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Caminando en línea recta no puede uno llegar muy lejos, y si no fíjense en los famas, esos seres metódicos y de trayectorias intachables que, tras repartir sus vastas herencias a partes iguales, se mueren por aburrimiento pasados los cien años. Se aburren porque ya no pueden rellenar sus libros de contabilidad, de cansada que está su vista. Y si bien el médico le prescribe paseos al sol, ellos se encierran en sus despachos con nostalgia a mirar sus colecciones de sellos, a ordenar las facturas de toda una vida, a desempolvar su primer libro de contabilidad. Entonces una lágrima se desliza por la mejilla del fama, que recuerda que hubo tiempos mejores, cuando la compra del papel higiénico de oferta se anotaba cuidadosamente en el apartado de “gastos domésticos”.
El sepelio de los famas se divide en tres partes: en la primera se hace un discurso del finado remarcando todas sus cualidades por orden alfabético, en la segunda se deposita el féretro en el hoyo y los familiares arrojan sus libros de contabilidad entre suspiros y lágrimas y en la tercera se baila tregua y catala, pero sólo si todos los presentes dan el visto bueno al grabado de la tumba. En caso contrario, nadie baila tregua y catala y todos regresan a sus casas en silencio. En el peor de los casos el alma del difunto no descansa en paz al verse ultrajado por un error ortográfico en su apellido.
Todo lo contrario les sucede a los cronopios, esos seres verdes y húmedos. Raras veces un cronopio llega a los cuarenta, ya que suelen morirse felizmente por accidentes de todo tipo. Un cronopio puede quedarse embobado en mitad de la calle mirando una nube con forma de saxo y la alegría de su hallazgo lo impulsará a bailar tregua y catala delante de un autobús en marcha. Por cada fiesta que celebra un Fama, se mueren de media tres cronopios. El desenlace fatal suele acontecer cuando los cronopios cantan sus canciones favoritas. Se entusiasman de tal manera que con frecuencia se dejan caer del tejado, de las ventanas, ahogar en las piscinas, se les desatan los cordones de los zapatos, pierden los botones de la ropa, lo que llevaban en los bolsillos y hasta la noción de los días. También los hay que se mueren de excesos. Célebre es el caso del cronopio que atracó una tienda de regalices y murió felizmente empachado días después. O el cronopio que sobrevivió tres días en el desierto sin agua y al volver felizmente a su casa murió intoxicado por exceso de zumo de pera. Un cronopio volvió de viaje y se encontró raro en su casa. Tras una revisión exhaustiva anunció a su esposa que el felpudo estaba en huelga, las novelas de la estantería malhumoradas, los azucarillos se habían vuelto quisquillosos y las cortinas de la ducha habían envejecido al menos diez años. A la pobre mujer le pegó un estallido de risa que le costó la vida.
Los cronopios nunca suelen descansar en paz, ya que al morirse en accidentes siempre dejan algo pendiente en vida. Eso hace que al día siguiente del funeral, sus hijos encuentren al fantasma de sus padres sentado a la mesa. Dado que los cronopios son de naturaleza despistada, se pasan semanas apareciendo en los desayunos familiares hasta que rompen a llorar desconsolados, incapaces de recordar cuál era su tarea pendiente. Los hijos comprensivos, les hablan con dulzura y les cantan sus canciones favoritas hasta que el cronopio recuerda un buen día que se había dejado olvidados unos pantalones en la tintorería. El cronopio se pone muy contento en esos casos y su familia también. Entonces todos bailan tregua y catala en la cocina con tal apasionamiento que se rompen vajillas enteras armando un gran estruendo, para disgusto de sus vecinos.
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Nota de la autora: Como admiradora de Julio Cortázar he querido rendir mi particular homenaje al autor y su obra: “Historias de cronopios y de famas”, aprovechando el reto literario de Café Literautas.
Hola Araceli, gracias por leer mi relato y dejar tu comentario. Tu relato me parecio excelente. El tono comico y fluido en que describes todo hace una lectura muy amena.
Saludos y espero leer mas de tus relatos,
Hola Araceli,
aunque he leído bastantes cosas de Cortázar, "Historias de cronopios y de famas" lo tengo pendiente. Así que con cada frase tuya me preguntaba, "¿que habrá dicho don Julio de este cronopio o de aquel fama?
Conociendo y admirando la obra del argentino supongo que el librito será una de sus maravillosas historias. Con esa idea en mente, tu relato me ha parecido una magnífica carta de presentación. Tiene una prosa muy cuidada y un ritmo que te atrapa, de manera que llega un momento que te da casi igual lo que estás leyendo, te gusta y sigues leyendo. ¿Se puede pedir más?
Verso suelto (13)
¡Qué sorpresa tan grata descubrirte por estos lares!
Bueno, Araceli, me ha encantado tu versión cortaziana de lo que bien podría ser otro capítulo del genio del surrealismo o del realismo mágico, como dicen los estudiosos y críticos con su obra.
Recuerdo haber leído algunos relatos de tu blog inspirados también en la obra del genio y la verdad que siempre me han resultado muy sugerentes.
Cierto que en esta legendaria obra, Cortázar menciona tres tipos de personajes o estereotipos sociales: famas, cronopios y esperanzas, aunque estos últimos hacen el papel de híbridos y apenas figuran en las historias.
Me parece un trabajo excelente, aunque hay algunas cosas que ya te han mencionado antes mis compañeros y que valdría l…
Que tal, Araceli. Me gusto tu relato. Si no escribes que es un tributo a Cortázar ni cuenta me doy. Eres muy buena. El ritmo que tiene tu relato, me parece un timing perfecto. Felicidades.
Hola de nuevo, Araceli. Ya te lo había dicho, tu relato me parece estupendo. No solo has retratado la forma de ser de los famas, (el de los caminos rectos, ordenados y aburridos), y los cronopios, mucho más espontáneos, soñadores y apasionados, de hecho son redondos, nada lineales. Hasta la forma en que mueren y lo despiden en los sepelios los caracteriza.
Quizás faltaría retratar a los esperanzas, que aunque son seres híbridos, si Cortázar los incluyo en su magnífico cuento, por algo sería, aunque no los incluyera en el título, pero entiendo que se trataba de decantarse por un camino recto y otro sinuoso, y estos seres tan dispares han cumplido sobradamente el reto propuesto.
P.D. Tiene razón el…