Hace unos días, me reencontré con una persona después de cuatro años y que pensé no volvería a verle nunca más. Se trata de Ricardo, un indigente por voluntad propia que dejó la Marina mercante para vagabundear y no depender de nadie. Duerme donde puede o le dejan estar un tiempo en la entrada de algún garaje, con la indulgencia de los vecinos que recuerdan su paso por estos lares.
Con esta decisión tan personal la brújula de la vida le indicó rumbo a lo desconocido; rincón, donde las probabilidades de ser alguien se diluyen como la espuma. Él lo entiende y no se queja, tiene la comida casi asegurada y obtiene de Cáritas la ropa que necesita. Me recuerda que estuvo embarcado en la marina —todas las personas solitarias empiezan explicando una y otra vez sus cuitas —pensando que es la primera vez que lo hacen.
Nuestro casual encuentro, se produjo cuando salía de esta institución benéfica con unos pantalones en la mano y a bote pronto, me señala como estaba situada la bragueta. —¿Ve usted? esta bragueta es larga suficiente para que sea fácil y cómodo su empleo y los pantalones son amplios para ponerlos y sacarlos.
—Hombre, —le contesto—ya veo como está situada, como todos los pantalones, a excepción que sea otro tipo de prenda que no la necesite.
—Mire usted—vuelve a insistir, los vaqueros ya me gustan porque la ropa es más resistente, pero tiene la bragueta tan corta y rotos en las rodillas o muslos; aunque esté de moda entre la juventud, yo me lo tomo como una desafección o risible para nosotros.
Le encuentro dicharachero, le gusta hablar, y más si tiene una cerveza en la mano o en este caso en la barra del bar donde estamos ahora. Está mas ajado que la última vez y menos templado, habla deprisa y con semblante disgustado con la impresión de estar en contra de todo; y ahora el tema le toca a los pantalones. Todavía le queda algo de recuerdo cuando me dice que en los años noventa también era partidario de esta moda actual, pero ahora lo encuentra denigrante… sigo escuchando.
—No es fácil ver algún indigente con pantalones de este tipo remendado o descosido--sucio quizás—de restregarse por el duro suelo con sueños blandos de doble colchón. Si hemos de tender la mano con un vaso de plástico a la espera de que suene alguna moneda no nos interesa, y menos enseñando las carnes. Ya seríamos del montón.
—El hombre actual parece que quiera emular a la mujer con pantalones estrechos y bragueta corta. Las mujeres con estas cualidades en los pantalones es comodidad, mientras que en el hombre —que quizá se pensó en resaltar la varonía—resulta de lo más incómodo…por mucha moda que sea.
—En los baños de caballeros, verá que a los hombres les falta manos; para desabrocharse el cinturón, abrir la bragueta aguantarse los pantalones o, en el peor de los casos dejarlos caer —que poco macho queda, verdad— y buscar la cosa para que pueda hacer lo que necesite hacer, aunque a veces llega tarde y gotea.
—Mire usted. Nunca antes, en los lavabos de caballeros había que guardar cola, como desgraciadamente las señoras, por falta de previsión de los establecimientos de no poner más usadores de necesidades perentorias. A fin de cuentas hay màs mujeres según estadísticas. Ahora en los retretes de hombres, si el cuerpo aprieta te puede dar un colapso por estar ocupado; la deshonra que supone que les vean con los pantalones bajados prefieren sentarse en la taza para quedar mas a salvo de miradas.
—También quedaría solucionado el asunto, si la bragueta se abriera de abajo hacia arriba, pero tendría que ser de botones…por si acaso. Ante esta anomalía de la bragueta, si se pretende resaltar algo que a duras penas está en un porcentaje mínimo varonil, se podría reivindicar manifestaciones en masa para el traje torero y su “paquete” similar a los nobles con armadura para guerrear y asustar a los enemigos.
Nos damos las manos—perdón los codos—y que los dioses nos sean benévolos.
Hola El Chaval, vienes con un relato por demás original. Con el pretexto de un indigente y el pantalón que recibe de Cáritas, vas desgranando una variedad de temas que sorprenden y nos dan para reflexionar acerca de la importancia de algo que parece tan banal y es imprescindible: la bragueta!
En cuanto a lo formal, ya otros compañeros te han marcado algunos detalles.
A sido un gusto leer tu texto.
Un saludo.
Hola Chaval, he llegado al final del relato sin darme cuenta y con una sonrisa.
La historia te atrapa desde principio a fin.
Es fabuloso como te desenvuelves con la pluma, como consigues atrapar al lector aún tratándose de un tema sin mayor trascendencia.
Nos seguimos leyendo.
Un saludo:
Vibe.
Chaval:
Bastante original tu relato. Y muy gracioso; suscita risa casi a cada párrafo. Pero más allá de eso, lo veo como un interesante intento por llamarnos la atención hacia esas personas caídas en desgracia; nunca nos detenemos a pensar cómo se defienden en el día a día.
Después de las críticas de lenguaje que ya te han hecho, tengo más…
“Me recuerda que estuvo embarcado en la marina —todas las personas solitarias empiezan explicando una y otra vez sus cuitas —pensando que es la primera vez que lo hacen.” Debe ser “hace”, en singular, porque estás volviendo, después de la explicación, a lo que comentas de él.
“Nuestro casual encuentro, se produjo cuando”…. Sobra la coma entre el sujeto…
Hola, Chaval: Me ha entusiasmado que elabores de algo tan simple y poco literario, todo un señor relato discutiendo sobre la falta de lógica o los pésimos patrones que utiliza la industria para diseñar este producto tan conocido en el mercado, es decir, los pantalones y sus respectivas braguetas. Digamos que has hecho toda una amena y divertidísima historia con suficiente argumentación como para convencernos a las mujeres incluso, que no tenemos ni idea de esos inconvenientes y que gracias a ti ahora podremos descubrir todos estos detalles, acerca de las braguetas y la problemática que despierta en los hombres a la hora de poder liberarse de sus necesidades corporales y urinarias, como es debido o de una manera mucho más práctica. Definitivamente…
El Chaval:
No le encontré la real "esencia"de esta charla. Me costó saber quien hablaba en cada parte. En fin, no me pareció interesante esta simple con versación sobre pantalones y sus braguetas. Creo le faltó "emoción".
De acuerdo con muchas de las observaciones de otros lectores.
Estoy en el 5 por si quieres leerlo y comentar
Cordiales saludos