—"Caminando en línea recta, no puede uno llegar muy lejos", —repetía la niña que jugaba en una preciosa casa de cristal.
Un temblor sacudió los cubos que apilaba y con ojos llorosos se aferró a su oso de peluche, sabía lo que ocurría. Tembló nuevamente y los vidrios empezaron a quebrarse a su alrededor. El suelo sobre el que estaba sentada se abrió, cayendo esta al vacío.
—Ultra… Ultra es la llave, susurró el hombre en su oído.
Madison despertó. Las luces la cegaron un poco y la música empezaba a escucharse cada vez más fuerte. Se encontró rodeada de gente bailando en una pista y frente a ella estaba un apuesto hombre vestido de esmoquin, con su pelo perfectamente peinado que la observaba con cierta duda.
—Has tardado más de lo normal en despertar, —apretó su cintura y la acercó hacia él con fuerza, hablándole nuevamente al oído. —¿Estás lista? Repíteme la misión y más vale no me falles.
—Seducir al hombre que se sentará a mi lado izquierdo en la mesa, el mesero pondrá droga en su bebida y cuando ya esté listo lo llevaré hasta la habitación donde lo envenenaré cuando hagamos el último brindis. Tomaré los documentos que están en su maletín y que implican en múltiples negocios a un grupo selecto de la élite mundial y que son nuestros empleadores. Plantar drogas y al ser un hombre odiado por muchos no será muy difícil aceptar que murió de una sobredosis en una noche desenfrenada.
Le sonrió satisfecho y le señaló con la cabeza hacia la puerta, el objetivo había llegado.
Madison se acercó al bar a tomar una copa mientras esperaba que este se sentara a la mesa. Su objetivo tenía un aspecto bastante desagradable.
La mujer vio su reflejo en el espejo que cubría la barra de aquel lujoso salón y tardó unos segundos en reconocerse. Llevaba esta vez el pelo rubio a los hombros. Lucía un vestido rojo con un escote que llegaba hasta el final de la espalda, así como sus hombros descubiertos. Unos aretes de diamantes adornaban su rostro.
Caminó hasta la mesa y su mente empezó a repasar incontables datos sobre aquel hombre como si fuera una computadora. Se sentó a la par de él y lo miró con ojos seductores.
—Senador, es un honor conocerlo, mi nombre es Madison, —sonrió y extendió su mano hacia el hombre.
El Senador Casco le sonrió, tomó su mano y la besó.
La noche fue como esperaba. Al retirarse buscó con la mirada a Michael y le guiñó el ojo en señal de éxito.
Una vez en la habitación el enorme hombre se había desvestido sorprendentemente rápido, pero las drogas y el alcohol facilitaron las cosas sucumbiendo de un ataque al corazón.
Cuando ya estaba por irse con los documentos, revisó su cartera para retocarse el maquillaje y en este se encontraba un pequeño papel con un número de teléfono escrito en él. Algo en su ser le forzó a marcar. Al otro lado de la línea se escuchó una grabación.
—Madison, soy Natalia quiero recordarte que somos la misma persona y este es nuestro verdadero nombre. Sé que recordarás todo cuando me escuches.
Fuiste secuestrada a los quince años y puesta bajo tutela del gobierno para ser objeto de un experimento gubernamental de lavado de cerebro y reentrenamiento. Probablemente ahora ya no recuerdes lo que hiciste ayer, ni la cantidad de personas que has matado en el transcurso de estos años. El año pasado la burocracia nos favoreció y el programa de reforzamiento de lavado de cerebro no se nos realizó, por lo que logré brevemente retomar control de nuestro cuerpo pudiendo engañar a Michael quien es nuestro manejador y es quien se aprovecha de nosotras en toda forma.
Hoy acabaremos con eso así que toma los papeles que robarías y en vez de llevarlos a donde te indicaron, los llevarás a la calle Olson. Los entregarás a la persona que se encuentre contigo en la parte trasera del edificio. Ellos nos han ofrecido libertad verdadera a cambio de información.
Madison creyó sin dudarlo a la mujer que le habló. Antes de irse pasaría a ver a Michael para darle una merecida despedida. Llegó hasta la habitación, encontrándolo en el momento en que tenía relaciones con una mujer. Este la miró y antes de que pudiera decir la palabra que la regresaría a aquella casa de cristal, ella le disparó en la frente para luego marcharse libre.
*
Hola Wanda. Tu relato es muy interesante y está, en general, muy bien escrito. Lo único que te recomiendo es evitar el uso de los adverbios terminados en “mente“, pues no aportan nada bueno al texto. Busca en internet lo que grandes escritores como García Márquez opinan al respecto.
Felicidades, un abrazo y cuídate mucho.
A BERUMEN (16)
Hola, Wanda:
Te felicito por este relato tan rico en contenido como la manera de presentarlo. Has conseguido transmitir una trama muy compleja dentro del límite de palabras. Con pocas frases has hecho que despreciemos a Michael y queramos a la Natalia. Bravo por ello.
Quizás, y solo porque me corresponde ser un poquito más quisquilloso por ser vecino de arriba, diré que le falta un poco de cariño en la revisión, pero nada que no se pueda solventar fácilmente.
Reitero mi enhorabuena por tu gran trabajo. Te seguiré la pista en los próximos retos.
Saludos,
Mario
Buenas noches Wanda: Tu relato me ha dejado más muerta que a Michel.
Me ha gustado porque he ido de sorpresa en sorpresa como no entendía del todo lo que pasaba, leía esforzándome en entender, lo mismo que hago con las series de TV cuando son muy rápidas y no cojo el hilo.
El detalle del lavado de cerebro es imaginación en estado puro. La muerte del jefe es lo mejor. ¡Fuera los abusones!
Muchas felicidades y hasta pronto. Un saludo, Menta
Wow, Wanda, menudo relato. Me ha encantado. Mundos paralelos, raptos con borrado de memoria incluida hasta ajustes de cuentas al final. Además, el principio es rompedor, te engancha y ya solo es dejarse llevar.
Muy buen relato. Nunca te había leído, pero ahora me apetece hacerlo más.
Un abrazo!
Hola wanda, tu relato engancha y mucho. Me recuerda a la película de "Origen" por el tratamiento de los sueños que haces. Además cumples con el requisito de crear un relato de aventuras, en el que tu protagonista es asesina "sin querer". Un argumento muy original que bien daría para su serie de Netflix ;-) Me encanta ese final justiciero y liberador.
Un abrazo compañera,
Araceli