Pito, ayer en la tarde, dejó su manuscrito reposando al lado de la barroca madera del dintel. Cuatro pergaminos, cada uno clavado con un alfiler de nácar, que recogían un hermoso alegato a la vida.
Esta mañana, al acudir para repasar sus versos y darle los últimos retoques al parto no ha encontrado nada, bueno si, los alfileres destellando en el mismo sitio. Solitarios y mudos testigos del suceso nocturno.
Sin dejar de darle vueltas al coco, sale al porche, entra con el periódico en las manos, lo abre por su sección preferida y…
一¡Esto tiene que ser un chiste! ¡ Mi poema!
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