Mikel estaba prácticamente sin sentido. HabÃa sido rescatado de un aparatoso accidente. En un descuido perdió el control de su vehÃculo precipitándose por un acantilado. Afortunadamente, este no era muy profundo y a su vez, por suerte, a mitad del escarpado se encontraba sobresaliendo una gran roca en la que el coche quedó trabado, sin llegar a caer casi la mitad del precipicio.
El equipo de salvamento, tras recibir la señal de alerta que envió el satélite al centro de emergencia, pronto salió en su busca. El mismo vehÃculo, a través de su sistema de localización y autoayuda habÃa mandado una señal de auxilio.
El banco de datos habÃa reconocido a Mikel y ya estaba proporcionando en el hospital de la población más cercana, todos sus datos personales asà como las claves de acceso a toda la documentación de su historial médico, enviando también a la ambulancia las rutas más idóneas para el traslado del herido
Lo único que no habÃa sido facilitado al hospital era el alcance de la gravedad de lesiones que pudiera presentar. Este dato tenÃa que ser facilitado por el equipo médico que lo rescataba. Era un dato que se escapaba al satélite.
En la ambulancia, no comprendÃa nada, no acertaba a saber porque se encontraba en su interior, ya que a la vez, tampoco recordaba nada del accidente. En su cabeza no era capaz de ordenar el caos de sensaciones que tenÃa, tampoco la luz cegadora de los focos que se hallaban en el techo le permitÃan pensar con claridad.
Mikel formaba parte de la mayorÃa de población que estaba totalmente controlada.
Afortunadamente, el microchip que llevaba implantado bajo la piel del cráneo, no habÃa sufrido daños. Tampoco estaba deteriorado el código QR que llevaba tatuado en el lado derecho a mitad del cuello.
Estos eran los controles que se habÃan implantado desde el año 2046, de tal modo que cualquier persona era reconocida de inmediato, prácticamente allá donde estuviera.
Las ciudades estaban llenas de cámaras lectoras de códigos QR y de sensores para la lectura de los microchips. Fuera de estas, un gran número de satélites detectaban también cualquier movimiento, diferenciando y dando aviso a la central de datos de alguna acción no correcta.
Era una vigilancia total y absoluta de toda la población que, por una parte era beneficiosa como en este caso, pero también era totalmente perjudicial para la libertad de las personas.
Como era obvio, algunas zonas rurales eran terrenos prohibidos, estrictamente vigilados y cercados para evitar incursiones, seguramente porque eran puntos ciegos para estos controles.
Mikel habÃa salvado su vida gracias a que tanto él como su vehÃculo en ese momento estaban vigilados.
***