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AQUELLA MALDITA LLAVE - Labajos- (B)

Opciones: A: Policíaco - B: Novela Negra - C: Misterio - D: Terror



Claudio actuaba profesionalmente. “El hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra” (se dice). Era suficiente con haber estado una vez en la trena y no pensaba repetir. Por eso, únicamente emprende encargos suficientemente preparados.


En esta ocasión, el trabajo era de lo más sencillo, bastaba con seguir las instrucciones de Álvarez al pie de la letra: sabía los horarios de los vigilantes de la fábrica, había anulado temporalmente la alarma, conocía al dedillo el itinerario hasta el despacho de don Marino, sabía que en el cajón de debajo en su bureau había una tarjeta con la clave de la caja fuerte, y lo que es mejor, disponía de la llave de esa caja, una de esas llaves numeradas que en teoría no se pueden copiar… ¡Pero se copian!


Movió convenientemente la ruedecilla de la caja fuerte, siguiendo la pauta indicada en la tarjeta, pero la cerradura no abría la puerta. Maldijo mentalmente a Álvarez y volvió a repetir la operación: nueva negativa. Únicamente cabía desistir y volver tras sus pasos. De repente escuchó a los vigilantes aproximarse.


—Hay que ser imbécil para olvidar rearmar la alarma…


—Pues yo juraría que di al “play”.


—Yo juraría… yo juraría… ¡Tienes que estar más atento! ¡La próxima vez doy parte!

*

A las ocho de la mañana, como todos los días, Álvarez se dirige a su oficina, antesala del despacho de don Marino el gordo, grasiento y casposo dueño de “Textiles de su hogar S.A.”


Álvarez es secretario de don Marino desde los tiempos de Marino-padre, cuando Marinin correteaba entre los telares antes de convertirse en el gordo y grasiento casposo. Lo odiaba, no había recibido jamás un aumento en condiciones, cotizaban por él lo mínimo y recibía, como todos, más de la mitad del salario en dinero negro, Negra era el alma del pagador y en negro hacia la mayor parte de sus pagos. Para colmo, el gordo grasiento siempre argumentaba con risotadas: “Así podéis escaquear el sobre a las parientas”.


Pero la venganza es linda, y de colores. Como todos los primeros de mes, los trabajadores desfilarían para cobrar, haciendo cola, humillándose, así le gustaba al gordo… Pero ¡Hoy se iba a enterar ese pedazo de cerdo! Álvarez se relamía cuando vio a Claudio haciéndole gestos amenazantes desde el cuarto de las escobas con una gruesa llave en la mano.


En ese momento ve aparecer a Marisa, la limpiadora, que se dirige al cuarto de las escobas. Álvarez tiene la cara como la cera.


**

Marisa está cansada, llega como todos los días temprano a la oficina sin haber dormido las horas necesarias. A ella le gustaría descansar los fines de semana, y poder retozar con un hombre de verdad, no como el borracho de su marido, alguien como Claudio, su vecino, que nunca bebe y le cede el paso en el ascensor. ¿Cómo hacer que se fijase en ella?


Cuando Marisa abrió la puerta del cuarto de las escobas sintió pajaritos en su estómago.

***


Don Marino lo tenía todo previsto, llegaría al despacho, abriría la caja fuerte y simularía haber sufrido un robo. Con un poco de suerte el seguro se haría cargo y podría superar esa mala racha de poker. Le sorprendió ver ese revuelo en la oficina:


—¡Don Marino, al fin llega! —clama Álvarez casi al borde del colapso—. Estábamos esperándolo cuando un encapuchado ha irrumpido con Marisa como rehén, amenazándola con una navaja en el cuello. He tenido que abrir la caja… Menos mal que en ese momento ha llegado nuestro amigo Claudio a pedir un puesto de trabajo en el taller y ha impedido que el caco vaciase toda la caja, aunque ha logrado huir con bastante dinero…


—Bueno… ¿puedo seguir con mi tarea? —Pregunta Marisa.


—Sí… ¡Mierda, Álvarez! Llame a la policía y dígales que nos han vaciado la caja completamente… ¡No iba a poner en riesgo a mis trabajadores!


—Por supuesto, don Marino.


—Y tome los datos de ese Claudio, creo que hay una plaza en el equipo de seguridad. Puede empezar hoy mismo.


Marisa se aleja con un pesado carro de basura que ha llenado antes de empezar su jornada laboral.

***




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