Salió de la casa hecha un manojo de nervios. Subió al vehÃculo de un brinco, perdiéndose en su interior como un remolino de primavera. Los gritos traspasaron los helados cristales de la ambulancia.
–¡No nos abandones! ¡Regresa! ¡Te necesitamos! ¡Por favor! ¡Por favor! ¡Vuelve! Vuelve…
El llanto flotaba suspendido en el aire mientras arañaba el metal blindado de la aeronave. No cesaba. GemÃa con Ãmpetu.
A ella se le hizo un nudo de lágrimas, al cual ahogó cruelmente en la garganta. Enjugó el chirimiri de sus ojos y respirando hondo, puso rumbo a su destino. El comunicado que habÃa recibido mientras desayunaba era urgente, no podÃa perder ni un minuto. Ya iba con retraso.
Su cabeza rumiaba un continuo tecleo de ideas, un hervidero de reproches y preguntas sin respuesta al compás del ruido de los cuatro turborreactores de aire.
"Que nube más enferma", pensó mientras contemplaba su masacrado borde desde la ventanilla, "le falta oxÃgeno, asÃ, ¿cómo va a empapar de lluvia el seco campo?, ¿cómo va a derretir la blancura transparente? Tengo que solucionarlo."
Aceleró el vuelo. En cuestión de segundos estuvo en Cumbre Reina. El corazón del medio ambiente.
Desbloqueó la computadora con la huella del pulgar y ordenó la salida de los tubos de la desfibriladora…tubos de sangre, de clorofila y de oxÃgeno. Salieron por la ventanilla soltando golpes de vida. En pocos segundos comenzó una suave lluvia, se palpaba un inocente palpito…rojo, un caliente pálpito…verde, un arcoiris de aire… limpio.
Los encriptados capullos desplegaron sus pétalos ante la brillante mirada de la enfermera. Se respiraba un aroma a flores, dulce y embriagador. A la chica se le iluminó una sonrisa muy hermosa. Esa magia contagiaba la atmósfera. CrecÃa y crecÃa. Engordaba y engordaba.
Al instante pulsó un botón táctil, que hizo bajar la rampa, con la intención de seguir disfrutando de la reaparición de los primeros brotes de la primavera.
El sonido de una alegre y bailarina voz, la sacó de su burbuja.
–Hola Abril, ¿dónde has estado?¡Qué alegrÃa volver a verte!
–Hola Mayo, disculpa la tardanza. Ya estoy aquÃ. Me quedé dormida en la nieve. El granizo me anestesió.
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