El andamio se hacía pesado de subir con la herramienta que necesitaba para el trabajo, mi profesión de antenista me había llevado a este edificio, la antena colocada en lo más alto del condominio había dejado de transmitir y tenía un aviso en mi móvil para que viniera a repararla. La altura a la que estaba trabajando era considerable un traspié y adiós vida.
Una vez reparada la avería me baje lo más rápido posible de aquel peligro.
La llegada a casa fue tranquila, el tráfico más lento que otros días hizo retrasar la llegada.
Ducha y ropa limpia tenía una reunión en el Centro Cívico convocada por Alcohólicos Anónimos del que yo era socio por mi adicción a las bebidas alcohólicas.
Hacía poco que me había afiliado a la asociación ya que mi grave problema con el alcohol hizo que en mi vida tuviera un desvío de normalidad importante, desde por la mañana comenzaba a tomar copas de Sol y Sombra empalmaba con la cerveza del aperitivo seguía con el vino en las comidas y las copas después del café. El vino y el Gin Tonic después de la cena era el remate final de jornada. Así un día tras otro, mes tras mes y llevaba años en esta situación.
Mi vida se hacía insostenible. Tenía que dar un vuelco a la situación.
No era fácil enfrentarse en la reunión a los demás compañeros de Alcohólicos, lideraba la reunión una psicóloga clínica muy joven aunque con mucha experiencia en dirección de grupos y en concreto de gente con problemas de alcoholismo. Después de mi intervención en la ronda de grupo, la psicóloga se dirigió a mí:
--Roberto no te veo convencido de que quieras dejar de beber .
—Porque lo dices Rosa?
—He notado en tu intervención el poco deseo de seguir con nosotros y curarte.
—No sé porque dices eso, acaso no vengo sobrio a las sesiones.
—Te veo sobrio pero poco convencido.
—Como psicóloga tienes poco porvenir conmigo, por favor deja de ver fantasmas donde no los hay, me marcho a casa estoy cansado de tanto ajetreo mental y también del trabajo.
En casa me esperaba mi compañera desde hacía muchos años y al verme decaído me pregunto por la reunión.
—Muy bien Rosita cada vez avanzo más, te prometí dejar de beber y ya ves que lo estoy consiguiendo estoy bastante harto de beber refrescos de limón aunque también feliz.
Durante le cena y hablando de cosas intrascendentes me bebí con desgana un par de vasos de limonada preparada por Rosita que aunque no le sentaba nada bien a mi cuerpo pero por lo menos Rosita se contentaba.
El tráfico mañanero me desesperaba, el día había amanecido con lluvia y el trabajo me llevaba a una urbanización en las afueras de la ciudad, por la situación era una zona de viviendas de alto standing, una vez localizada la vivienda llame al timbre y me recibió un hombre mayor que vaso en mano me invito a pasar.
Una vez localizada la avería me puse a reparar la antena que aunque me costó pude por fin dejarla lista y la persona que me recibió me pidió la factura que se la prepare rápidamente quería cobrar la pasta que al ser avería importante subía bastante el importe.
—Quiere tomar una copa —me dijo el viejo.
—No gracias no bebo y menos trabajando.
—Venga no me desprecie este wiski importado y destilado para mí en exclusiva, por si le interesa mi desayuno se compone de algo sólido pero no bebo otra cosa que este delicioso licor que me hace estar todo el día alerta y con la suficiente energía para soportar esta vida maldita.
—Pruébelo vera lo bien que le sienta.
Mi no era firme pero algo me impulso a no rechazar el vaso medio lleno que me ofrecía el viejo. Voy a caer pero me bebí de un golpe aquel licor que me ofrecía el viejo.
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