Olía a humo.
La Gran Capilla estaba situada en lo alto de la Colina del Norte. Valor no tenía pensado acudir esa noche; sin embargo, un aullido inhumano le hizo temerse lo peor. El momento que todos habían estado ignorando había llegado. Y él no estaba allí para protegerlos.
Apuró al máximo su velocidad, forzando su cuerpo a correr más rápido. La luz era cada vez más brillante; el calor más desolador. Llegó, sí, pero lo que descubrió le hizo llevarse una mano a la boca para tapar la mueca de horror que rogaba por salir. Fuego y muerte.
«He llegado tarde —pensó Valor—, demasiado tarde».
Escrutó el lugar a fin de hallar vida en él; no tuvo éxito, había sido una masacre. Los restos dispersos de órganos y sangre dibujaban una fina vereda carmesí que serpenteaba dirección a la colosal puerta del edificio. Valor caminó despacio, puños apretados y mandíbula regia, mientras observaba los restos de la matanza: algunos cuerpos conservaban los cuatro miembros; la mayoría no había tenido tanta suerte.
Un grito de furia, idéntico al que había escuchado minutos atrás, emergió desde el interior del edificio, causándole a Valor un escalofrío a lo largo de toda su médula espinal. Las llamas, que rodeaban toda la zona, crepitaron en respuesta volviéndose más furiosas. Más altas.
Aún más amenazantes.
«No... —dijo para sí—, ¿qué has hecho, hermano?».
Acarició con suavidad la madera del gran portón. Los recuerdos acudieron fugaces a su mente; no obstante, un sonido los expulsó con la misma rapidez. Giró buscando la fuente. A su derecha, una mujer respiraba con dificultad.
—Alegría... —dijo arrodillándose a su lado—, tú..., tú también...
—¿Quién...? —susurró ella enfocando la mirada—, ¡Valor!, oh...Valor.
Valor empujó su hombro con lentitud, colocándola bocarriba. Borbotones de sangre fluían desde un enorme corte en su vientre.
—¿Qué... qué ha pasado? —preguntó él.
—Ya lo sabes, Valor... —Hizo una pausa para respirar—. Él... bueno, todos lo sabíamos.
—Alegría... —dijo Valor, los ojos llorosos—, te pondrás...
Sin embargo ella lo interrumpió, acariciando su mejilla con una mano ensangrentada, mientras le miraba a los ojos.
—Qué... guapo estás... esta noche. —Sus labios se tornaron en una sonrisa—. El reflejo de las llamas... te sienta... bien.
—¡No me dejes! —rogó Valor.
—Nunca olvides... lo que represento, pequeño.
Y entonces dejó de respirar.
Valor cerró sus ojos y la apartó con cuidado. Caminó hacia el portón y, tras mirar por última vez atrás, entró.
En el interior solo encontró caos: enormes lenguas flamígeras envolvían la sala con su aliento y devoraban los restos de algo que antaño había sido un lugar sagrado. Pequeños fragmentos de ascuas brillantes flotaban libres, dificultando la visión.
Pese al miedo, Valor encontró las fuerzas para avanzar en aquel infierno. En el altar al final de la sala, vislumbró una figura vestida de traje, arrodillada y cabizbaja.
—¡¿Qué has hecho?! —gritó Valor.
La figura giró, sostenía una mujer inerte vestida con un traje nupcial.
«¡Amor! No... no, no no».
—¡La has matado, monstruo! —aulló Valor.
—Yo... la amaba —dijo la figura caminando hacia él—. No quería... pero tuve que hacerlo.
Valor cayó de rodillas. El culpable se acercó lo suficiente como para que Valor pudiese mirarlo a los ojos. No había remordimiento ni pena, tan solo una sonrisa sádica.
—Yo creía en ti, hermano —dijo derrotado.
—¡No me llames hermano! —aulló. De su espalda emergieron dos enormes alas de color negro rasgando su ropa—. ¡Me negasteis mi esencia!, ahora os convertís en cenizas por mis llamas.
«Tiene razón».
Valor guardó silencio, mientras observaba cómo el fuego consumía el cuerpo de Amor. Obligó a su mente a mantenerse serena y comenzó a levantarse.
—Ah, tú también la amabas, ¿verdad? —La bestia alada ensanchó su sonrisa cruel—. ¿Es eso? Vaya, no quiero imaginar cómo debes sentirte.
La bestia batió las alas y el fuego respondió como un siervo ante su señor.
—¡Di mi nombre, Valor! ¡Saboréalo con tu sucio paladar! Y acabemos con esto de una vez. ¡Sabes lo que debes hacer!
—Monstruo...
—¡Soy tu destino, Valor!
Valor llamó a su escudo y este se materializó en su mano izquierda.
—Monstruo... —repitió.
Llamó a su lanza, que apareció en su mano derecha.
—¡Di mi nombre!
—¡Monstruo! —dijo una vez más. Y su cuerpo se envolvió con un blindaje dorado; una capa de un blanco puro se deslizó por su espalda.
—¡¡Di mi nombre!! —aulló la bestia, envuelta en fuego.
—¡Acabaré contigo, Ira!
Ira rugió divertido.
Y entonces ambas fuerzas chocaron, arrasando el mundo a su alrededor.
Fernando,
Muchas gracias por tu comentario. La verdad que leerlo me ha motivado bastante aunque estoy seguro de que si rebuscamos en el texto podemos sacar mil detalles que necesitan un pulido.
En cuanto a los personajes, lo cierto es que en mi mente Ira es algo así como un hermanastro; abandonado y adoptado por la familia de Valor. No me he basado en ninguna mitología, simplemente quería ilustrar cómo la ira —como emoción— puede llegar a ser tan destructiva. Lo demás vino solo.
Por otro lado la Gran Capilla era el lugar donde Ira y Amor iban a casarse, y me parecía muy simbólico que la ira prevaleciese sobre el amor. Al final supongo que de esta escena se…
Hola J Galdeano
Creo que lo más interesante yace en las descripciones detalladas que se muestran con un fondo apocalíptico. De alguna manera, como lector, tiendo a visualizar el fondo y debo esforzarme por poner la atención en los detalles. La palabra esforzarme tal vez no es la más adecuada porque el relato se lee muy bien. En este caso, esforzarme significa prestar más atención a:
Excelente relato
Felicitaciones
Saludos
MT andrade
Hola, J. Galdeano:
Mi más sincera enhorabuena por un relato grandioso. Me ha parecido buenísimo. No sobra ni falta nada. Todo pulido al detalle, con una historia muy interesante. Me estoy repitiendo, pero creo que es de lo mejor que he leído en el blog.
Aunque es mi deber como participante, no encuentro nada sobre lo que comentar... así que te hago preguntas.
¿Por qué Valor e Ira son hermanos? ¿Te has basado en algún tipo de mitología, o lo has decidido así por dar riqueza a la historia?
¿Qué simboliza la gran capilla? ¿Es el lugar donde están los sentimientos dentro de las personas, o una especie de Olimpo externo?
Sublime, de verdad. Bravo
Un saludo
Mario