Hoy me iré por unos dÃas a casa de Gaby.
Por la noche, esperaré a que se duerma y me meteré en sus sueños. Estoy seguro que es de esas niñas que siempre sueñan con hadas que viven en un castillo encantado rodeado de verdes praderas. Ellas son quienes se encargan de escogerles su prÃncipe azul, con el que se casarán.
Todo lo que tengo que hacer es disfrazarme de una de ellas y aconsejarle que le dé el sà a Danielito. De esa forma él dejará de pensar en Anne, y yo podré pasar más tiempo con ella.
Tal vez tenga que quedarme varios dÃas en su casa, pues en ocasiones las niñas como ella no solo tienen una hada, sino que cuentan con tres, cuatro y a veces hasta cinco.
Por lo general, cuando no están seguras de algo lo consultan con las demás, hasta que, entre todas, se ponen de acuerdo.
Solo espero que no se dé cuenta que me hice pasar por una de ellas, pues entonces pensará que soy un ladrón que solo quiere quitarle algo, y las cosas no saldrán como lo planeé.
Mientras tanto voy a buscar a Anne, para ver si puedo platicar con ella.
Veo que se encuentra en el jardÃn, sentada en una banca de piedra mientras deshoja una margarita.
Me acerco a ella y trato de hacerle conversación.
—Hola —le digo.
—Hola —responde en un tono cortante, como si no quisiera platicar.
—¿Qué haces? —Insisto.
—Nada —contesta—. Solo trato de pasar el tiempo para no aburrirme.
—¿Quieres platicar conmigo?
—Pues... no sé, apenas si te conozco y no sabrÃa de qué platicar contigo.
—Puedes contarme de tu vida anterior, a lo que te dedicabas antes de vivir aquÃ; cuánto tiempo llevas aquÃ; cómo fue que llegaste aquÃ; no sé, podemos platicar de muchas cosas. Si quieres, yo puedo empezar contándote cosas de mÃ.
—Ok. Te escucho.
—Yo vivÃa con mis papás y mi hermanito, pero un domingo fuimos al parque ese que tiene una resbaladilla grande y vieja. Por no hacerle caso a mi mamá me subà en ella, y un niño, que decÃa ser mi amigo me empujó. Caà con la cabeza, y eso fue lo único que recuerdo. Desde entonces nadie me hace caso. No me ven ni me escuchan. Como si no existiera. Me di cuenta que ya no vivo en su mundo. Ahora tengo mi propio mundo que se encuentra dentro del armario. A partir de ese dÃa me convertà en un chico solitario, y mis papás nunca volvieron a sonreÃr. Hace poco tiempo se cambiaron de casa, pensando que asà podrÃan rehacer su vida y olvidarse de mi, pero no les funcionó. Todo esto ha sido muy doloroso, en especial para mà mamá, quien piensa que todo fue su culpa por no cuidar de mÃ. Yo sè que no fue asÃ. La culpa la tuvo mi amigo del espejo, pues él fue el que me convenció de que me subiera a la resbaladilla y luego me empujó. Me engañó diciéndome que asà Ãbamos a estar siempre juntos, pero fue una mentira, pues desde aquel dÃa no lo he vuelto a ver. Tú eres la única persona con la que puedo platicar y quien me puede ver. Bueno, también Danielito, pero a él lo conocà hace apenas unos dÃas. Ahora, si quieres, puedes contarme tu historia.
—Pues yo no tengo mucho que contarte, solo que vivÃa muy feliz con mi mamá y mi hermanita, hasta que un dÃa, un reportero se enamoró de mi mamá, y como ella no le hacÃa caso, nos secuestró a mi hermanita y a mi. Nos torturaba mucho, y un dÃa se le pasó la mano con nosotras y nos envió a este mundo. Lo raro es que a mi hermanita no la puedo ver, ni siquiera sé en dónde está.
— Si quieres, puedo ayudarte a buscarla.
—En verdad te lo agradecerÃa mucho, pues asà me sentirÃa menos sola.
—Ok, solo déjame terminar un asunto que estoy atendiendo, y nos ponemos a buscarla juntos.
Lo bueno es que ya encontré una forma de estar con ella. Por lo pronto, como ya está anocheciendo, me voy a la casa de Gaby, a ver cómo me va...
Continuará...
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