Las dos mujeres estábamos sentadas en el comedor, cuando María habló como para sí misma: ―Esto tenía que suceder algún día, no es que me alegre, pero tampoco lo lamento―. Se levantó con aire cansado, abrió la puerta del mueble-bar y se puso una buena cantidad de DYC con un único hielo, sabía que sería el último en bastante tiempo. Esa misma tarde la oí hablar, con los de la cárcel, por teléfono y más o menos estas fueron sus palabras: “Sé que sale hoy y que ustedes no pueden hacer nada. Si llamo es únicamente para que le recuerden que nadie le espera en casa, que es mejor que no venga.” Todavía me encuentro ensordecida por el estruendo del disparo, y aunque el humo ya se ha se ha disipado, siento su regusto acre en la garganta. Cogidas de las manos permanecemos en penumbra, lo que permite ver la luz de la escalera a través de los agujeros de la puerta. Encima de la mesa, junto a la masa de croquetas que no se liarán, descansa la escopeta, ya vacía. María está tranquila, vuelve a sentarse pesadamente, hace tintinear el cubito en el vaso y me dice: ―¿Podrías hacerte cargo de la casa cuando lleguen estos señores? Una sirena se escucha cada vez más cerca
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Lo primero Jorge, disculpa por la tardanza en contestar.
Un relato contundente. Hay cierta serenidad en la mujer, casi fatalidad, asumiendo su acto homicida.
No se necesita más, una escena perfectamente reflejada.
Hola Labajos.Buen microrrelato,bien escrito a veces pocas palabras dicen mucho ,te felicito
Hola K. Marce:
He leído detenidamente tus recomendaciones, y las encuentro casi todas acertadas, se te nota con experiencia. Algunas no terminan de convencerme, finalizar el micro en tiempo presente, cuando empezó en pasado, tiene como intención resaltar que la percepción del paso del tiempo, en ocasiones no depende de los minutos que pasan entre un hecho y otro, sino de la intensidad del momento, como cuando en una película, se enfoca repetidamente un reloj. Aunque puede que esto no esté muy bien logrado.
Cuidate y gracias por todo.
Gracias Osvaldo por tu comentario, y sobre todo por la documentación sobre el DYC, también conocido como "el Segoviano". La historia de María es parte de otra que se encuentra, cronológicamente situada en la época de la transición, cuando en la mayoría de las casas era el rey del mueble-bar. Tampoco existía por desgracia el teléfono 016.
Un abrazo.
Saludos, Labajos
El relato está entre mis obligados, por lo que me toca deshilarlo con toda la ley.
En el aspecto formal: Recuerda que todos los diálogos siempre deben iniciar en su propia línea, por lo que debe corregirse:
>Las dos mujeres estábamos sentadas en el comedor, cuando María habló como para sí misma: ―Esto tenía que suceder algún día, no es que me alegre, pero tampoco lo lamento―.
>>Las dos estábamos sentadas en el comedor, cuando María habló como para sí misma:
―Esto tenía que suceder algún día, no es que me alegre, pero tampoco lo lamento.
Aunque la palabra mujeres, es obligada para el reto, no es usual que se identifiquen como tal a la hora de hablar…