—Taratitooootatitooooo...
—Cincomiiiiiilpeseeeetas.
Su cerebro fue conectado. por los niños de San Ildefonso, al calendario de la pared. Tachó otro número, funcionó como una alarma recordatoria. La próxima Navidad le era indiferente, pero corrió a buscar el particular boleto entre la maraña de papeles de su carpeta. Lo guardó en el bolsillo y continuó manoseándolo toda la mañana con el transistor pegado a la oreja.
Sabía que hoy le tocaría. Comprobó otra vez su “billete a la felicidad”: Testimonio de sentencia. Fecha de libertad definitiva 22-12- 1999.
–Euseeeeebio López, ¡con tooooodo!...
¡Bola*!
*Libertad.
*