Ya tenÃamos todo preparado para el gran viaje de novios o, como se dice habitualmente, luna de miel. Los nervios atenazaban nuestro cuerpo, casi no pudimos pegar ojo esa noche por la emoción que esperábamos tener en la experiencia.
Al dÃa siguiente, antes de sonar el despertador, ya estábamos despiertos y listos para llegar al aeropuerto.
Embarcamos en vuelo rumbo a TurquÃa. Viaje con destino a Capadocia, región histórica de Anatolia central, declarada en 1985 Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
Nos alojamos en un precioso hotel en Görembe, construido en el interior de una cueva, de las miles de ellas que forman la región. Es un paisaje de altas rocas todas perforadas dando una imagen nunca vista y única en el mundo. Forman altas chimeneas puntiagudas además de multitud de galerÃas subterráneas.
Al dÃa siguiente muy temprano nuestro guÃa ya esperaba en recepción. Era el piloto que iba a conducirnos en nuestro viaje en globo aerostático, atracción principal de la zona junto con la vista de las rocas perforadas. HabÃamos visto en los folletos que era una auténtica maravilla la observación del paisaje además de la cantidad de globos que viajarÃamos juntos.
– ¿Sabes que a estas formaciones rocosas las llaman también las chimeneas de las hadas? – me dijo Sara, mi esposa.
–Si lo habÃa oÃdo, y en algún folleto lo indicaba, le contesté. Pero ya sabes que soy muy incrédulo para esas cosas.
Viajamos con el piloto en vehÃculo todo terreno hacia el lugar que parecÃa el más idóneo para aprovechar el viento en el vuelo de ese dÃa. El inflado del globo es verdaderamente emocionante y hace que te vaya subiendo la adrenalina por momentos.
Por fin despegamos, llegando a la altura de trecientos metros, la recomendada para este tipo de vuelos. El viento desplazaba suavemente el globo, permitiéndonos contemplar el insólito paisaje de piedra que tenÃamos a nuestros pies. Una enorme llanura verde, alrededor de las formaciones, contribuÃa también a resaltar mucho más el contraste de colores.
Tras veinte minutos de vuelo nuestro piloto nos hico una indicación hacia una de las chimeneas rocosas. En principio no observamos nada, momentos después pudimos ver como unos seres diminutos salÃan por una de las cuevas más altas y se dirigÃa hacia nuestro globo en perfecta hilera, rodeados de una estela de pequeñas luces. No podÃamos creerlo, en unos momentos el cesto donde estábamos quedo envuelto de una multitud de hadas fantásticas. No podÃa haber imaginado nunca unos seres tan hermosos. De colores vivos, verdes, rosas, amarillos, naranjas, azules, con unas alas casi trasparentes y rodeados siempre por una lluvia de diminutas luces muy brillantes.
Dando vueltas alrededor de donde estábamos, a esa altura, divisando también ese extraordinario paisaje, llegamos a pensar que estábamos en un sueño. Sara y yo nos mirábamos atónitos hasta que nos dimos un pequeño pellizco para asegurarnos que no era un sueño.
Eymen, nuestro piloto, no pudo evitar una sonora carcajada. Más tarde nos comentó que todo el mundo hacia los mismo, pellizcarse para comprobar que no estaban soñando.
Las doce hadas que nos visitaban tenÃan una preciosa cara exhibiendo una amplia sonrisa, eran realmente muy bellas y denotaban una simpatÃa sin lÃmite.
Estuvieron con nosotros rodeando la barquilla donde estábamos. No podÃamos creer lo que estábamos viendo. Momentos después, la primera hada nos guiñó un ojo y, en una perfecta fila, descendieron todas hacia las rocas, subiendo después para su visita a otro de los globos.
Era increÃble, no podÃamos contar la cantidad de globos que se veÃa a nuestro alrededor. Le preguntamos a Eymen si era normal la visita de las hadas a todos los globos cada dÃa. Este nos respondió que no, que era muy raro y que solo lo hacÃan cuando notaban unas personas realmente especiales, que emanaban amor por todos los lados, a lo que ellas acudÃan para afianzar dicho cariño.
De regreso, también disfrutamos de un extraordinario aterrizaje, y más tarde vuelta a nuestro hotel en el mismo vehÃculo, atravesando la inmensa llanura antes de llegar a la zona rocosa. Ya de noche la panorámica de Capadocia era realmente extraordinaria. Sus luces saliendo de las cuevas hacÃan creer que era la ciudad de los sueños.
Esa noche, comentando lo que habÃamos vivido nos prometimos que repetirÃamos esa experiencia otra vez, a ser posible.
*