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Foto del escritorAdmon KMarce

Un adiós entre lluvia - Osvaldo Vela - (R)

Debe de existir una razón de visos divinos para que, en el ocaso de la existencia terrenal, se presente un enviado de Dios. Victorio arribó a mi biografía con una tarea de apoyo. Misión encaminada a aliviar mis carencias en un ambiente desconocido. Escenario en el cual yo me sentía perdido.

Sufrir la pérdida del apoyo filial era algo para lo que no me había preparado: mis tribulaciones no tenían descanso. Después de sesenta y un años de poseer el gozo inmenso del amor familiar me vi despojado de esa bendición: ausencia que generaba desazón. El sosiego a mi tortura llegó a través del comunicar escrito de mis letras perdidas en un marco agresivo.

Mis redacciones eran trazos en papel de un alma en desahogo. El yo interno se despojaba así de los pesares que lo asolaban. Lo escrito me concedía alivio. Más, el Creador siempre tiene la respuesta a las oraciones de quienes en busca de ayuda las vierten en palabra escrita. Aquellos manuscritos, sin yo saberlo, eran un rezo al Supremo. El restaurant las tazas, lugar que me mantenía ocupado y activo en las lides del vivir, recibió un día la visita de la persona indicada: Diana.

Ante el comunicar de mi pluma de aquellos tiempos, se volvió costumbre mía el dar a leer a algunos clientes los escritos que las musas me imponían. Redacciones que despojaban mi alma de desencantos y la mostraban tal cual era. En una visita de Diana, mis trabajos llegaron a su escrutinio.

Ella, cual enviada de Dios, se presentó un día después con su padre. Allí, los tres sentados en una mesa, cual triangulo venido del cielo, entre tazas de café, cucharas y azúcar nació una amistad.

Victorio Santos, “Tolo”, hombre algo mayor que yo se unió a mis pesares. Y yo, en esa reciprocidad que se nos regala en el otoño de la vida, amarillo como el oro, me uní a los de él. Increíble, nuestra comunicación más clara eran las letras pero nuestra convivencia, multiplicaba por mucho lo que escribíamos.

Que sutileza le colma Dios a sus maestros, parecen estar pidiendo ayuda cuando en realidad la están otorgando.

Ahora sé que Tolo traía a cuestas el pesar más grande de un hombre que planeó y sacrificó su vida teniendo como base a su familia.

Él, en sus pláticas, fue descubriendo ante mi azorado entendimiento, una niñez de soledad. Su alma, desde esos ayeres tempraneros, buscaba con ahínco encontrar la respuesta de lo que debería ser una vida teniendo a Dios como guía. Su inquietud de niño, fue mal interpretada.

Como castigo a una insistencia molesta se le endilgó el famosísimo “plan B” de la gente de los caseríos de antaño: “mándalo al rancho”. Que rienda tan a la medida para formarlo: su padre. Un maestro recto como pocos y además, rodeado de una naturaleza que ha guiado los pasos del hombre desde la creación.

Como predestinado a una vida salida de pasajes bíblicos, su padre tenía un rebaño cabrío que proveía el sustento familiar. Las enseñanzas vertidas en él, por el cuido de los animales, forjaron una visión amplia de lo que Dios esperaba de aquella docencia tranquila. El adiestramiento principal era: conocer a fondo, cada ente de su rebaño, de la misma forma que Dios conocía a los hombres; por sus defectos. Con el báculo de patriarca, presente en textos sagrados, guió después la gesta de magisterio a su propia estirpe.

Fue fácil para un hombre virtuoso; el toparse de pronto con una mirada de mujer que le decía esta es la tuya. Con la bendición de la ley de Dios de por medio, él, cumplió cabal la obligación hacia la familia.

Aquella compañera, que le marcó desde sus inicios el derrotero obligatorio a seguir como jefe filial, partió para cumplir misiones en otros edenes.

El rebaño que con tanto esmero habían formado se “desbalagaba” (dispersaba). ¡Ahhh!, sin la ayuda de su compañera que difícil fue demostrarle a su linaje, que ella seguía siendo la comandante de aquel proyecto.

Esta reseña culmina con el dolor humano de extrañar a su compañera. Nadie llenó el hueco que ella dejara; sus siete hijas eran el bálsamo viviente para que nunca olvidara el compromiso de amor que los uniera como pareja.

Ahora, ya unidos de nuevo, supervisarán desde el infinito a esa, su grey, cada vez más numerosa que cumple con el mandato divino de la creación: “Creced y multiplicaos”. Siempre agradecido “Tolo”. La vida te despide con su gracia: la lluvia.

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20 Comments


Vespasiano -
Vespasiano -
Feb 10, 2020

Hola Osvaldo:

Gracias por leerme y comentar mi historia generosamente como siempre.

Llego demasiado tarde a tu relato que me ha encantado.

Tu impecable manera e escribir abriendo tu corazón y transmitiendo un canto al amor, a la amistad, a la familia, son signos inequívocos de que estamos leyendo una historia de Osvaldo Vela.

Yo tengo escrito algunas cosas relacionadas con un gran amigo de la infancia, pero ni de lejos se asoma a la sensibilidad y sentimiento que imprimes a tus vivencias.

Seguiremos leyéndonos con satisfacción en futuros retos.

Felicidades y recibes de mi parte un fraternal abrazo.

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Ratopin Johnson
Ratopin Johnson
Jan 31, 2020

Hola Osvaldo,

muy emotivo. Así que Vitorio acabó convirtiéndose de algún modo, en el hermano que se había ido. Nos presentas dos personas solas (o que se sienten solas), en el otoño de sus vidas, como dices.

Aunque no se por qué ha muerto Vitorio, creo que lo quitas de en medio demasiado pronto :). Cuando Vitorio llega a la vida del protagonista dices " Y yo, en esa reciprocidad que se nos regala en el otoño de la vida, amarillo como el oro, me uní a los de él. Increíble, nuestra comunicación más clara eran las letras pero nuestra convivencia, multiplicaba por mucho lo que escribíamos. " No se si este periodo es largo o corto, pero para m…

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jesusramosalonso
jesusramosalonso
Jan 31, 2020

Hola Osvaldo.


El tuyo es un relato muy emotivo, un homenaje a la amistad y a la escritura como vehículo de entendimiento entre las personas. En tu café "Las tazas", he visto también, quizá, un guiño a este café en el que unos cuantos locos nos encontramos mes tras mes.

Has incorporado las tres palabras del reto de forma magistral pues, después de leerlo, me he dado cuenta de que no me he enterado donde están.

Y la lluvia perfecto personaje del relato

"La vida te despide con su gracia: la lluvia"

¡Bien compañero!


Te estoy muy agradecido a tus palabras a mi texto.


Verso suelto


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elapuntadormudo
Jan 25, 2020

Hola Osvaldo, aquí vengo a disfrutar tu relato.


Ante todo pedirte disculpas por el retraso, pero al estar de viaje, me ha sido imposible comentar antes tu trabajo.


Mirar desde lo alto de una escalera mientras vamos subiendo, aúna sosiego, clarividencia y tristeza por las despedidas que faltan por llegar. Sin embargo la lluvia siempre nos recuerda lo bella que es la vida.


Me ha gustado tu relato.


Saludos, nos leemos.


Apuntador Mudo

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Emerencia
Emerencia
Jan 25, 2020

Hola Osvaldo, agradecida por tus palabras dejadas en mi relato. Que consideres original el escrito, ya en sí es un halago. Lo mismo digo de tu historia que sin ánimo de corregir, solo mejorar, te aporto unos cambios formales:

el restaurant "Las Tazas" va en mayúscula; creo que se repite mucho la palabra "Dios"; faltas de coma en "que yo,.." y antes de algún "pero"; entre "cual....., cual". No se bien si el verbo comunicar puede ir de sustantivo. "el comunicar escrito...".

Del fondo de la historia nada que añadir, compañero; es diferente a lo leído hasta ahora; conmueve, con un comienzo que me ha atrapado. Un abrazo.

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