La casa de los primos estaba en revuelo. Un árbol se erguía en un rincón de la sala y todos iban y venían con los más diversos objetos, unos que terminaban colgados de las ramas, otros que eran llevados a hacerles algún retoque o a guardarlos de nuevo en una caja. Plinio entró con dificultad, tropezando ahora con Cecilia, después con Aurelio… lanzó una mirada despreciativa al intruso vegetal de plástico y se encogió de hombros.
Lucía le sirvió del café que estaba distribuyendo para todos y él se sentó muy serio a tomárselo. Les regalaba sonrisas burlonas a sus parientes y a los amigos que les colaboraban y opinaba, sin haber sido consultado, sobre esa costumbre ridícula que estaba mandada a recoger. Unas bolas de colores que acomodaba Bernardo en lo más alto cayeron con estruendo y se fragmentaron en miles de pedazos.
–Yo me encargo, no se distraigan; ya voy atrás por una escoba y un recogedor, antes de que se lastime alguno de los que están sin zapatos.
–Estabas muy indiferente, qué te hizo animar? –le requirió alguno.
–Solo quise ayudarles; eso no me cuesta nada.
–Y el árbol, ¿tampoco te significa nada? –Quiso averiguar Cecilia.
–Es un embeleco religioso.
–Faltaría ver a cuál religión te refieres. –Planteó Lucía– Los seguidores de la reforma adoptaron el árbol como respuesta al Belén o Pesebre de Francisco de Asís.
–Pero, a sabiendas o no, lo tomaron de la costumbre nórdica de veneración al árbol en sus antiguas religiones –agregó otro de los presentes.
–Hoy, podemos tomarlo como el símbolo occidental de las fiestas de cambio de año –afirmó Aurelio.
–Que, por cierto, se celebran en todos los pueblos, con significado religioso o profano –remató Bernardo.
–Todavía no me convencen.
Plinio siguió ayudando, se llegó la noche y los primos lo invitaron a una fiestecita del vecindario. Allí, hubo distribución de natilla y buñuelos, hojuelas y miel (“Y dele con la navidad”, decía Plinio, pero tragaba con mucha gana. “Esos manjares son un reencuentro con lo vernáculo, nada más” le replicaban los otros). Le quitó a Aurelio una chica muy agradable con la que bailaba, de jean ajustado y atractiva camiseta azul celeste, y se le dedicó toda la noche.
Quedaron en volver a verse, pero un día después lo llamó su primo a reclamarle por “adueñarse” de la niña que más le gustaba. Él le propuso invitarla entre ambos a recorrer los alumbrados navideños esa noche “y ahí veremos cuál de nosotros dos le gusta más”.
–Pero, oye, Grinch, ¿no te parecen ridículas todas esas luces?
–Me parecen muy alegres.
–Claro, porque va a estar ella.
–¿Me aceptas, o no, la propuesta?
–Ya es cuestión de honor. ¡Acepto!
Salieron a su vueltón, en medio de una noche tibia y esplendorosa; disfrutaron de las luces, el ambiente y la mutua compañía. Finalmente, Plinio resultó ampliamente preferido y siguió saliendo con ella.
Los primos le decían…
–La odiosa Navidad te trajo el amor.
–Navidad o no, la pasé muy bien con ustedes y excelente con Liliana, en quien encontré un amor diáfano.
*
Muchas gracias a Jesús y al Chaval.
Chaval, ese "les" es un vicio que tenemos por aquí, como para dar énfasis. Decimos, por ejemplo, "quiero decirles a mis amigos"; "les pregunto a ustedes si conocen a..."
Gracias por detectarlo.
KMarce, atinaste a mi gusto por los jarros (ahora les dicen mugs, porque todo hay que ponerlo en inglés...). Los busco cuando viajo, porque me gusta traerme un recuerdo significativo. Siempre tomo el café de mi desayuno en uno de ellos.
¡Vaya! La sorpresa del roscón le fue a tocar al que menos le gusta el dulce.
Encuentro el relato bien escrito y sin fallos.
¡Feliz 2021 compañero!
Verso suelto (2)
Hola Carlos J. Noreña
Gracias por leer mi relato. y tomo nota de tu observación
y modifico: "Para cada comensal, justo al lado de su plato, hay un pequeño obsequio"
En cuanto a tu relato, me gusta la insatisfacción de Plinio. Veo un par de cosas: " y a los amigos que "les" colaboraban, sobra les.
"Ya" voy atrás por una escoba... mejor quitar yo para no repetir.
El último párrafo, veo que has agarrado al vuelo el reto de "diáfano".
Un cordial saludo y que podamos celebrar en paz estas navidades tan molestas
Saludo navideño y agradecimientos a Ma.Esther, Jorge y Amílcar.
Recuerdo que el dicho predilecto de mi papá era “no hay mal que por bien no venga” y, a propósito, me extraña que ustedes tres no me hayan señalado las partes malas de mi relato, porque me harían mucho bien sus correcciones o sugerencias.
Me complace que logré crear un ambienta afectivo con la descripción del movimiento hogareño-navideño de esa tarde y noche, y me pone a reflexionar la invocación de los que se sienten solos y tristes en esta época.
Les deseo lo mejor a todos.