Hacía cuatro horas que estaba en el coche. Me dolía el culo y las piernas se me dormían, pero aguantaba. Porque hoy era el día. Hoy era el día en que por fin toda esa rabia que tenía saldría de mi cuerpo y podría descansar. Nunca pensé que odiaría tanto a Eduardo, pero él se lo había ganado a pulso.
Ocho meses antes, le enseñé un manuscrito mío. Me llevó casi dos años escribirlo, pero estaba orgulloso de lo que había hecho. Era una historia sobre un mundo apocalíptico, aunque era bastante intimista, con solo tres personajes. Me dijo que lo leería y se fue. Durante las semanas siguientes intenté contactar con él, pero no lo conseguí. Dos meses después supe por qué. Me enteré por amigos comunes de que había enviado mi libro a una editorial y que estos estaban entusiasmados. Me quería morir.
Me planté delante de su casa todo el día, hasta que lo vi. Le eché en cara la traición, pero me dijo que era mejor así, que me hacía un favor, que para vender libros no solo bastaba con que fuera bueno, sino la imagen del escritor, y que yo, con mi aspecto un poco andrajoso y falta de estudios, no llegaría a nada, y que además los críticos me despellejarían. Que él tenía clase y don de gentes y eso le iría mejor al libro. Intentó suavizarlo, que si no me lo tomara a mal, que por lo menos podría estar orgulloso de que algo mío saliera a la luz, e incluso me ofreció dinero. Parecía un mal chiste. No lo quise. Me fui de allí corriendo.
Pensé en muchas cosas; en denunciarle, desenmascararle, rajarle las ruedas del coche... Pero eso no me serviría de nada. Nadie sabía que lo había escrito. Era su palabra contra la mía. Sabía por experiencia que siempre le creerían a él y no a mí. Al fin y al cabo yo era un fracasado y él no. Así que poco a poco me iba amargando y solo sentía un cierto consuelo cuando pensaba en que ojalá desapareciera de la faz de la tierra. Y esa idea me empezó a obsesionar. Lo que comenzó como una fantasía terminó con un plan,
Así que aquí estoy, metido en mi coche, leyendo una revista sobre casas, con sus puertas y dinteles caros. Son las cuatro de la madrugada, el barrio está desierto y con un silencio tan sepulcral que hasta un alfiler se oiría caer. Tenía una pistola, una Glock, en el asiento del copiloto. Lo acaricio con suavidad. Me llevó dos semanas manejarlo, pero ahora es como una segunda piel, no voy a ningún sitio sin él.
Veo que llega a casa. Menos mal, creí que no llegaría nunca. Se le ve contento. Claro, los cabrones se sienten con la conciencia tranquila, y más cuando han ganado mucha fama y dinero sin esfuerzo. Respiro profundamente, cojo la pistola y salgo del coche.
Doy unos pasos y le llamo. Él se vuelve y me mira extrañado. Levanto la pistola y le digo con una sonrisa:
—Buenas noches, Eduardo. Aquí está tu karma, que viene a saldar cuentas.
*
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Saludos Sakura en primer darte las gracias por haber leido mi relato y tomo nota de tus observaciones las tendre en cuenta,he leido tu relato y me ha gustado aunque no quiero profundizar pero me llama la atencion el trato de la Gluk,que lo tratas en masculino y femenino.Por lo demas nada que objetar aunque en el relato se muestra que la venganza de esa forma es escesiva.Pero la vida es asi y la suplantacion esta a la orden del dia sobre todo en los escritores.
Soy tu vecino del 7 y confio en seguir leyendonos.
Hola, Sakura:
En mi opinión al final del relato se le presenta al plagiador una venganza simple y no el karma, ya que por este último, solemos entender el resultado de una energía que se acumula a lo largo de la vida y puede manifestarse en futuras reencarnaciones, según el hinduismo o el budismo. No es algo importante, pero me ha llamado la atención el uso de esa palabra sánscrita.
Namasté. 😉
Hola Sakura
Cuento bien redactado, una narrativa en primera persona, con un personaje central y otro antagonista, bien caracterizados en su forma de actuar, aunque poco o nada sabemos sobre sus características físicas. Me gustó mucho como manejaste la propuesta del reto, lo del dintel y mucho más lo del alfiler.
Tu historia nos cuenta algo muy real a lo que se enfrentan los escritores, no basta con escribir un buen relato, la imagen también cuenta para las editoriales, quien lo creyera.
El final amarra el comienzo del escrito y eso es bueno, y deja al lector su interpretación de lo que aconteció luego de que apuntó el arma a su contrincante.
Te hago lagunas observaciones de lo que encontré,…
Hola Sakura, me gustó que la idea central de tu cuento fuera el robo del manuscrito.
El cuento está escrito de forma clara. Me gustó el manejo del tiempo que hiciste, comenzando con el tipo en el auto y luego explicando porqué estaba ahí.
Cuando venía leyendo, me dio la impresión de que el que quería desaparecer era el propio escritor:
[ojalá (Eduardo) desapareciera de la faz de la tierra. Y esa idea me empezó a obsesionar. Lo que comenzó como una fantasía terminó con un plan]. Pondría el nombre para que no queden dudas de quién se trata.
[Tenía una pistola, una Glock, en el asiento del copiloto. Lo acaricio con suavidad. Me llevó dos semanas manejarlo, pero ahora…