Aquella mañana desperté con una melodía desconocida. Alguien detenido frente a mi ventana escuchaba música. El piano insistía en notas que me hablaban de lejanas emociones, de incipientes sentimientos, de curiosidades infantiles. Esa alegría de vivir, amor por la naturaleza, sentir la esencia de las cosas sin comprender...La sencillez y modulación del sonido me transportaba a la casa de mi abuela en el campo...Días de sol radiante, de libertad, de júbilo...
Antes de llegar, encontraba los trigales con su danza rítmica, meciéndose al compás de un agradable susurro. Cuando mi padre abría la portera, me bajaba con él.
Mis ojos querían abarcar el ondulado paisaje. Era imposible. Solo enmudecía y miraba.
En la colina, entre árboles frondosos, ¡la casa de paredes blancas!
En el jardín, vestida de negro, la abuela. ¡Qué abrazos! ¡Qué besos! ¡Qué ternura!
—¡Al fin llegamos, abuela! Te traje estas flores para el retrato del abuelo.
—Gracias, qué bonitas y qué aroma. Hoy hice los bollos con crema, que tanto te gustan.
—¡Qué ricos!
—Enseguida preparo el café con leche. Vamos a la cocina.
Mis padres llegaban de mañana y se iban de tarde. Algunas veces lograba que me dejaran con la abuela bajo mil recomendaciones, para venir al otro día a buscarme.
Con ella y la tía, traíamos la leña para el fuego y sacábamos agua del pozo. Ella preparaba la comida con carne y verduras de la chacra, que mis tíos plantaban.
El cielo azul, los animales, el campo verde, todo paresia salido de un cuento. Me gustaba, me sentía feliz, corría, saltaba...
Por la noche, en el dormitorio, asistía a la danza de las sombras, cuando la luz de la vela las proyectaba sobre la pared, temblorosas y enormes. Entonces mi imaginación creaba historias que me producían sentimientos encontrados, cargados de misterio...
A la madrugada, los gallos comenzaban a cantar de manera que parecía un concierto. El primero desplegaba sus alas y golpeaba fuerte contra el cuerpo, para soltar luego las notas con arrogante gallardía. Sin hacerse esperar, seguía un despliegue sonoro con un canto y otro, que se dispersaba en la lejanía…
—Abuela, ¿por qué los gallos cantan así ?
—Porque anuncian que viene el día.
— Ellos, ¿cómo saben, si ahora es de noche?
—Bueno,... serán las estrellas que les avisan,… porque están tan altas que ven todo.
—¡Por eso yo quiero ver cómo se va la noche y viene el día! En el libro de lectura hay un dibujo muy bonito y el cielo tiene muchos colores, antes de salir el sol.
—Sí, ahora vamos, dijo, mientras se incorporaba.
Se oía el tic tac del reloj despertador. Miró la hora. Quedó sentada pensando...Después tomó las medallas que colgaban de su bata de dormir, las besó y comenzó a rezar.
Yo observaba el movimiento de sus labios con los ojos entrecerrados. Hacía esfuerzos por oír sus palabras en secreto, pero no podía comprenderlas. Me conformaba con guardar silencio, mientras aspiraba el olor a sol de las sábanas de lienzo lavadas en el arroyo.
En el patio se sentía el aire fresco y el gorjeo de los pájaros era sorprendente, unido al cielo que estallaba en colores...Mis ojos, mis oídos, mi piel, estaban colmados de sensaciones nuevas, que me hacían vibrar de emoción. Enseguida se veía asomar el sol. “¡Qué lindo, cómo voy a dibujar en casa, ahora que veo todo de verdad!”
La abuela mientras tanto en sus tareas, dando de comer a los animales, encendiendo el fuego, preparando el pan casero para el desayuno.
—Abuela, ¡qué obedientes son los pollitos cuando los llama la madre para comer!
—Sí, los llama no solo para comer, cuando se alejan mucho también los cuida.
—Me gusta mucho estar acá. Cuando mi hermanito sea más grande, vamos a quedarnos los dos.
— ¡Claro que sí! ―dijo con una sonrisa y me dio un beso—. Yo me siento muy contenta con la visita de mis nietos.
¡Así de buena y cariñosa era ella!
Luego hice una rayuela en el patio, que era un poco desparejo, pero se podía jugar sin problemas. Comenzaba saltando despacio. Después más y más rápido. De pronto salté y ¡me torcí un tobillo! ¡Qué dolor! ¡Con los gritos se asustaron hasta los pájaros!...
Pero, la salmuera tibia, los besos, las caricias de la abuela y aquella frase mágica: “mañana será mejor no caminar”, repetida como el canto de los gallos, fue mi salvación...
Cuando vinieron mis padres, estaba sentada con la pierna en alto, feliz, como si nada hubiera pasado.
Esther, qué bello relato. Una melodía que te trae una historia a la cual una melodía le trae esos hermosos recuerdos. Dicen que en la inocencia está la felicidad, pero no hay mayor inocencia que la de un niño, por lo que la felicidad de un niño no es comparable con nada.
Me ha encantado, Esther. Un relato lleno de magia y de esa felicidad inmaculada.
Un abrazo y nos leemos.
Hola compañeros y compañeras, estoy muy agradecida a Marce, Laura, Menta, Amadeo, Isan, Toñi y Paloma, por visitar y comentar mi trabajo. Lo primero es pedir disculpas por cometer errores que ya deberían estar superados, porque han sido marcados en varias oportunidades. Lo que me dice a las claras que hay un problema de atención (podría ser por la edad) o tal vez deba trabajar más.
Quedo igual satisfecha porque a todos les ha gustado l la historia que los llevó a evocar sus días felices de la infancia.
Espero encontrarlos en la próxima.
Hola Esther, hermosa rememoranza de la niñez con la abuela en la granja. He disfrutado de principio a fín, palpando la inocencia llena de complicidad, sencillez y serenidad... pura felicidad.
En lo formal lo que he visto te lo han corregido los compañeros.
El ginal genial:
" Pero, la salmuera tibia, los besos, las caricias de la abuela y aquella frase mágica: " mañana será mejor no caminar", repetida como el canto de los gallos, fue mi salvación..."
y el remate con el parrafo final.¡ Chachi piruli!
Me ha trasladado a mi infancia, pues viví en una casa de campo hasta los diez años y después volvía asiduamente.
" sabanas dela lienzo lavadas en el arroyo" ," rayuela", " suel…
Hola, María Esther:
Bonito relato de cuento y recuerdos de infancia. Me ha gustado por su sencillez, por su ternura en rememorar recuerdos placenteros.
En lo formal me ha parecido que tiene buena sonoridad, lenguaje apropiado y descripciones de lo que hacía bien plasmadas.
Comentar un par de cosas. Después de los puntos suspensivos hay que dejar espacio con la siguiente palabra.
“paresia salido de un cuento” debe ser parecía con CE y con tilde en la i.
“Ellos, ¿cómo saben, si ahora es de noche?” Sobra la coma posterior a saben.
Ha sido un placer.
Esther:
Hermoso cuento de los recuerdos infantiles. Los míos son muy parecidos, aunque sin la abuela, pero con los animales, soles y estrellas. Felicitaciones.
Lo único que agregaría, es que creo hay demasiados adjetivos.
Estoy en el 2 por si quieres leerlo y comentar
Cordiales saludos