que tú pusiste afuera de la nuestra, pues dicen que nunca debe desaparecer, porque el día que lo haga, tendremos que irnos del armario, vagaremos sin destino fijo, y ya nunca más podré estar contigo, pues aunque tú no puedas verme, por las noches me acerco a tu cama, y cuando te quedas dormidita después de tanto llorar, te beso la frente. ¿Recuerdas aquel día que despertaste muy alterada a media noche, y dijiste que habías sentido como si un aguijón se te hubiera enterrado en la cara? Esa ocasión no pude aguantarme y te besé en la mejilla; no quería asustarte”. “Yo no sabía que el viaje a este mundo no tendría retorno. Solo quería conocerlo, nada más. Mi amigo me engañó, pues me aseguró que al entrar a su mundo se me borraría la memoria y olvidaría toda mi vida anterior, pero eso no es cierto, yo me acuerdo de ustedes y los extraño mucho. Por favor no dejes nunca que mi hermanito entre al armario, y si lo llevas al parque, que no se acerque a esa resbaladilla. De haber sabido el dolor tan grande que te iba a ocasionar, no me hubiera subido jamás a ella”. “Escuché que ya no viven en la misma casa, y que unos nuevos dueños la habían comprado. Solo espero que tengan un niño de mi edad para que pueda sacarme del armario y juguemos juntos. Quizás, algún día, él también quiera conocer nuestro mundo. Entonces tendremos que llevarlo al parque, y convencerlo de que se suba a la vieja resbaladilla. Espero que su mamá no se ponga tan triste como tú cuando me vine a este lugar. Ya seríamos tres en el armario. Lo bueno que es muy grande; parece no tener fin.
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Hola A.Berumen,
Triste y a la vez terrorífico. Cuanto más inocente parece el niño ( muerto claro), más miedo da. Y todo parece que lo dice con naturalidad, con esa (ahí está) inociencia de un niño que no acaba de comprender lo que le ha ocurrido. Está deseando que otro niño entré en el armario. Aunque al fin y al cabo, no querría que su madre sufiera como lo hizo la suya.
Interesante y bien escrito
Saludos
Hola A. Berumen, como estas?
Me pareció muy interesante tu relato. Intriga mucho y atrapa. Lo único que tengo para comentarte es que me da un poco la sensación que las palabras del reto quedan un poco forzadas... No comprendí bien el tema de la foto con el elefante. ¿La edito/inventó el primer fantasma? Pero es solo una apreciación personal. Sin dudas voy a buscar el resto de la saga porque es muy interesante, muy buen trabajo!!
Un saludo y nos leemos!! (N°34)
Triste relato pero muy bien formado, me ha resultado ligero de leer porque explicas muchas cosas. En cuanto las comillas, es cierto que si sólo habla un personaje no hacen falta, en libros impresos, que es a lo que estamos acostumbrados, al menos yo, es más fácil la lectura porque puedes poner bien los guiones largos, las separaciones de párrafos. En blogs puedes también hacer la composición a tu gusto por su editor de texto, quizás en un futuro sería bueno tener un editor en Literautas. Sólo es una idea.
Pero vamos, que está muy bien relatado y te deja ese amarga idea de que dentro de los armarios de los niños hay más de lo que podemos imaginar. Buscaré…
A.Berumen , una historia de miedo y triste, el primer párrafo pudiera ser algo largo, no se tu eres el autor ,otra duda és si en el ultimo párrafo final hay que poner comillas de cierre o vasta con el punto y final. Un saludo
Muchas gracias Amadeo por tu lectura y comentario. Sí, lo del título es un error de dedo y en cuanto a las comillas se debe a un error en la publicación, pues originalmente se trata de párrafos separados, de ahí la necesidad de utilizar las comillas. Este relato es la tercera parte de “Un domingo en el parque” y “El niño del parque”, que fueron mis participaciones de diciembre y enero, respectivamente. Si no las leíste, te invito a hacerlo para que tengas una comprensión más amplia de la historia, la cual pretendo continuar aquí cada mes. Pasaré a leerte con gusto. Mucha suerte y Un abrazo.