top of page
nuevo logo trailorbrand.JPG
  • Facebook
  • Instagram
  • Pepe

Basura- Pepe- (R)

Mi blog: https://entreunascuatroesquinas.blogspot.com/



La vecina del tercero tiene costumbre de sacudir el trapo de la mopa por la ventana. No le reprocho nada, hace tiempo aprendí que cada uno tiene sus cosillas. De hecho, no hace mucho, nosotros también tirábamos la basura por la ventana. Y no estoy hablando del polvo diario que pueda acumularse en un simple trapo; la porquería se nos acumulaba con tal rapidez que, algunas veces, salía disparada por las ventanas. No era algo diario, pero ocurría muy a menudo.

En aquel entonces vivíamos cuatro; mis padres, mi hermanita y yo. Es increíble la cantidad de basura que uno puede provocar, y cuanto más crecíamos más se creaba. Quizá deberíamos haber ideado un sistema para retirar desperdicios antes de que se acumularan, pero esas cosas deberían ser problema de mis padres.

Mis padres...

Eran las mejores personas del mundo. Se desvivían por nosotros y dedicaban todo su tiempo para darnos lo mejor, y ello conllevaba ese ingente acumulo de escombros.

Yo y Celeste, mi hermana, quisimos ayudarlos en ese aspecto.

—Mamá —decíamos—, ¿por qué dejamos que se acumule tanta basura? ¿Por qué no la arrojamos al contenedor?

—Basura... ¿qué basura? —nos decía con el morro arrugado.

Siempre salían con esa ridícula evasiva; era evidente que no querían que nos preocupáramos. Pero el problema nos salpicaba, y más cuando parte de desechos saltaba inevitablemente a la calle o al patio vecinal. Aun así, por alguna extraña razón, la comunidad de vecinos nunca lo tuvo en cuenta; incluso la administración pública hacía la vista gorda. Pero eso no debía ser motivo para seguir viviendo así.

Solo había una época en la que la casa se quedaba limpia de basura y problemas: la Navidad. Inexplicablemente, esos días, aún teniendo mayor número de comidas y visitas, la casa rebosaba de una salubridad fuera de todo pronóstico. Eran días mágicos. Pasábamos gran parte del año añorándolos, sobre todo cuando volvíamos a convivir con la mierda.

—Papá, ¿y si hacemos como en Navidad?

—¿A qué te refieres?

—A la basura, ¿por qué no mantenemos la casa como si fuera Navidad todo el año?

Mi padre se rio.

—Mira, Gaspar —ese no era mi nombre, era el mote por ser pelirrojo, se difundió tanto que hasta mis padres me llamaban así—, esos días tan señalados pueden darnos una sensación equivocada, pero hay que ser realistas..

«¿realistas?», me reí por dentro, porque, aunque mis progenitores fueran un ejemplo en casi todas las cosas, había una en la que no lo eran. Y yo iba a corregir tal aspecto.

O por lo menos intentarlo.

Un día, a la vuelta del colegio, ya no pude aguantar. Un reguero de desperdicios había formado un río vertical desde las ventanas a la acera. Grandes pegotes marcaban ese cauce bochornoso partiendo en dos la fachada del edificio. Quizá a mis padres no le molestara, o no pudieran remediarlo, pero ya estaba harto de esa apestosa vergüenza.

Me calcé los zapatos de hacer deporte, me agencié del carrito de la compra que teníamos para menesteres de carga y descarga y comencé por las bolsas más chorreosas. Estuve toda la tarde, acabé exhausto y con un hedor a vida podrida como compañero de fatigas.

—¿Qué haces? —oí entonces a mi espalda.

Me giré y vi a mi madre mirándome con cara extraña, aunque lo que más me sorprendió es que tuve la sensación de que mi periplo no avanzaba. No lo entendía. Había realizado seis o siete viajes. Los contenedores contiguos a mi casa no cerraban de tanta porquería, pero mi hogar seguía siendo el mismo vertedero. Ni siquiera un pequeño claro diáfano entre tanta inmundicia.

—¿Gaspar? —dijo de nuevo al verme al borde del trance—, ¿qué pasa?

—Esto... nada.

—No lo parece, venga, ¿qué ocurre?

—Pues —me costaba decirlo; sabía que me respondería con evasivas—, no aguanto más vivir entre tanta basura.

—¿Basura? —contestó con su habitual sarcasmo—. Aquí no hay...

—¡No! —grité—, estoy harto de que me vengas con esas. La mierda nos sale por las ventanas, es bochornoso, y vosotros hacéis como si no pasara nada..., ¡no aguanto!

Mi madre me miró con ternura. Incluso una sonrisa afloraba con timidez.

—Es un problemilla de nada —dijo al fin.

—No, es un gran problema.

—Tienes razón —comenzó a acariciarme el pelo—, pero los problemas van a estar siempre, es algo con lo que nunca dejaremos que lidiar.

—¿Y cómo podéis estar tan tranquilos?

Ella calló unos segundos, rio y dijo:

—Porque solo se hacen realidad si los vemos como tal, ¿no crees?

*



Imagen: Pexels.com - Imprimibles de "Soymamadecasa" calendario para limpieza del hogar (descarga aquí gratis)

85 visualizaciones12 comentarios

Entradas Recientes

Ver todo

El mensaje de las 10 y 10 - Amadeo- (R)

VOLVER A RECOPILACIÓN MAYO, 2023 Al atardecer, mientras corre en el parque un solo kilómetro, por su edad de setenta y uno años, el sobrepeso y antecedentes de salud según la recomendación del médico,

EL DEMONIO BAJO LAS AGUAS - PROYMAN1- (R)

VOLVER A RECOPILACIÓN MAYO, 2023 Últimamente el agua de la zona estaba contaminada y no conocíamos el motivo, las enfermedades asolaban a los habitantes del valle y los servicios sanitarios estaban de

La Revelación - Wanda- (R)

Sitio web: http://unrincondelalmablog.wordpress.com/ VOLVER A RECOPILACIÓN MAYO, 2023 Miré impaciente al reloj de la estación del tren que marcaba las 9:30. Contaba con el tiempo para llegar a la sala

bottom of page