Antes de tocar a la puerta dejó que su mente recorriera por última vez los largos años de búsqueda. Su reto habÃa comenzado a los doce años, en el cine del pueblo, mientras veÃa una pelÃcula de guerra. Durante uno de los valles que llenaban el espacio entre una batalla y otra, un anciano, sentado sobre un baúl, en medio de un contingente de tercera clase que desbordaba la capacidad del navÃo, habló de un niño desaparecido. Fue cuando del bolsillo interior del saco extrajo la foto, en blanco y negro, de un chico de seis años. La imagen abarcó toda la pantalla. El pequeño espectador se sobresaltó y asà permanecerÃa por años. ¡Era una foto suya! Al regresar a casa nada dijo. Pidió permiso para mirar el álbum. HabÃa varias fotos muy similares a la del cine, ¿o iguales?
Con el pasar del tiempo, esporádicamente volvÃa esa imagen a despertarlo. No habÃa sido su imaginación, la habÃa visto, era su foto. Obsesionado llegó a pensar que era imposible. En la época de la guerra él no habÃa nacido. Después meditó que pertenecerÃa al momento de la filmación. ¡Entonces sÃ! El chico de la foto podrÃa tener su edad. ¿ExistirÃa un doble? En ese momento no tuvo dudas, pero ¿dónde? ¿Cómo ubicarlo? Para un joven era imposible, quizá más adelante… si no olvidaba lo sucedido.
Años después dedicó su tiempo a investigar. Descubrió que el propietario del cine tenÃa un archivo con nombres y fechas de todas las pelÃculas que se habÃan proyectado en su sala.
Por años buscó guiones, actores, empresas cinematográficas, directores, productores…
La trama de la pelÃcula le habÃa quedado grabada, eso lo ayudó. Era tan solo cine de acción que incorporaba un pequeño detalle: ¡una foto particular!
Visitó estudios, presenció pelÃculas. Hasta que finalmente volvió a verla y volvió a impresionarse, ahora solo en una sala enorme, al igual que años atrás. ¿Quien era el niño? el hijo de un actor, del director, de un extra, de un doble, del electricista, del sonidista…
El otro, sentado en la terraza lo vio apenas descendió del auto, bajó, abrió la puerta y lo miró detenidamente sin sorprenderse. Pasaron varios segundos. Extrañada por el silencio se escuchó el grito agudo de su mujer:
—¿Quién es?
—Soy yo —respondió en eco la voz de su marido.
El dueño de casa continuó mirándolo, eran de la misma altura y peso similar. Salvo por las pequeñas manchas que deja el sol, sus rostros eran idénticos. Ambos usaban un recorte de barba similar. Hasta el estilo de la vestimenta era similar. Entonces dijo:
—Me habÃan advertido, durante una visita al plató, que un dÃa abrirÃa la puerta y me verÃa reflejado en alguien. Lo habÃa olvidado por completo, pasaron tantos años. ¡Hoy ha sucedido!
Al no recibir respuesta agregó:
—Esperé muchos años esté dÃa. Alguien me previno cuando fui a ver la filmación. Mi tÃo hablaba por el megáfono, las cámaras se movÃan sobre las vÃas, eso me impactó. El resto, nada, un montón de cartones pintados que simulaban una pequeña zona dentro del barco. Resultó aburrido, repetÃan tantas veces lo mismo. Pero sÃ, habÃa muchas cosas que ver, muchas luces, las cámaras, mucha gente moviéndose…
—Vi la pelÃcula de niño y desde entonces no pude quitarme esa imagen. Me preguntaba si existirÃa una persona igual a mÃ. ¿Qué misterio provocó al director para exhibir una ampliación tan contundente?
—¿Qué desea exactamente?
—La foto. ¿La conserva?
—De joven, en un portarretrato de hueso de toro. Era mi orgullo. Quedó en casa de mis padres cuando me fui. Pasó el tiempo, muchos cambios, finalmente mi hermana me la trajo, estaba muy humedecida, dañada. Tomé una fotografÃa de ella y la edité lo mejor que pude. Es una buena réplica.
El visitante miró la foto por un rato:
—SÃ, ahora la recuerdo. No es la del álbum. Sabe, analicé sus publicaciones en las redes, lo observé por varios dÃas, primero desde lejos con el zoom de la cámara. Después me acerqué, estacioné el auto frente a su casa. Fui al periódico donde trabaja. Caminé por los pasillos, hurgué en su escritorio. Nadie me detuvo, me confundieron con usted. Sabe, nadie me dirigió la palabra.
» La foto no es exactamente como la recordaba. Somos idénticos, pero noto las diferencias. Aunque parezca increÃble somos únicos e irrepetibles.
Estaré unos dÃas recorriendo la ciudad. Volveré antes de irme, quizá agregue una sorpresa.
» Vendré a saludar a mi doppelganger y ahora podré regresar en paz.
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