Caminando en línea recta, no puede uno llegar muy lejos.
«Mi pequeño, no te creas esas tonterías. Escucharás cosas así durante toda tu vida, pero aquí estoy yo para enseñarte a ver la serpiente tras la montaña de palabras bonitas. Escúchame bien, pequeño. Tu abuelo sabe de lo que habla. Mi historia es la prueba de ello.
»Siempre tienes que andar hacia tu objetivo. ¡Siempre! Debes ir directo, sin desviarte ni un poco. Como ya haces cuando te bajas de tu camita por la noche y echas a andar hacia la habitación de tus padres. Tienes tu meta, y tu meta es tu verdad. Y sabrás que es auténtica porque podrás tocarla. La verdad se toca. Ya lo verás, pequeño.
»Mis hermanos de La Nueve y yo no fuimos los primeros en liberar París por casualidad. No. Lo conseguimos porque todos teníamos el mismo objetivo, y marchábamos hacia él con nuestro rifle por delante. Primero la meta fue Marruecos, luego Normandía, París, el Nido del Águila... ¡No había quien nos parase!
»¡Ah! Recuerdo cuando entramos en “la Place del hotel de vill”, o como se diga. Iba en el Guadalajara, que era un blindado en el que íbamos mis camaradas y yo, y vimos cómo el Ebro disparaba el primero contra los alemanes. ¡Ja! ¡Vaya sorpresa se llevaron! Y todo París nos aplaudía. Los liberamos, pequeño, porque teníamos nuestra verdad. Y siempre la mantuvimos frente a nosotros. Eso fue lo más importante.
»Claro que, eso era la guerra, y ojalá que tú no tengas que vivirla. Pero eso no quiere decir que no mantengas el temple como lo hizo tu abuelo. La vida suficiente guerra es ya, no tan sangrienta, pero debes estar preparado para cualquier cosa.
»Pero me desvío del tema. Es que me escuchas tan atento, pequeño, que me dejo llevar y termino recordando los viejos tiempos. Cuando yo era todo fuego y el invierno parecía no llegar nunca. Lo que quería decir es que no te fíes de las palabras de un libro. Alguien las ha pensado y repensado antes de ponerlas ahí. Y algunas son tan bonitas que parecen que dicen verdades cuando no. Y estas en concreto, las que te ha leído tu padre en ese cuento, son todo mentira.
»Tu abuelo siempre tuvo un objetivo. Ya te lo he dicho. Y sí, fue cambiando con el tiempo, pero eso es normal porque yo también lo hacía. Hay que adaptarse. ¡Y te equivocarás! No te imaginas cuántas veces. Yo estaré el máximo tiempo a tu lado para enseñarte mientras crezcas, pero llegará el momento en el que ya no esté, y tú deberás enfrentarte al mundo. Claro que te equivocarás. Pero escucha, pequeño: tu abuelo se equivocó tantas veces que supo cómo acertar. ¡Y mira! Ganó una guerra y todo.
»Así que eso: ten siempre tu meta frente a ti. Y si resulta que no era la correcta, pues la cambias y listo. No hay de qué avergonzarse. Pero lo importante es que la nueva meta que te pongas la persigas con tanta rectitud como la anterior. Porque esa será tu verdad, en ese momento. Y la verdad se toca. Ya lo verás.
»Ahora duerme tranquilo, mi niño. Coge fuerzas para mañana, que seguro que viene con mil cosas nuevas para ti. Yo me quedaré haciendo guardia, para proteger tu habitación, la base. No necesito descansar. Soy un viejo que ha visto ya muchas cosas y poco le queda por ver. El mañana es tuyo. Haz caso a tu abuelo y acompáñalo con una bonita verdad.»
*
Hola,
Gracias por pasaros por mi relato.
Para aclarar, dudas, el nieto es un niño que está empezando a andar. No habla pero comienza a decir las primeras palabras de su propio idioma (ese que tienen todos los niños a estas edades).
La conversación (o el monólogo) es interno. El abuelo pasa las noches con él, vigilando su descanso. Mientras tanto, está pensando esas conversaciones.
En La sonrisa etrusca, Bruno piensa que le está educando de esa manera. Mientras piensa esos monólogos observando a su nieto, cree que le está educando para la vida.
Otro punto que quería resaltar es que quise transmitir una idea algo compleja, y creo que no lo he conseguido. Mi intención era que el abuelo…
Tiene razón el compañero Jesús. No es un bebé es un niño que camina de su cuna a la cama... Entonces presupongo que está dormido o semi dormido mientras el abuelo le habla, más para sí mismo que para el nieto. Ya ves que tu relato me hace pensar 🙄
Hola Mario,
El relato está escrito con una prosa muy pulida. Yo he pensado en un niño muy pequeño ( se levanta para ir a la cama de sus padres).
Lo que no sé es si el nieto está despierto y escucha al abuelo o se trata de un monólogo pensado. En el primer caso, creo que estaría bien que el nieto tuviera algo más de edad para que lo que le cuenta el abuelo le fuera comprensible.
Lo que es "verdad" es que el cuento se lee de un tirón.
Nos leemos.
Verso suelto (13)
Hola Mario. Me ha encantado el tono sosegado del abuelo hablándole a su nieto y contando “las batallitas” de su vida. Seguramente un recién nacido, pues no hay respuesta del niño (ningún niño soportaría una perorata de tal magnitud). El anciano habla para sí mismo, es un monólogo con el soporte del niño, que dice el abuelo que lo escucha atentamente rememorar su vida, (seguramente sin comprender nada)
Me gustó especialmente el párrafo de la senda y la meta, que conecta con el reto y la frase iniciática, y el claro mensaje de que no importa cambiar de sendero o incluso de meta, siempre que estos se recorran con rectitud y con la verdad que justifica el título de tu…
Hola Mario, me ha gustado la idea del abuelo, curtido en mil batallas, que transmite su visión de la vida al nieto. El relato en sí podría incluso interpretarse como un monólogo interior hacia su niño interior ( el del abuelo). Es un discurso de empoderamiento, sin duda. El retrato del abuelo es preciso: un hombre de ideas claras que consigue lo que se propone. Echo un poco en falta un estilo más cercano del abuelo hacia el nieto alguna expresión cariñosa.
Un saludo compañero,
Araceli