«¿De dónde viene?» Transmitió Huoc. No se lo preguntó a nadie en concreto. Todos estaban tan estupefactos como él. Aquella suerte de piezas metálicas ensambladas entre sí había sido descubierta orbitando el aislado planeta que estaban explorando.
«Con la velocidad que tenía, no debe venir de muy lejos» contestó Jaff.
«O quizás lleva mucho tiempo viajando» añadió Aux.
Los tres torcieron su bulbo frontal hacia la derecha, reflexionando. Aux no intervenía mucho, pero cuando lo hacía, provocaba que todos se quedaran pensando. El cuerpo central del objeto era un plato cóncavo que reposaba sobre un soporte decagonal, del que sobresalían barras metálicas de diferentes tamaños.
«¿Creéis que es algún tipo de rastreador? Esas parecen antenas de comunicación» transmitió Jaff, señalando las barras.
«Y el plato puede ser el receptor» coincidió Huoc. Hizo ademán de acercarse, pero Jaff lo detuvo.
«¿Estás seguro? Siento preocupación»
«No parece peligroso. Además no le queda energía». Se acercó y comenzó a explorar el objeto con sus apéndices. Acarició su superficie. Sus piezas. La forma de su ensamblado. Hasta que reparó en el pequeño disco dorado que reposaba en uno de los lados del soporte central. Con sumo cuidado, lo sacó de su fijación y se lo acercó a sus compañeros.
«Es de oro» dijo Jaff tras examinarlo con su clasificador de materiales.
«¡Mirad!» Exclamó Huoc, señalando los dibujos que había en el disco. Los tres observaron el diagrama principal, que predominaba sobre los demás garabatos. Eran varias líneas rectas, con muescas diferentes cada una, que convergían en un punto. Parecía un mapa de coordenadas. «¿Será ahí de donde viene?»
Observaron de cerca las coordenadas. Inclinaron su bulbo a la izquierda, consultando las bases de datos universales. Al poco, los tres obtuvieron la respuesta.
«Pero ese sistema está al otro lado de la galaxia» Jaff no daba crédito a los resultados. Aquellas líneas representaban púlsares, los faros del universo. Cada uno giraba a una velocidad diferente, y arrojaba su luz a la galaxia con una frecuencia distinta. Por tanto, si se especificaban de forma correcta, como habían hecho en aquel disco, era muy fácil obtener la situación de cualquier objeto con respecto a ellos.
«Y su estrella está muriendo» transmitió Huoc, mientras accedía al mapa galáctico.
«¿Qué hay por el otro lado?» Preguntó Aux.
Huoc volteó el disco. Estaba cubierto de grabados concéntricos. Para ver con más detalle, aumentaron el alcance de su visión, y repararon en que cada una de las cientos de líneas cinceladas tenía un patrón único. Era un mensaje. Pero, ¿cómo descifrarlo?
Tras varios minutos de reflexión, Aux cogió el disco, lo observó muy de cerca, y asintió.
«Siento expectación. ¿Qué has encontrado?» Inquirió Jaff.
«Hay que recorrer sus caminos» transmitió Aux, más para sí mismo que para los demás.
Sin añadir más, el extremo de su apéndice se hizo puntiagudo. Con el punzante extremo, comenzó a recorrer los surcos del disco. Primero, despacio. Después, más rápido. Así fue ajustando la velocidad hasta que encontró la que creyó que era la correcta, y su expresión cambió de improviso.
«¿Qué pasa?» Sus compañeros lo observaban con atención.
«Siento felicidad» dijo finalmente Aux. Para que sus compañeros pudiesen experimentarlo, Aux abrió un cono amplificador en el lado opuesto de la aguja en la que se había convertido su apéndice. Así, los tres pudieron escuchar aquel sonido maravilloso.
Ninguno de los tres transmitió más preguntas. Se limitaron a escuchar aquellas vibraciones que producía la aguja surcando los grabados, que movían el aire en perfecta armonía. No dijeron nada. Y mientras disfrutaban de aquel milagro sonoro, no pudieron evitar pensar en los creadores de aquel objeto. Según el mapa, su sistema ya no era habitable. Ojalá hubiesen podido huir a tiempo. Ojalá tuvieran los recursos para empezar de nuevo en un sistema más joven. Pero temían que no lo hubiesen conseguido. Su especie se dedicaba a buscar vida inteligente, y la poca que habían encontrado no estaba tan desarrollada como para abandonar su planeta. Pero esa civilización había sido capaz de enviar ese mensaje, con aquellos grabados que dejaron a los tres compañeros sin habla, sintiendo el sonido que producían. Si esa civilización era capaz de crear aquella maravilla, había sobrevivido. Estaban seguros. Y solo les quedaba la esperanza de encontrarla algún día, aunque solo fuera para agradecerles aquel regalo inesperado, aquel mensaje de esperanza, que ellos habían encontrado perdido en el cosmos.
Tirma y Mario:
El "donde no lleva tilde porque no es interrogativo. La interrogación se está haciendo con el verbo: "¿Será de ahí...?" ...y después se indica el lugar: "de donde viene".
Queda claro si se le da vuelta: "De donde viene, ¿será de ahí?".
Muy diferente a preguntar simplemmnete "¿De dónde viene?".
Mario:
Deliciosa fantasía interplanetaria. Me parece ver de cerca a esos seres de un lejanísimo planeta presenciando un descenso del Voyager y revisando con curiosidad su estructura, la placa informativa y el contenido del satélite. Le haces un sensible homenaje a la música del hombre y con ella enmarcas la esperanza de futuro para la humanidad.
Saludos.
Mario:
Deliciosa fantasía interplanetaria. Me parece ver de cerca a esos seres de un lejanísimo planeta presenciando un descenso del Voyager y revisando con curiosidad su estructura, la placa informativa y el contenido del satélite. Le haces un sensible homenaje a la música del hombre y con ella enmarcas la esperanza de futuro para la humanidad.
Saludos.
Haces bien en investigar el acento Mario :))
Así me sacas a mi también de la duda.
Hasta pronto compañero.
Hola, Tirma
Muchas gracias por tu visita.
No sabes lo que me alegran tus palabras. Estoy de acuerdo con la identidad universal de la música.
Me haces pensar en ese "donde". Es cierto que está en una pregunta, pero diría que hace las veces de adverbio de lugar... Me haces dudar. Tendré que investigarlo. Gracias por señalarlo.
Muchas gracias de nuevo por tus amables palabras.
Un abrazo compañera, hasta dentro de un par de días.
Mario